?Tambores de paz?
Los ciudadanos vascos estamos dando vueltas estos d¨ªas a una buena noticia y a unas cuantas malas, separadas entre s¨ª por una duda. La buena noticia, como ustedes ya saben, es la tregua total, indefinida y unilateral decidida por ETA. La inmensa mayor¨ªa de la gente hemos sentido alivio, alegr¨ªa, esperanza y todas esas cosas que se han dicho. Una serie de personas pueden hoy pasear sin protecci¨®n policial y no miran bajo el coche antes de encender el motor, lo cual se agradece m¨¢s que quienes no han pasado por ese trance suelen suponer. Sobre todo cuando los amenazados con su cotidianidad seriamente interferida por la violencia ten¨ªan que aguantar un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n que l¨ªderes nacionalistas que no padecen tales agobios (por no hablar de alg¨²n tonto del culo supuestamente de izquierdas que viaja con ellos hacia ninguna parte) les reprochasen no querer la paz y sentirse muy c¨®modos con el terrorismo...No se puede decir que la tregua haya sido algo inesperado, porque desde antes del verano se rumoreaba que pod¨ªa haberla en estas fechas pre-electorales. Pero ello no disminuye la bondad de la noticia, sobre todo cuando no ha llegado precedida de ning¨²n tipo de concesi¨®n a la violencia de esas que algunos consideran imprescindibles "para no seguir acumulando muertos todas las semanas". La firmeza institucional se ha mantenido pese a la serie de asesinatos que castigaron al partido gubernamental y el llamado "esp¨ªritu de Ermua" de rechazo social sin paliativos a tales cr¨ªmenes no ha flaqueado, por mucho que insistieran en enterrarlo algunos en el primer aniversario de la inicua ejecuci¨®n de Miguel ?ngel Blanco. Cuando alguien quiere derribar el muro de la estabilidad social a cabezazos, si el muro resiste lo suficiente es la cabeza del que embiste la que suele abrirse e incluso a veces entra en ella un rayito de luz. Esto no es inmovilismo ni intransigencia, sino l¨®gica pol¨ªtica.
Tras la buena noticia, llega la duda: ?por qu¨¦ ha decidido ahora y no antes o despu¨¦s ETA esta tregua?, ?no ser¨¢ una trampa cara a las elecciones para apoyar a su brazo pol¨ªtico y de paso al resto de los nacionalistas, preocupados por un posible ascenso electoral de los partidos estatales? Incluso aunque lo fuera, la necesidad de ETA de apoyarse en las elecciones no deja de ser algo alentador para los dem¨®cratas. Si militarmente les fuesen las cosas bien no hubieran recurrido a una v¨ªa pol¨ªtica que han rechazado siempre con sumo desprecio. El momento que atraviesa el MNLV, con ex miembros de la mesa nacional de HB en la c¨¢rcel, sus finanzas escudri?adas, el Egin cerrado por orden judicial y su partido principal obligado a presentarse a las elecciones bajo nuevas siglas para intentar reforzar el menguante atractivo de las anteriores, no es precisamente favorable. Sin duda, han reunido en torno a sus tesis al resto de los nacionalistas en la declaraci¨®n de Estella, pero ¨¦sta evidentemente no ha sido la causa de la tregua, sino la condici¨®n previa para arroparla cuando ya estaba decidida. Por lo dem¨¢s, el apoyo popular que concitan sus adversidades no puede ser menor. La gente se acostumbra enseguida a prescindir de ellos en cuanto no los tiene encima y por eso ha acogido con entusiasmo el alto el fuego, sean cuales fueren sus razones maquiav¨¦licas. Lo ¨²nico que cuenta es que ya no peguen tiros y por lo dem¨¢s, all¨¢ penas. A nadie le ha inquietado si la suspensi¨®n de la lucha armada retrasar¨¢ la llegada de la autodeterminaci¨®n o dar¨¢ alas al imperialismo espa?ol. Lo ¨²nico que preocupa es que puedan volver antes o despu¨¦s a las andadas. Esta indiferencia deber¨ªa hacerles pensar, sobre todo porque si luego reinciden les va a ser muy dif¨ªcil justificar ante los hoy contentos la nueva quiebra de una normalidad que nadie cuestiona.
Y vamos con las malas noticias. Nos las trae la lectura del comunicado de ETA, un texto preocupante si uno se lo toma m¨ªnimamente en serio. Dejemos de lado la ausencia del m¨¢s m¨ªnimo atisbo de autocr¨ªtica y la autoglorificaci¨®n repugnante de quienes, tras la amnist¨ªa m¨¢s generosa que imaginarse pueda acompa?ada de la satisfacci¨®n en pocos meses de las principales reivindicaciones nacionalistas, se han pasado dos d¨¦cadas asesinando y extorsionando a sus ilusionados compatriotas que estrenaban democracia. El lehendakari Ardanza y otras voces paternales nos aconsejan pasar por alto estos desahogos narcisistas: despu¨¦s de todo a los chicos les produce un trauma dejar las armas, qu¨¦ quer¨¦is que digan, ellos tambi¨¦n han sufrido y tienen su corazoncito, etc¨¦tera. Bueno, vale, son chiquilladas. No nos entretengamos tampoco demasiado con la visi¨®n hist¨®rica y el an¨¢lisis pol¨ªtico que hacen de los a?os pret¨¦ritos: no se sabe qu¨¦ admirar m¨¢s, si la absoluta falta de lucidez o la abrumadora sobreabundancia de mezquindad paranoica. Indudablemente, todo se debe al trauma de dejar las armas porque matar al pr¨®jimo es un h¨¢bito al que no se renuncia sin secuelas. Y mencionemos al paso el sorprendente olvido en el documento de los presos etarras, ayer en el centro de tantas reivindicaciones, que ahora por lo visto han perdido valor de cambio.
