Paterna desentierra a su dama
El celo perfeccionista que llevaban hasta las ¨²ltimas consecuencias no ha servido para nada. Unos arque¨®logos entrometidos han desenterrado las miles de piezas de cer¨¢mica que los alfareros medievales de Paterna enterraron hace siete siglos para ocultar al mundo sus imperfecciones. Ese tono verde desva¨ªdo, aquel defecto de cocci¨®n o el trazo inseguro de un dibujo condenaron a las tinajas, vasijas y pebeteros a un funeral prematuro. Porque sus creadores abjuraron de unas piezas que no consideraban dignas del mantel de palacio. Pero no contaban con la especulaci¨®n del suelo. El a?o pasado, los constructores decidieron tumbar las viejas f¨¢bricas de curtidos que se alzaban al sur del casco urbano para construir un complejo urban¨ªstico. El derribo permiti¨® que los arque¨®logos disfrutaran a sus anchas de un pastel arqueol¨®gico de 5.000 metros cuadrados. Desde febrero de 1997 hasta el pasado mes de julio arrancaron del subsuelo miles de piezas de barro cocido. Hab¨ªan topado con un fil¨®n: las alfarer¨ªas en las que se modelaban algunas de las vajillas m¨¢s exquisitas de Europa. "Era el lugar de trabajo ideal, con suelo arcilloso y el agua del Turia al lado", refrenda la arque¨®loga municipal, Mercedes Mesquida, En el pante¨®n de las vajillas impuras han descubierto las piezas m¨¢s antiguas de cer¨¢mica de reflejo met¨¢lico desenterradas hasta la fecha, datadas en el siglo XIII. Mesquida detalla que tambi¨¦n han hallado nueve hornos diminutos en los que adquir¨ªan este brillo. Las escudillas y jarras entraban p¨¢lidas como un rostro an¨¦mico y sal¨ªan con un fulgor azul y dorado: el legendario reflejo met¨¢lico por el que se pagaban cantidades prohibitivas y que le daban el toque refinado al ajuar de reyes y marqueses. En el inventario de los hallazgos, que se pueden contemplar en las vitrinas del Museo de Cer¨¢mica de Paterna, se incluyen cazuelas, candelabros, orinales, copas de vino, aceiteras e incluso jaulas de grillos. Todo un ajuar dom¨¦stico. Mesquida recuerda que el barro estaba en una ¨¦poca de esplendor, mucho antes de que lo derrotaran el pl¨¢stico y el metacrilato. Pero no s¨®lo abastec¨ªan a la c¨²pula de la pir¨¢mide social. Como demuestran sus hallazgos, estos alfareros realizaban una producci¨®n masiva y tambi¨¦n modelaban cer¨¢mica rudimentaria para almacenar v¨ªveres y abastecer a las clases populares. Adem¨¢s de artesan¨ªa coloreada en verde y manganeso para las clases medias. A esta ¨²ltima pertenece la Dama de Paterna, como han bautizado los arque¨®logos al rostro alargado y circunspecto de una mujer, con el cabello envuelto en redecillas y coronado por una peineta que decora una pieza. "Parece una fallera del siglo XIII", apostilla Mesquida. Los restos arqueol¨®gicos hallados rezuman un gusto desmedido por la est¨¦tica. Aquellos alfareros se esmeraban en decorar con trazos elegantes hasta los orinales. Mesquida, orgullosa de que esta cer¨¢mica es m¨¢s preciosista que la del siglo XV que hab¨ªan hallado hasta ahora, explica que los alfareros eran musulmanes y sus obras guardan una gran similitud con las que se han hallado en Oriente Medio. Tras la conquista de Jaume I pasaron a trabajar para los nuevos amos cristianos e incorporaron a sus vajillas las cuatro barras de la her¨¢ldica real y la luna menguante de la familia Luna, los se?ores de la Paterna medieval. La cer¨¢mica desenterrada est¨¢ decorada con estas barras y lunas, pero los alfareros musulmanes siguieron decor¨¢ndolas con la simbolog¨ªa de su religi¨®n: las llaves del para¨ªso de Al¨¢, las manos de F¨¢tima contra el mal de ojo y el color turquesa de la suerte. A sus pinceles no les falt¨® tiempo para la iron¨ªa. Dibujaron un perro, aparentemente fiero, que acompa?aba a su se?or a la guerra. Pero si se mira la vasija desde otro ¨¢ngulo, el animal se burla descaradamente del amo.
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