Los votantes del Este tienen la decisi¨®n
ENVIADO ESPECIAL"Nosotros, nosotros, entre nosotros". Es dif¨ªcil mantener una conversaci¨®n con alemanes orientales en la que no salga en varias ocasiones este "nosotros". Cuando lo usan no se refieren a los alemanes en general, se refieren a ellos, a los alemanes del Este, a los maltratados, a los que en el resto del pa¨ªs se denomina con el eufemismo de "habitantes de los nuevos Estados federados". Son los 15 millones de antiguos s¨²bditos del r¨¦gimen comunista de Erich Honecker. La suerte de las elecciones y el futuro pol¨ªtico de Alemania se decide en el este alem¨¢n.
Hace casi una d¨¦cada desde que celebraron entusiasmados la ca¨ªda del muro y despu¨¦s la reunificaci¨®n alemana. Sus expectativas eran grandiosas y los pol¨ªticos de Bonn las alimentaron en beneficio propio. Desde entonces han sufrido muchos desenga?os, muchas frustraciones y la continuada y humillante sensaci¨®n de ser alemanes de segunda clase. Pero ante las elecciones federales que se celebran ma?ana han vuelto a ser cortejados por todos los partidos pol¨ªticos porque, seg¨²n todas las previsiones, ser¨¢n ellos quienes decidan qui¨¦n formar¨¢ el nuevo Gobierno de Alemania.Cuando viv¨ªan bajo el r¨¦gimen comunista, en un Estado diferente y enfrentado al de la mayor¨ªa de sus compatriotas, se consideraban ante todo alemanes. Ahora, seg¨²n las ¨²ltimas encuestas, hasta un 70% se declara primero alem¨¢n oriental y despu¨¦s alem¨¢n. Este porcentaje casi se ha doblado en los ¨²ltimos cuatro a?os. De la exaltaci¨®n pangerm¨¢nica se ha pasado a la mitificaci¨®n de un pasado de supuesta fraternidad, calor social y protecci¨®n. No a?oran el r¨¦gimen comunista, pero el desenga?o y tantas ilusiones desvanecidas han creado un profundo malestar hacia los wessis, hacia los alemanes occidentales.
Las reacciones son diversas. Gran parte de los j¨®venes, se calcul¨® que m¨¢s de un tercio, ha volcado su frustraci¨®n sobre la partitocracia corrupta y los extranjeros y se halla ya, al menos, en la ¨®rbita del neonazismo. Cuando el 26 de abril de este a?o, un 12,9% de los electores del Estado de Sajonia-Anhalt votaron al partido neonazi DVU, el presidente de dicho Estado, el socialdem¨®crata Reinhard H?ppner lo dijo muy claro: "En el Este los relojes marcan otra hora". Voten lo que voten, los alemanes orientales lo har¨¢n con un talante muy distinto que sus compatriotas occidentales. En el Este no hay la lealtad de voto, la vinculaci¨®n que se ha forjado entre sectores del electorado y los grandes partidos democr¨¢ticos. Por eso la fluctuaci¨®n de los electores ser¨¢, seg¨²n todos los indicios, mucho mayor que en el Oeste. Salvo el 20%, que previsiblemente votar¨¢ al comunista PDS y que equivale m¨¢s o menos al porcentaje de miembros del partido ¨²nico SED que hab¨ªa en la RDA, el voto en el Este puede dar grandes sorpresas.
En el Este todos los acontecimientos pol¨ªticos se perciben de forma muy distinta al Oeste. En el Estado alem¨¢n unificado creado en 1991 existen dos comunidades claramente diferenciadas en lo pol¨ªtico, cultural y social. Ser¨¢ siempre un caso ¨²nico para el estudio sociol¨®gico esta naci¨®n que, despu¨¦s de la guerra, se divide a la fuerza en dos para aplicar a cada una de las partes un sistema pol¨ªtico, econ¨®mico y educacional distinto. Medio siglo despu¨¦s se vuelven a unificar y poco despu¨¦s hay que comprobar que estaban profundamente equivocados quienes pensaban que esas pocas d¨¦cadas de vida separada ser¨ªan f¨¢ciles de superar.
El muro permanece en cabezas y corazones. Los occidentales consideran, en gran parte, que los orientales son un pueblo retrasado y desagradecido, que no hace sino lamentarse pese a las ingentes ayudas que le llegan desde las partes ricas del pa¨ªs.
Los alemanes orientales viv¨ªan en una sociedad reprimida e hiperprotegida en la que, frente al poder, se hab¨ªan desarrollado unas relaciones en comunidad que, en dicha forma, no existen en la Alemania del individualismo y el capitalismo implacable.
Pasado el primer entusiasmo por la libertad, ¨¦sta se ha convertido para muchos en desamparo. Difuminadas las esperanzas alimentadas por el canciller Helmut Kohl de convertir en cinco a?os el este de Alemania en un "paisaje floreciente", gran parte de los alemanes orientales est¨¢n sumidos en la depresi¨®n y la certeza de que no tienen futuro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.