Lo malo es que el texto de ETA no es muy nacionalista, sino declaradamente totalitario. Y eso ya no tiene que ver con la mala interpretaci¨®n del pasado, sino con la mal¨ªsima previsi¨®n del futuro. El totalitarismo consiste en la negaci¨®n exterminadora del otro, no en la hostilidad al adversario pol¨ªtico. Para ETA s¨®lo son vascos viables -es decir, no candidatos al exilio o a la liquidaci¨®n- los nacionalistas de uno u otro signo, sean los que se equivocaron aceptando el estatuto de autonom¨ªa, los h¨¦roes que lo rechazaron desde el principio o los conversos que poco a poco han llegado a la luz. El resto son espa?olistas recientemente envalentonados que viven entre los vascos, contra los cuales se predica sin rodeos la "persecuci¨®n social" y con cuyos partidos se proh¨ªbe taxativamente cualquier tipo de convenio pol¨ªtico: exeunt omnes. Esta negaci¨®n de los otros -en la ocurrencia, aproximadamente la mitad de los ciudadanos de la Comunidad Aut¨®noma Vasca, m¨¢s del 80% de los navarros y el 95% de los vascofranceses- es directamente opuesta al tan publicitado acuerdo de Stormont, que lleg¨® a modificar la Constituci¨®n de Irlanda y las f¨®rmulas de aprobaci¨®n de leyes en el Parlamento del Ulster precisamente para reconocer a todos en el juego, no para borrar a algunos de la viabilidad pol¨ªtica. Se aproxima en cambio peligrosamente al manifiesto de Estella, en el cual no se excluye a nadie siempre que acepten el ¨¢mbito de decisi¨®n establecido por el nacionalismo y tambi¨¦n su agenda pol¨ªtica de problemas a resolver. El portavoz de HB (o EH, ya
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no lo s¨¦) Arnaldo Otegi dice que ahora llega el momento de probar que todas las demandas pol¨ªticas -incluidas la soberan¨ªa escisionista y la unidad territorial de Euskadi- pueden conseguirse por v¨ªas pol¨ªticas. Se lo han explicado mal: todo puede defenderse pol¨ªticamente, pero no todo lo defendido tiene las mismas posibilidades de ser conseguido en el breve plazo de la vida humana y dado el reparto real de fuerzas hist¨®ricas. Nadie tiene derecho a prefigurar de antemano que la soberan¨ªa y la unidad territorial deben ser los resultados obtenidos por el debate pol¨ªtico. ?No nos reclaman discutir "sin l¨ªmites"? Pues entonces bien podr¨ªan salir finalmente gananciosos quienes quieren revisar el estatuto a la baja para corregir transferencias (por ejemplo, educativas) que les parecen excesivas, o los que piden revisar la autonom¨ªa fiscal vasca que se les antoja insolidaria, o quienes exigen replantear la normativa ling¨¹¨ªstica. Por otro lado, resulta absurdo que los partidos nacionalistas insistan en que quienes rechazan los planteamientos de Estella deben presentar alternativas "nacionales" al mismo. ?Por qu¨¦ habr¨ªan de proponer nuevas soluciones al contencioso pol¨ªtico quienes creen en la vigencia del acuerdo constitucional tramado con tanto esfuerzo hace veinte a?os para resolverlo y est¨¢n convencidos de que las nuevas opciones que se perfilan s¨®lo lograr¨¢n empeorar la convivencia plural? Ya que pluralismo no es permitir a cualquier no nacionalista acercarse a las tesis nacionalistas, sino reconocerle el derecho a sostener las suyas, hoy institucionalmente vigentes.
?Tregua de ETA? Bienvenida sea y ojal¨¢ se convierta en definitiva. Pero, por favor, que no sea utilizada para culpabilizar a quienes, como no matamos, no podemos hacer la renuncia magn¨¢nima al crimen para corresponder a los terroristas. Moveremos ficha en las elecciones del 25 de octubre, apoyando a los partidos que ven en la Constituci¨®n no un fetiche inmodificable, sino el punto de partida necesario de los que renuncian a la guerra civil. Si otros quieren remontarse a fechas tan peligrosas como 1931, en Estella, est¨¢n en su derecho a correr el riesgo. Pero sin empujar. Sin empujar.
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