Tremendismo
LA CONFERENCIA Episcopal irrumpi¨® ayer en el debate sobre la ampliaci¨®n de la normativa legal para permitir el aborto por un cuarto supuesto -existencia de un conflicto legal, personal o social- con un comunicado tremendista y poco reflexivo. El texto, le¨ªdo por El¨ªas Y¨¢?ez, insiste en los argumentos que esgrimen las personas y grupos contrarios al aborto, pero en un tono apocal¨ªptico que en nada ayuda a la comprensi¨®n del problema y tampoco a su resoluci¨®n pol¨ªtica. Expresiones tales como que los supuestos legales para el aborto son "una licencia m¨¢s amplia para matar a los hijos" o que cualquier mujer "podr¨¢ decidir la muerte de su hijo ante la pasividad, complicidad y colaboraci¨®n del Estado" son un tipo de argumentaci¨®n m¨¢s pr¨®xima al panfleto fundamentalista que a un documento meditado. El texto est¨¢ compuesto pr¨¢cticamente en su totalidad de frases encendidas y ret¨®ricas, con afirmaciones altisonantes tales como "un pueblo que mata a sus hijos al amparo de leyes inicuas pone en tela de juicio su futuro"; nada en el comunicado se aparta de esta incomprensi¨®n tonante propia de Savonarola. La Conferencia Episcopal sostiene que las proposiciones que se debatir¨¢n el d¨ªa 22 son "radicalmente inmorales" y que "seguramente son tambi¨¦n inconstitucionales". Est¨¢ en su derecho; incluso es su deber. Tiene en su mano los recursos institucionales para defender sus argumentos. A estas alturas, el debate sobre la naturaleza del feto y la legitimidad de la mujer para disponer de su propio cuerpo no parece que pueda dar m¨¢s de s¨ª. Ya sabemos que es una cuesti¨®n de creencias. Tambi¨¦n que la ley que se va a someter a aprobaci¨®n en el Congreso, como la que ya est¨¢ vigente, no obliga a nadie a abortar y deja a cada uno frente a su propia conciencia. Pero lo que el legislador no puede admitir, como pretende la Iglesia, es que las posiciones de unos, basadas en creencias leg¨ªtimas pero particulares, se impongan a todos los dem¨¢s que no participan de ellas. En este sentido, el comunicado de la Conferencia Episcopal m¨¢s parece un manifiesto para excitar la visceralidad de los sectores antiabortistas con la pluma tintada en rayos y truenos que un instrumento de debate.Por suerte, en el ¨¢mbito pol¨ªtico, las posiciones iniciales est¨¢n menos crispadas emocionalmente. El deseo del PP de hacer expl¨ªcito un deslizamiento pol¨ªtico hacia posiciones centristas ha moderado su gran¨ªtica posici¨®n inicial de no permitir la discusi¨®n parlamentaria de las proposiciones presentadas por los partidos de izquierda. En la primera junta de portavoces tras las vacaciones, el PP rectific¨®, para sorpresa de todos, lo que hasta entonces hab¨ªa sido una actitud claramente obstruccionista, que si algo resaltaba era un talante poco abierto y democr¨¢tico. Por tres veces hab¨ªa recurrido el PP a argucias dilatorias de tipo formal para impedir nuevas proposiciones sobre el aborto. Bienvenida sea, pues, la rectificaci¨®n del PP, porque, al margen de la posici¨®n que cada formaci¨®n pol¨ªtica adopte con toda legitimidad frente a este asunto, lo que no se puede hacer, en democracia, es impedir que las propuestas de la oposici¨®n puedan ser discutidas.
El debate del 22 es del m¨¢ximo inter¨¦s pol¨ªtico, pues es la segunda vez en esta legislatura que se somete a votaci¨®n de la C¨¢mara la ampliaci¨®n de la ley del aborto. En la sesi¨®n celebrada el 24 de febrero pasado, la propuesta socialista, que contaba con el apoyo del resto de la izquierda, no pudo prosperar al producirse un triple empate en las votaciones. Las ausencias de varios diputados socialistas, entre ellos Felipe Gonz¨¢lez, impidieron que el proyecto de ley pudiera prosperar. Desde entonces, las posiciones no han variado. Ya se sabe que el PP votar¨¢ en contra, igual que los cinco diputados de Uni¨® Democr¨¤tica. Que PSOE, IU, PDNI, PI y BNG votar¨¢n a favor. Y que PNV, CDC y Coalici¨®n Canaria dejar¨¢n de nuevo libertad de voto a sus diputados. El resultado de las votaciones depender¨¢, pues, de las asistencias y las ausencias. Ser¨ªa lamentable para la izquierda, cuyas diputadas vienen batallando infructuosamente desde hace tiempo para conseguir una adecuada regulaci¨®n legal del aborto, que perdiera de nuevo esta batalla porque sus diputados no estuvieran el pr¨®ximo d¨ªa 22 donde tienen que estar: en el hemiciclo del Congreso.
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