El 'factor Hillary'
El futuro pol¨ªtico de Bill Clinton pende de dos o tres hilos. Uno de ellos est¨¢ en manos de Hillary Rodham, cuyo papel se ha convertido en esencial para la supervivencia de este presidente. Un mal gesto, un enfado p¨²blico y notorio, y no digamos ya una ruptura de amarras de la primera dama, podr¨ªa fulminar las posibilidades del presidente. Hillary, a la que se suele describir como una mujer fr¨ªa, con autocontrol, disciplinada o tenaz, se ha comportado con entereza, pese a ser la m¨¢s da?ada en el caso Lewinsky. Como escribiera Norman Mailer, ha "sufrido humillaciones a una escala que pocas mujeres en la historia pueden parangonar. Y, sin embargo, ah¨ª est¨¢". En enero, fue ella la que denunci¨® "una amplia conspiraci¨®n de la derecha" contra su marido. Ahora, evidentemente, la expresi¨®n a menudo le traiciona, pero, con toda profesionalidad, y si acaso algo m¨¢s, aguanta la vela. No ha llegado -al menos a¨²n- a manifestar en p¨²blico su perd¨®n hacia su marido,pero s¨ª al menos ha hecho gestos claros en esa direcci¨®n.Siempre es dif¨ªcil saber qu¨¦ pasa en el interior de una pareja. M¨¢s a¨²n cuando se ve sometida, como ¨¦sta, al escrutinio p¨²blico. Hay versiones para todos los gustos: sobre cu¨¢ndo se enter¨® de lo que el inquisidor Starr ha hecho p¨²blico, o sobre sus relaciones con Clinton. Ya en la primera campa?a electoral, Clinton anunci¨® ese "dos por el precio de uno", ufano de tener de esposa una profesional de cierto relieve. Otros creen observar que es un matrimonio que se mantuvo para llegar a la presidencia, y ahora seguir en ella. "Mis fuertes sentimientos sobre el divorcio y sus efectos en los hijos me han llevado m¨¢s de una vez en mi matrimonio a morderme la lengua y pensar sobre lo que podr¨ªa hacer para ser una mejor esposa y pareja", seg¨²n se la cita. Tambi¨¦n se ha intentado hurgar en la infancia de la dama en busca de explicaciones psicol¨®gicas sobre su comportamiento. Sea lo que sea, est¨¢ claro que Hillary es parte del personaje Clinton.
Aunque la opini¨®n p¨²blica acogi¨® con reticencia que la consorte se dedicara a hacer pol¨ªtica directa, cuando dirigi¨® el plan de reforma de la sanidad p¨²blica que acab¨® en un fracaso, desde entonces, la popularidad de Hillary ha ido en aumento, y a¨²n m¨¢s desde la publicaci¨®n del informe de Starr, cuya publicaci¨®n parece, al menos de momento, haber creado una fisura entre muchos medios de comunicaci¨®n y las masas. Pues la gente, atra¨ªda por su contenido sexual, lo ha le¨ªdo. Internet se ha colapsado, pero la opini¨®n p¨²blica no ha cambiado tanto. Lo que no significa que no pueda cambiar si se producen novedades. De momento, el apoyo a la presidencia de Clinton, aunque no al personaje, se mantiene alto, sobre todo conserva una imagen favorable entre los que siempre m¨¢s le han apoyado: las mujeres, s¨ª, y los negros.
En un art¨ªculo en el ¨²ltimo Foreign Affairs, Francis Fukuyama, que busca tambi¨¦n la pol¨¦mica como la busc¨® con el fin de la historia, se pregunta qu¨¦ pasar¨ªa si las mujeres gobernaran el mundo. Sin duda, la influencia de la mujer en las pol¨ªticas nacionales, y tambi¨¦n en la mundial, de este cambio de siglo ha crecido, y una de sus conclusiones es que un mundo matriarcal ser¨ªa menos propenso al conflicto, aunque acaba concluyendo que "se requieren pol¨ªticas masculinas, aunque no necesariamente l¨ªderes masculinos".
La reacci¨®n social al caso Lewinsky podr¨ªa indicar un cambio profundo en una buena parte de esa compleja sociedad estadounidense, hacia unos valores m¨¢s liberales hacia las personas, menos tartufiana, y ?por qu¨¦ no? m¨¢s femenina. ?Tanto como para que se pueda prever ya que una mujer pueda llegar a la Casa Blanca? ?Hillary? Probablemente, a¨²n no. Hay una pregunta previa cuya respuesta parece evidente: ?qu¨¦ hubiera ocurrido si los devaneos hubieran sido no de un presidente, sino de una presidenta? Si con Clinton parte de la prensa habla de su "patolog¨ªa", ?qu¨¦ no hubieran dicho si de una mujer se hubiese tratado!
aortega@elpais.es
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