Jap¨®n y sus bancos
EL PRIMER ministro japon¨¦s, Keizo Obuchi, ya puede viajar a Washington la semana pr¨®xima llevando al presidente Clinton el ansiado regalo de un principio de acuerdo entre el Gobierno y la oposici¨®n nipones, para poner orden en el ag¨®nico sistema bancario de la segunda potencia econ¨®mica mundial. Pero el compromiso logrado ayer tras semanas de zozobra -y que en l¨ªneas generales prev¨¦ la nacionalizaci¨®n temporal de los bancos en ca¨ªda libre antes de vender sus activos sanos y liquidarlos- ha sido recibido con indiferencia por los analistas, que lo consideran vago y avizoran falta de voluntad pol¨ªtica para llevarlo adelante. Gobiernos occidentales y expertos llevan meses pidiendo una limpieza a fondo, r¨¢pida, ordenada y global de un sector cuya enfermedad comenz¨® a manifestarse seriamente hace cuatro a?os y cuyo volumen de deudas incobrables se estima en el bill¨®n de d¨®lares, el 30% del PIB nip¨®n.Primer fruto del acuerdo: un banco que fue prestigioso y fiador de grandes grupos industriales, el de Cr¨¦dito a Largo Plazo, fue puesto ayer bajo administraci¨®n p¨²blica. La medida, siendo alentadora, es poco relevante en el panorama de la insolvencia japonesa. Los expertos afirman que al menos una decena de los grandes bancos (19 en total, que controlan el 70% de los dep¨®sitos del pa¨ªs) necesitan inmediatamente o ser nacionalizados o recibir transfusiones masivas de capital. Las agencias de calificaci¨®n de riesgos, que establecen la solvencia de las instituciones financieras, han advertido hace tiempo que bancos relevantes, como el Nippon Credit o Sakura, no pueden sobrevivir sin apoyo gubernamental.
El mundo industrializado espera de Jap¨®n un saneamiento de su ca¨®tica banca, sin el cual es imposible que la econom¨ªa se reactive. La cirug¨ªa es tanto m¨¢s urgente en un paisaje como el presente, con la crisis asi¨¢tica ganando profundidad, Am¨¦rica Latina balance¨¢ndose al borde del precipicio y Rusia abism¨¢ndose en ¨¦l. La Bolsa de Tokio alcanz¨® el jueves su punto m¨¢s bajo en doce a?os, y la recesi¨®n nipona, por tercer trimestre consecutivo, a?ade m¨¢s papel a la monta?a del bill¨®n de d¨®lares. Lo avanzado de la enfermedad, debido a la complacencia con que un atrofiado sistema pol¨ªtico ha enfrentado sus dificultades (un partido clientelista y esclerotizado, el Liberal Democr¨¢tico, gobierna desde hace medio siglo), exige ahora medidas draconianas: un programa de nacionalizaciones que preludie el cierre de los bancos desahuciados y la reflotaci¨®n de los supervivientes.
Pocos creen que el acuerdo de madrugada entre Obuchi y el principal l¨ªder opositor, Naoto Kan, jefe del Partido Democr¨¢tico, que controla con otros grupos el Senado nip¨®n, tenga esa amplitud de miras. Cierto que la oposici¨®n, por primera vez y aupada por la rebeli¨®n popular contra la gesti¨®n econ¨®mica del PLD, parece haber impuesto al Gobierno el principio de no saquear el bolsillo de los contribuyentes m¨¢s que para nacionalizar y rescatar a los bancos con posibilidades de supervivencia. Pero ejecutar este compromiso exige no s¨®lo conocer la verdadera situaci¨®n de los bancos -de cuyo enmascaramiento el Ministerio de Finanzas ha hecho un arte-, sino la voluntad pol¨ªtica de continuar el saneamiento de los mismos. Y parece dif¨ªcil que el anodino Obuchi est¨¦ realmente dispuesto a segar la hierba bajo los pies de los industriales y comerciantes, votantes de su partido, mantenidos artificialmente a flote por los bancos quebrados. Unos bancos, por lo dem¨¢s, decisivos en la instrumentalizaci¨®n del sistema que ha permitido al PLD perpetuarse en el poder.
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