Los m¨¢s afortunados, los m¨¢s desencantados
En la suerte est¨¢ la condena. La fortuna de los alemanes orientales por tener como compatriotas a los ciudadanos del Estado m¨¢s rico de Europa era evidente cuando todos los antiguos aliados en el Pacto de Varsovia, una vez se deshicieron de sus reg¨ªmenes comunistas, emprendieron las reformas econ¨®micas y pol¨ªticas.Corr¨ªa el a?o 1990. La posici¨®n de partida de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) era por ello la mejor y sin duda envidiada por muchos en Polonia, en la entonces existente Checoslovaquia y en Hungr¨ªa. Y sin embargo, ya entonces se oyeron voces en estos pa¨ªses advirtiendo de que, a largo plazo, posiblemente los alemanes orientales sufrir¨ªan serios problemas por el hecho de no haber sido protagonistas de su propio cambio.
Si las cosas van bien, dec¨ªan, los alemanes orientales considerar¨¢n que ha sido gracias a Alemania Occidental. Si las cosas van mal se echar¨¢n la culpa ellos y se la echar¨¢n los dem¨¢s. Siempre les faltar¨¢ la experiencia del acto de emancipaci¨®n que supone asumir este proceso de reconstrucci¨®n y el leg¨ªtimo orgullo que supondr¨¢ haber superado al menos parte de las dificultades.
Advert¨ªan sobre la necesidad que tiene un pueblo sometido durante tantos a?os a intereses externos, en este caso a los sovi¨¦ticos, de recuperar su autoestima y con ella el pleno disfrute de su soberan¨ªa. Para ello era necesario que los pa¨ªses afectados asumieran la responsabilidad de su propio destino y, con todos los esfuerzos necesarios y la ayuda que pudiera conseguirse, se labraran por s¨ª mismos su salida del pozo en que los hab¨ªa hundido el sistema pol¨ªtico recientemente fenecido.
Hoy d¨ªa, pese a las grandes dificultades econ¨®micas que tienen polacos, checos y h¨²ngaros, todos ellos cuentan con sociedades civiles mucho m¨¢s estructuradas y sanas que las regiones alemanas que formaron parte de la RDA.
La puerta de atr¨¢s
Estos pa¨ªses del Este no entraron en la Uni¨®n Europea por la puerta de atr¨¢s gracias a un padrino y siguen esperando y aplicando duras reformas internas para que el ingreso sea finalmente posible. No contaron con una avalancha de ayuda p¨²blica ni con un Estado que pusiera a su disposici¨®n una inmensa infraestructura administrativa.Y sin embargo, hoy ninguna de estas sociedades se ve afectada por una depresi¨®n colectiva como la alemana oriental. Sus expectativas nunca fueron tantas, pero con toda raz¨®n pueden considerar propios los ¨¦xitos y avances habidos.
La falta de autoestima, el resentimiento y la inseguridad que hoy dominan a la sociedad alemana oriental tiene sin duda muchos motivos, pero entre ellos est¨¢ con seguridad la incapacidad de atribuirse a s¨ª misma los avances que se est¨¢n produciendo.
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