Salto a la torera del Tratado de Utrecht
En los ¨²ltimos d¨ªas leo con aut¨¦ntico estupor como, salt¨¢ndose a la torera el Tratado de Utrecht, nuestros vecinos brit¨¢nicos residentes en suelo andaluz acosan desmesuradamente a nuestros sacrificados y queridos pescadores. Esto no debe convertirse en una confrontaci¨®n, como ha ocurrido, de sobre qui¨¦n recae o no la competencia. El problema est¨¢ ah¨ª. Son ciudadanos, muchos de ellos ajenos a la pol¨ªtica, y s¨®lo viven para su trabajo. Esto es, en resumidas cuentas, lo que como andaluza no s¨®lo me empuja a apoyarlos sino que tambi¨¦n rogar¨ªa una especial atenci¨®n por parte del Gobierno central: del se?or ministro de Asuntos Exteriores (aunque ya sabemos cu¨¢n espinoso es este tema y los esfuerzos realizados por los distintos gobiernos) y de la Junta en cuanto que a ella compete el aprovechamiento y potenciaci¨®n de los recursos pesqueros andaluces que est¨¢n siendo mermados por la intransigencia y prepotencia brit¨¢nica. Prepotencia que ya no tiene l¨®gica en el umbral del siglo XXI y, menos a¨²n, en una Europa que, como bien ha dicho el se?or Gerhard Schroder, le gustar¨ªa que fuese una Europa de los pueblos, no s¨®lo de grandes visiones estrat¨¦gicas y en la que convivan juntos, en armon¨ªa, pueblos de culturas diversas. Y menos a¨²n inmersos en una UE cuyo modelo no s¨®lo se basa en buscar una elevada cohesi¨®n social. Por otro lado, si hay intenci¨®n de avanzar en la perfecci¨®n de la construcci¨®n europea (como apunta el se?or Schroder, lanz¨¢ndose por el sendero de la federaci¨®n y en la que ¨¦l mismo se pregunta si estamos preparados los distintos pa¨ªses o no, y esto traer¨¢ consigo el que se delimite, de una vez y de modo preciso), las fronteras de los campos de acci¨®n com¨²n y las competencias que seguir¨¢n siendo nacionales, mi preocupaci¨®n como ciudadana es saber qu¨¦ va a pasar con las aguas en litigio.- . .
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