Los peligrosos anabolizantes
No se puede garantizar m¨¦dicamente, incluso en el caso de que se hubiera comprobado su uso, que Florence Griffith-Joyner ha sido una v¨ªctima m¨¢s de las drogas aplicadas al deporte. Pero las sospechas (lo que trat¨¢ndose de ella es una consecuencia m¨¢s), parecen del todo fundadas. No es normal que una mujer deportista, de 39 a?os, sufra unos problemas tan graves sin detonantes externos.Griffith tuvo que ser ya hospitalizada en abril de 1996, a causa de un primer ataque cuando viajaba en avi¨®n hacia San Luis para reunirse con su marido. Estuvo ingresada d¨ªa y medio y parec¨ªa haberse recuperado hasta este a?o en que empeor¨®. Una de las terribles secuelas que producen los anabolizantes, pueden ser, precisamente, los episodios cerebro-vasculares. Los accidentes de este tipo sufridos por jugadores del f¨²tbol-rugby profesional norteamericano, unidos a otras complicaciones tr¨¢gicas, como c¨¢nceres y trastornos hep¨¢ticos irreversibles, fueron los que llevaron a la NFL a prohibirlos, mucho despu¨¦s que el COI.
Pero mientras no haya tragedias, no interesa quitar brillo a las glorias. La misma hipocres¨ªa sigue ahora con el caso del ¨²ltimo h¨¦roe americano, el bateador de b¨¦isbol Mark McGwire. Ha reconocido usar un esteroide prohibido en todas partes, pero como est¨¢ permitido en el b¨¦isbol, hasta la pol¨¦mica sobre el mal ejemplo para la juventud ha quedado en nada. Pero la realidad es que McGwire, aunque tapado por su indumentaria de pelotero, impresiona y hace a?os era normal. Como Griffith, que pas¨® en un a?o de ser una chica estilizada a una mujer con m¨²sculos (dos kilos, de 59 a 61, para sus 1,69 de estatura), voz grave y un bigote raro, masculino. En Se¨²l, cuando deb¨ªa decaer en su carrera (Merlene Ottey es una excepci¨®n absoluta), alcanz¨® su c¨¦nit con casi 29 a?os. No dio positivo nunca en los controles, pero eso no es una garant¨ªa. Muchos otros deportistas no lo han hecho y luego han confesado que se doparon. Y no s¨®lo de la RDA. Carl Lewis, martillo del dopaje, fue elocuente: "No s¨¦ si se dopaba, pero igual que sobre Johnson la opini¨®n general era que s¨ª".
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