El gran salto del circo a la ciencia

William Kessler tiene una historia personal sorprendente y la cuenta de sopet¨®n, orgulloso de ella: "Yo trabajaba en un circo, era acr¨®bata, y no empec¨¦ a estudiar hasta los 28 a?os". A los 32 termin¨® la carrera de matem¨¢ticas en la State University de San Francisco (EEUU) e inmediatamente se incorpor¨® a la investigaci¨®n como ocean¨®grafo, dedic¨¢ndose a El Ni?o, que fue especialmente intenso entonces. Ahora tiene 48 a?os y es un destacado especialista en la materia."Eleg¨ª matem¨¢ticas porque se me daban bien y porque no ten¨ªa que ir a clase, de modo que pude seguir con las giras del circo, desde Arizona hasta Alaska, y luego de vuelta al Sur, durante la primavera y el verano", cuenta. "Eramos tres acr¨®batas y hac¨ªamos n¨²meros con trampolines, saltos... no en el trapecio". En invierno pod¨ªa dedicar m¨¢s tiempo a sus estudios y cuando llegaban los ex¨¢menes dejaba la carpa por unos d¨ªas y volaba a San Francisco. Los profesores, recuerda, le indicaban los libros que ten¨ªa que estudiar y le daban los problemas. En cuatro a?os acab¨® la carrera.

?Por qu¨¦ ese salto tan poco corriente desde el circo a la ciencia? "La vida en el circo es muy dura, viajando constantemente, sufriendo lesiones... Yo ve¨ªa a la gente del circo que se hac¨ªa mayor. A partir de los 30 a?os empieza el declive porque pierdes capacidad f¨ªsica. Es muy triste. Y yo no quer¨ªa declinar a los 30 a?os, quer¨ªa seguir adelante y me gustaba la ciencia".

El esfuerzo de compaginar trampol¨ªn y problemas de mat¨¦m¨¢ticas culmin¨® con una pirueta espectacular, cuando obtuvo su t¨ªtulo universitario y, en lugar de encaminarse al temido declive como acr¨®bata de circo, inici¨® su brillante carrera cient¨ªfica.