El papel¨®n de los comisarios europeos

Estar en el bando de los que creen que Europa puede llegar a ser una realidad que supere la actual uni¨®n de mercaderes, es un ejercicio que a veces lleva a la desesperaci¨®n. Los pol¨ªticos de los estados miembros acostumbran a montar en Bruselas unos impresentables pasteleos, para consumo propio, cuya escenificaci¨®n, una vez de vuelta a casa, dejan en mano de los 20 miembros de la Comisi¨®n. ?stos dedican buena parte de su tiempo a poner fanfarrias a libretos elaborados por una pl¨¦yade de t¨¦cnicos, entre las que tengo el dudoso honor de participar con cierta frecuencia. Todo documento, sometido a la liturgia comunitaria, a la que se debe la Comisi¨®n, suele terminar en acuerdos vac¨ªos de contenido pol¨ªtico, que acaban convirtiendo en incoherente y ret¨®rico al m¨¢s brillante de los informes t¨¦cnicos, para regocijo de euroesc¨¦pticos. El ejemplo versa sobre el nada banal tema del cambio clim¨¢tico: -Diciembre de 1997, cumbre de Kioto: la UE se compromete, para finales de esta d¨¦cada, a reducir las emisiones de los gases del efecto invernadero (di¨®xido de carbono, metano, ¨®xidos de nitr¨®geno y otros tres gases de origen industrial) en un 8%, comparadas con las emisiones de 1990. La posici¨®n de la comisaria de Medioambiente, la danesa Ritt Bjerregaard, estuvo all¨ª, especialmente beligerante, denunciando que los EEUU, principales responsables mundiales de estas emisiones, eran los que m¨¢s ten¨ªan que hacer para resolver esta amenaza mundial. Ella consigui¨® arrancar unas vagas promesas americanas de reducciones del 7%. Una lucecita se encendi¨® en el ¨¢nimo de los ecologistas. -Principios de abril de 1998, castillo de Leeds, durante la reuni¨®n del G-8: Blair, entonces presidente semestral de la UE, se permiti¨® un tir¨®n de orejas al presidente Clinton, que ten¨ªa el mismo ¨¦xito en convencer al Senado, sobre la necesidad de cumplir con lo decidido en Kioto, que en hacer lo propio con el fiscal Starr. Clinton dijo que tomaba nota de la decidida posici¨®n de la UE. -Finales de abril, Nueva York, sede de la ONU: la comisaria Bjerregaard firma oficialmente el protocolo del cambio clim¨¢tico de Kyoto en nombre de la UE, con la ambici¨®n de liderar la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Para ello, la Comisi¨®n prepara una bater¨ªa de medidas para enfrentar el problema, que pasan por el incremento fiscal sobre los combustibles f¨®siles, desarrollar nuevas tecnolog¨ªas para el aprovechamiento energ¨¦tico, cambios en los actuales patrones de movilidad, etc. -Finales de junio, Luxemburgo, Consejo de Ministros de Medio Ambiente: el ministro Prescott, finalizando el semestre brit¨¢nico, hablaba de un gran compromiso entre gobiernos, industria y ciudadanos. Se llega a un acuerdo de c¨®mo repartir las emisiones para conseguir la reducci¨®n global del 8%. Reducir¨ªan sus emisiones Austria e Irlanda (-13%), B¨¦lgica (-7,5%), Dinamarca y Alemania (-21%), Italia (-6,5%), Luxemburgo (-28%) y Reino Unido (-12,5%). Deb¨ªan mantenerse en las cifras de 1990 Finlandia y Francia y se permit¨ªan incrementos a Portugal (+27%), Espa?a (+15%), Grecia (+25%) y Suecia (+4%). Formalmente era un paso adelante, para la cumbre de noviembre de Buenos Aires, donde debe conseguirse un reparto similar, a nivel planetario. La comisaria ya deb¨ªa sospechar que el papel de Luxemburgo pod¨ªa ser papel mojado, cuando insisti¨® sin ¨¦xito en pedir mecanismos de control y castigo para los pa¨ªses que no cumplieran (a modo de ejemplo dom¨¦stico: ?Han o¨ªdo hablar de alg¨²n acuerdo entre los consejeros de nuestras autonom¨ªas y el Gobierno del Estado?). Hasta aqu¨ª podr¨ªamos llegar, pensaron los ministros, el CO2 es m¨ªo y yo me lo administro (?Pensar¨¢n que los gases se mover¨¢n seg¨²n el acuerdo de Schengen?). A la vuelta de vacaciones, se ha empezado a ver que la voluntariosa Ritt tiene que hacer frente a un buen papel¨®n. -8 de septiembre, Amsterdam, Ministerio de Medio Ambiente: El ministro holand¨¦s anuncia que, en contra de lo acordado en la UE para cumplir el protocolo de Kioto, los Pa¨ªses Bajos no podr¨¢n reducir sus emisiones de di¨®xido de carbono en el comprometido 6% hacia el 2010, respecto a los niveles de 1990. Adem¨¢s, no cumplir¨¢ su propio objetivo nacional de reducci¨®n de las emisiones en un 3% en el 2000. En 1997, las emisiones de CO2 de Holanda han aumentado un 11% respecto a 1990. La guinda la pone el propio comunicado del ministerio del pa¨ªs de los tulipanes: "Las promesas realizadas a la UE parecen poco realistas". N¨®tese que lo dice el mismo ministro que firm¨® el acuerdo de junio. No hac¨ªan falta estas alforjas para este viaje. Sin embargo, lo peor es que al menos Holanda ha reconocido lo falso de su posici¨®n en el compromiso, mientras que sus otros 14 colegas mantienen un espeso silencio que no anuncia nada bueno. Uno, en pleno ejercicio de europeo militante, se pregunta: a) por qu¨¦ la comisaria no tiene el coraje pol¨ªtico de decir que su fastuoso sueldo no da para asumir estos papelones, al representar a una entidad pol¨ªtica, donde nadie dice la verdad; b) c¨®mo piensa la ministra Tocino que Espa?a haga honor al compromiso firmado, y c) qu¨¦ dice nuestra Consejer¨ªa de Medio Ambiente, sobre la cual, por no saber, ignoramos incluso si tiene opini¨®n al respecto.