Operaci¨®n limpieza
El callej¨®n de la plaza de Guadalajara aparec¨ªa expedito. Nunca se hab¨ªa visto un callej¨®n tan vac¨ªo. El callej¨®n de la plaza de Guadalajara estaba limpio de polvo y paja, dicho sea con perd¨®n. Se notaba que lo hab¨ªan sometido a una operaci¨®n limpieza. Muchas consecuencias positivas va a tener la limpieza del callej¨®n.Por ejemplo, si llegan a saltar los toros no habr¨ªan matado a nadie. Hay historias, no lejanas, de empleados o invitados a quienes un salto del toro al callej¨®n les sorprendi¨® en bragas y si no sufrieron cornada fue por puro milagro. Otros no tan protegidos por la divinidad acabaron malheridos y hasta muertos.
La orden de limpieza la dio la Comunidad de Castilla-La Mancha y se contiene en una disposici¨®n con rango suficiente para que todo el mundo se ponga firmes. La empresa del coso, que es la casa Bala?¨¢ -su din¨¢mico representante, Antonio Cort¨¦s-, procedi¨® a retirar del callej¨®n los burladeros sobrantes y anul¨® los pases de gracia que sol¨ªa enviar a gente principal y recomendada.
Sanz / Seis rejoneadores
Toros despuntados para rejoneo de Sanz Jim¨¦nez, mansos, aunque dieron juego.Ferm¨ªn Boh¨®rquez: rej¨®n atravesad¨ªsimo descaradamente bajo, pinchazo y metisaca bajo (pitos). Luis Domecq: rej¨®n bajo, pinchazo, rej¨®n traser¨ªsimo, otro tendido, pinchazo, rueda de peones y, pie a tierra, descabello (silencio). Antonio Domecq: pinchazo, metisaca bajo y rueda de peones (escasa petici¨®n y vuelta). Miguel Garc¨ªa: rej¨®n en lo alto y descabello (dos orejas). Paco Ojeda: rej¨®n ca¨ªdo y varias ruedas insistentes de peones (oreja). Andy Cartagena: rej¨®n traser¨ªsmo en mitad del espinazo (oreja). Plaza de Guadalajara, 17 de septiembre. 1? corrida de feria. Dos tercios de entrada.
Para empezar, los pol¨ªticos, fuera. A ellos se refer¨ªa la mencionada disposici¨®n, en realidad tirando a dar, pues alud¨ªa a su indebida asistencia gratuita a las corridas de toros. O sea, de ga?ote, dicho en espa?ol llano. A ver si cunde el ejemplo, en Las Ventas por ejemplo, donde las tardes de festejos mayores el callej¨®n parece un casino, en los burladeros pretenden meterse m¨¢s que caben y los invitados sobrantes han de api?arse alrededor, formando una barrera humana dif¨ªcilmente franqueable. El d¨ªa que salte un toro por all¨ª hace su particular operaci¨®n limpieza y provoca que corra el escalaf¨®n en los partidos pol¨ªticos, en el Parlamento, en la Asamblea, en los departamentos ministeriales, en la gran banca, en la peque?a y mediana empresa.
Dos de los toros del asunto ese del rejoneo influido en la feria de Guadalajara intentaron demostrar qu¨¦ raz¨®n ten¨ªa la Comunidad de Castilla-La Mancha, por tanto lo bien que se salta a un callej¨®n sin bultos, pero se quedaron con las ganas. Los animalitos, s¨ª, pegaron el brinco, mas les falt¨® fuerza para completarlo y no pasaron de empinarse all¨¢ poniendo las manitas sobre la barrera. Son cosas de la ¨¦poca. Los toros ya no tienen condiciones f¨ªsicas ni para colarse en un callej¨®n expedito.
Disposici¨®n colaboradora con la alta pol¨ªtica aparte, los toros demostraban con sus saltos las ganas de huir que ten¨ªan. Es el s¨ªntoma. Toro que olisquea los tableros o pretende franquearlos, est¨¢ cantando su mansedumbre.
Los otros cuatro no llegaron a tanta ostentaci¨®n aunque mansos s¨ª eran. Por fortuna para los caballistas y para el espect¨¢culo, sacaron buen conformar, dieron juego y pudieron los rejoneadores acribillarlos a placer. Les clavaron rejones, banderillas, aceros mort¨ªferos sin mesura ni piedad, sin orden ni concierto, y a cada clavaz¨®n el p¨²blico hac¨ªa ruidosas manifestaciones de contento. Salvo que los rejoneadores se pasaran demasiado -que se pasaron, algunos- pues un toro con un rej¨®n clavado en la paletilla, o en el costillar, o en la mitad trasera del espinazo, produce en los esp¨ªritus sensibles inquietantes sensaciones.
El de la paletilla fue Luis Domecq, con el rej¨®n de castigo, y dej¨® cojo al toro. Lo banderille¨® luego con suma facilidad y casi le dio lo mismo pues al p¨²blico le desagradaba la cojera del toro y la afici¨®n comentaba que as¨ª cualquiera. El del costillar fue Ferm¨ªn Boh¨®rquez, que hab¨ªa estado espectacular en banderillas, con algunas muy buenas reuniones, y a la de matar acuchill¨® al toro en los bajos y tan atravesado, que parec¨ªa como si el rej¨®n lo hubiesen tirado con arco los indios. El de la mitad del espinazo fue Andy Cartagena, que gan¨® las mayores ovaciones de la tarde con su brillante cabalgar, sus emocionantes giros, sus banderillas, incluso las cortas, en la modalidad del violin. Y se le habr¨ªan concedido los m¨¢ximos trofeos de no ser por aquel infamante rejonazo.
Antonio Domecq, sobrio y eficaz en sus intervenciones, no es que sacara mejor punter¨ªa sino que perpetr¨® el bajonazo de fulminante metisaca y casi nadie percibi¨® por d¨®nde hab¨ªa entrado. Miguel Garc¨ªa, en cambio, tras mucho bullir y bien torear, mat¨® de un rej¨®n en lo alto y mereci¨® las dos orejas que le fueron concedidas. No s¨®lo mereci¨® las dos orejas sino que deb¨ªa de perpetuarse con una placa de bronce en el impoluto callej¨®n ese acontecimiento del rej¨®n en lo alto, verdaderamente ins¨®lito en la moderna tauromaquia ecuestre.
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