Un perfil pol¨ªtico con pedigr¨ª militar
Lo que hacia fuera suscita rechazo, su pasado, es lo que le hace fuerte en el mundo radical
Hace ocho a?os por estas fechas el hoy m¨¢ximo l¨ªder de Herri Batasuna, Arnaldo Otegi Mondrag¨®n, (Elgoibar, Guip¨²zcoa, 1958) era todav¨ªa un preso de ETA. La polic¨ªa francesa lo hab¨ªa entregado a la espa?ola en 1987 por el procedimiento de urgencia. Le acompa?aba un amplio historial de acusaciones por acciones terroristas: cuatro secuestros, entre ellos los de los diputados de UCD Javier Rup¨¦rez y Gabriel Cisneros, el asalto al Gobierno militar de San Sebasti¨¢n, varios atracos, colocaci¨®n de bombas contra instalaciones de Iberduero y robos de dinamita y armas. Los jueces no encontraron pruebas para condenarle en las causas m¨¢s importantes y el 4 de octubre de 1990 sali¨® de la c¨¢rcel, en la que hab¨ªa permanecido por pertenencia a banda armada durante tres a?os.Pese a estar integrado en ETA Militar desde 1984, todos los delitos que se le imputaron correspond¨ªan a su etapa en ETA pol¨ªtico-militar, a cuya disoluci¨®n se opuso en 1981. De aquella ¨¦poca sabe de primera mano c¨®mo se fraguan una tregua y una negociaci¨®n, y tambi¨¦n c¨®mo pueden romperse. Ten¨ªa entonces 22 a?os, llevaba tres en la organizaci¨®n y estaba a punto de ser padre, con una precocidad en la vida familiar que iba paralela a la de su activismo. En estos momentos tiene 39 a?os, y pese a su vida de clandestinidad y c¨¢rcel, es padre de un hijo de 16 y de una ni?a de tres. Es un discutidor h¨¢bil e incansable, un tipo directo y seguro de s¨ª mismo al que pocas cosas se le presentan como obst¨¢culos insalvables, se afane en lo que se afane.
Abonado como est¨¢ el terreno de los paralelismos con Irlanda, dicen de ¨¦l que es lo m¨¢s parecido a un Gerry Adams, l¨ªder del Sinn Fein, brazo pol¨ªtico del IRA, que ha surgido en el llamado Movimiento de Liberaci¨®n Nacional Vasco (MLNV). Licenciado en Filosof¨ªa, socio de la Real Sociedad, diputado de presencia espor¨¢dica -como todos los de HB- en el Parlamento vasco, Otegi era un desconocido hace a?o y medio. Hab¨ªa ido adquiriendo, sin embargo, un peso interno considerable, equiparable hasta en la discreci¨®n al que tuvo al final de los a?os ochenta otro ex miembro de ETA, Josu Muguruza, asesinado en 1989 en Madrid en el atentado del hotel Alcal¨¢.
El indicio de que se le reservaba un lugar en el futuro fue su actuaci¨®n como portavoz de su grupo en una comisi¨®n de la C¨¢mara vasca en los primeros meses de 1997. HB tante¨® las posibilidades de Otegi haci¨¦ndole medirse con el consejero de Interior, Juan Mar¨ªa Atutxa, en una comparecencia explicativa de los disparos efectuados por la Ertzaintza durante una multitudinaria manifestaci¨®n de HB en Bilbao, en la que hubo tres heridos de bala. Otegi llam¨® a Atutxa "mentiroso patol¨®gico" en esa intervenci¨®n, que le proporcion¨® un buen tanto ante su parroquia.
El oto?o pasado, la Mesa Nacional de HB se preparaba para ingresar en prisi¨®n. Hab¨ªa llegado el momento de colocar por completo a Otegi ante los focos. Su presentaci¨®n en sociedad, junto con el concejal de San Sebasti¨¢n Joseba Permach, la hizo Rufino Etxebarria, un hombre clave del aparato de KAS cuya palabra y aval todo el mundo sabe en HB lo que significa. Su encargo era el de dirigir la gestora que gobernar¨ªa la coalici¨®n radical hasta la elecci¨®n de una nueva Mesa Nacional.
Otegi dise?¨® una direcci¨®n en la que la presencia de KAS pas¨® a ser minoritaria, rompiendo con la t¨®nica de los a?os anteriores, donde el dominio de la citada coordinadora era total y hasta asfixiante para otras sensibilidades internas.
Lo que hacia afuera puede suscitar m¨¢s rechazo en su contra, su pasado, es justo lo que hace a Otegi fuerte de puertas adentro en el entramado radical abertzale. Ha pasado por todos los estadios posibles en el complejo militar y civil del MLNV, desde miembro raso de un comando y militante de base de HB, a m¨¢ximo dirigente; desde clandestino en el interior de Espa?a, hasta preso y huido en Francia. Conoce bien los resortes que motivan en cada uno de esos lugares. Es esa condici¨®n de cocinero antes que fraile la que le confiere una autoridad imprescindible ante los suyos para liderar un proceso de cambio.
En marzo de este a?o, reci¨¦n constituida la nueva Mesa Nacional de HB, Arnaldo Otegi no consideraba realista pensar en una tregua por parte de ETA. Ten¨ªa entonces un objetivo: convencer a PNV, Eusko Alkartasuna e IU de que, para lograr la pacificaci¨®n, "es m¨¢s eficaz trabajar con nosotros que hacerlo con el PP y Mayor Oreja". "Tenemos capacidad de probarlo", les ha insistido en estos meses, esgrimiendo como se?uelo su seguridad de que ETA no entorpecer¨ªa el camino. Se marcaba tambi¨¦n una tarea: persuadir y preparar a su gente para buscar "espacios de trabajo com¨²n" con otros partidos, sindicatos y movimientos sociales y abandonar la fase de "cerraz¨®n, autodefensa y enfrentamiento".
Medio a?o m¨¢s tarde parece haber conseguido echar a andar ambas cosas. Junto con Rafael D¨ªez Usabiaga, l¨ªder del sindicato LAB, y el abogado I?igo Iruin -que se saben las lecciones del fracaso de Argel- ser¨¢ el rostro de la izquierda radical abertzale en el proceso reci¨¦n abierto. Ayer mismo, en la presentaci¨®n en Pamplona de la plataforma Euskal Herritarrok, dijo que "han acabado los tiempos de los gestos" y pidi¨® "soluciones". Entre ellas "que los presos est¨¦n en la calle".
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