Diez a?os en busca del di¨¢logo
La Declaraci¨®n de Lizarra, suscrita por el PNV, Herri Batasuna, Eusko Alkartasuna, Izquierda Unida del Pa¨ªs Vasco, los sindicatos ELA y LAB y otros colectivos sociales, se ha convertido para la comunidad nacionalista en la nueva pauta para tratar de resolver el "conflicto vasco", entendido ¨¦ste en un sentido m¨¢s amplio que el problema de la violencia de ETA. El hecho de que el documento haya sido gestado por el llamado Foro de Irlanda, promovido por HB, anuncia ya el modelo en el que se inspira y su orientaci¨®n. En la pr¨¢ctica, la declaraci¨®n del 12 de septiembre remueve los cimientos del Pacto de Ajuria Enea, firmado 10 a?os antes, el 12 de enero de 1988, por los partidos democr¨¢ticos representados en el Parlamento vasco, con la excepci¨®n de HB. Y no s¨®lo porque incorpora a la coalici¨®n independentista sin haber conseguido previamente que se distancie o repudie la pr¨¢ctica de la violencia, al tiempo que quedan fuera las fuerzas no nacionalistas (Partido Popular, Partido Socialista de Euskadi y Unidad Alavesa). La diferencia, sobre todo, radica en la caracterizaci¨®n pol¨ªtica que se hace del "contencioso" y en la f¨®rmula que se establece para su resoluci¨®n final.En la Declaraci¨®n de Lizarra, los firmantes han fundido los postulados expresados por ETA en su llamada "Alternativa Democr¨¢tica" de 1995 y los contenidos en el "plan de Ardanza", la propuesta apadrinada por el lehendakari para desarrollar el punto 10 del Pacto (el referido a una salida dialogada a la violencia) y sacar a la Mesa de Ajuria Enea del marasmo en que se encontraba por las divergencias entre los partidos nacionalistas y los no nacionalistas. El plan encall¨® en marzo por el rechazo del PP.
En el proceso, la evoluci¨®n es significativa. Tanto el pacto de Ajuria Enea con el "plan Ardanza" exig¨ªa a ETA un cese indefinido para iniciar el di¨¢logo. La Declaraci¨®n de Lizarrra se limita a dar por hecho que el di¨¢logo resolutivo se producir¨ªa, en condicional, "sin expresiones de violencia". Y aunque se proclama un compromiso con la paz, tampoco se define como una exigencia que vincule a los terroristas. Hasta ahora, hab¨ªa consenso entre los partidos democr¨¢ticos en no aceptar a ETA como interlocutor v¨¢lido para discutir cuestiones pol¨ªticas, mientras que la Declaraci¨®n de Lizarra "no excluye a nadie".
La coincidencia de circunstancias como el acuerdo de paz en Irlanda del Norte y ciertos atisbos de cambio en HB amplificados por el nacionalismo democr¨¢tico han creado la expectativa de que cabe una soluci¨®n dialogada para el terrorismo de ETA.
No obstante, en lo que se refiere a la clarificaci¨®n de conceptos respecto al "contencioso vasco" y al acuerdo b¨¢sico de los partidos democr¨¢ticos sobre la naturaleza de la violencia y su posible salida, se ha producido una regresi¨®n de al menos 10 a?os: a los tiempos de confusi¨®n previos al Pacto de Ajuria Enea.
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