Sobriedad y elegancia
Prokofiev, como Chaikovski y Stravinski, compuso una m¨²sica extraordinaria para ballet. Nacho Duato ha elegido Romeo y Julieta para su primera coreograf¨ªa de grandes dimensiones. No ignora la magnitud del reto. Lo primero que llama la atenci¨®n es la versi¨®n musical escogida: en funci¨®n de la progresi¨®n dram¨¢tica m¨¢s que de las posibilidades de exhibici¨®n coreogr¨¢fica. Sorprende viniendo de quien viene esta toma de posici¨®n, pero explica algunas de las caracter¨ªsticas del espect¨¢culo.La primera de ellas, la importancia narrativa. Duato est¨¢ obsesionado por contar con claridad la historia de los dos j¨®venes amantes a trav¨¦s del movimiento. Lo cuenta con sobriedad, describiendo con elegancia sencilla las diferentes situaciones, moviendo a los grupos en funci¨®n de la creaci¨®n de climas, potenciando los elementos del lenguaje, especialmente en la pareja protagonista. Fuerza, por as¨ª decirlo, el lado m¨¢s teatral del ballet. Sobre una escenograf¨ªa (Carles Pujol y Pau Rueda) quiz¨¢ en exceso n¨®rdica, sobresale la fuerza expresiva de un magn¨ªfico vestuario (Lourdes Fr¨ªas) potenciada por una luz (Nicolas Fischtel) po¨¦tica, matizada y no sombr¨ªa, distante pero en ning¨²n caso fr¨ªa. Hay desigualdades en este desaf¨ªo narrativo, qu¨¦ duda cabe, pero la historia va avanzando con regularidad y en algunos momentos cautiva.
Romeo y Julieta
M¨²sica de Sergei Prokofiev. Coreograf¨ªa: Nacho Duato. Direcci¨®n musical: Pedro Alcalde. Con: Mar Baudesson (Julieta), Kim McCarthy (Romeo), L. Telford, T. Klein, L. Martin Oya, P. de Bana, Y. Taira, J. Cruz y S. Mari. Producci¨®n de la Compa?¨ªa Nacional de Danza (1998). Orquesta Sinf¨®nica de Madrid.Teatro Real. 13 de septiembre.
La segunda caracter¨ªstica de este espect¨¢culo serio y sugerente es la compenetraci¨®n entre la escena y el foso, o si se prefiere, el peso que adquiere la realizaci¨®n musical. La identificaci¨®n entre Nacho Duato y el director de orquesta Pedro Alcalde da unidad a la concepci¨®n global. Han recorrido juntos todas las etapas anteriores del camino -Santander, Oviedo, Bilbao, San Cugat- y van a ir tambi¨¦n juntos a una gira por Jap¨®n. La direcci¨®n de Alcalde es anal¨ªtica en el primer acto, sobria y precisa como la escena, y se vuelca en funci¨®n del drama en el segundo con una brillantez nada superficial, extrayendo las esencias dram¨¢ticas desde el control depurado de un sonido que busca m¨¢s el coraz¨®n secreto e interiorizado de la partitura que los fuegos artificiales. Con ello, la sensaci¨®n de verdad sonora repercute directamente en la escena, y en muchas ocasiones, incluso la conduce.
En estas condiciones, la Sinf¨®nica de Madrid realiz¨®, a mi juicio, la mejor presentaci¨®n desde que est¨¢ en el Teatro Real, con una cuerda que supo cantar con sentimiento (especialmente violines y violonchelos; se ech¨® en falta un mayor cuerpo en los contrabajos) y sobre todo con un sentido de tocar en grupo que hace concebir grandes esperanzas para la temporada de ¨®pera. Romeo y Julieta no es una obra nada f¨¢cil y la Sinf¨®nica madrile?a la ha resuelto con admirable solvencia.
Cantar, dec¨ªamos. Los que cantaron fueron los cuerpos de los bailarines: la pareja protagonista; la madre de Julieta, qu¨¦ elegancia; los cuerpos de baile de capuletos y montescos. Duato utiliza los objetos -m¨¢scaras, pa?uelos, la capa al aire- para reforzar la capacidad expresiva. En alguna escena, como la de las banderas, quiz¨¢ se rompa innecesariamente la unidad estil¨ªstica. Por encima de todo, se percibe la solidez de un trabajo en equipo. Respecto al estreno en Santander, Romeo y Julieta ha mejorado ostensiblemente, especialmente en el tratamiento luminot¨¦cnico, que benefici¨® especialmente al vestuario. El Teatro Real inicia su segunda temporada con otro aire. No s¨¦ si ser¨¢ un espejismo o un indicio de cambio. Pronto se comprobar¨¢. De momento, este Romeo y Julieta m¨¢s estilizado que mediterr¨¢neo da la medida de un nivel art¨ªstico al que no se debe renunciar.
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