La ciudad portuaria
Cruzan los reactores el horizonte de Coslada y caen a plomo para hacerse un hueco en la hirviente cazuela de Barajas, el ferrocarril atraviesa la ciudad de parte a parte y enormes camiones, llegados de todos los rincones de Europa, hacen cola para pasar por la aduana. Coslada es una ciudad portuaria, pero su puerto es seco. Puerto Madrid es el nombre de la entidad que agrupa los proyectos de transporte del eje Coslada-Barajas, "la gran plataforma log¨ªstica de la ciudad madrile?a" de la que habla una publicaci¨®n del Ayuntamiento, que otorga a Coslada el merecido y comprometido t¨ªtulo de "Ciudad del Transporte".El pol¨ªgono industrial, creado a finales de los a?os sesenta, marc¨® la especializaci¨®n del municipio en el sector del transporte y dispar¨® el crecimiento demogr¨¢fico de "un pueblo que pasa de ga?an¨ªa a ciudad" sin paradas intermedias, as¨ª lo dice en Madrid y su Comunidad el historiador y cronista Jim¨¦nez de Gregorio refiri¨¦ndose al pasado agropecuario de la localidad, que contaba con 30 vecinos en 1576, que pasaron a ser 245 en los inicios del sigloXX y no m¨¢s de mil en 1950. Veinte a?os despu¨¦s Coslada alcanzar¨ªa los 50.000 y hoy se acerca a los 80.000, y ha de pasar de los 100.000 si se cumplen, que suelen cumplirse, las previsiones de su veterano alcalde (16 a?os en el puesto), Jos¨¦ Hu¨¦lamo Sampedro, de IU, presidente tambi¨¦n de Emvicosa, Empresa Municipal de la Vivienda de Coslada, que gestiona con eficacia el grave problema inmobiliario de una ciudad inserta en un estrat¨¦gico pero reducido y sitiado t¨¦rmino municipal de 11,7 kil¨®metros cuadrados de extensi¨®n, nudo de comunicaciones de primer orden, encrucijada de ancestrales v¨ªas ganaderas como la Ca?ada Real y la Senda Galiana.
En tiempo de la "ga?an¨ªa", en 1858, los ganaderos de la zona se quejaban por los perjuicios que la construcci¨®n del ferrocarril Madrid-Zaragoza iba a acarrear para su trashumante oficio. Las comunicaciones fueron el ayer, son el hoy y ser¨¢n el ma?ana de Coslada; su situaci¨®n en el mapa se?ala su destino y est¨¢ en el origen de su fundaci¨®n; la cercan¨ªa del aeropuerto, del ferrocarril y de importantes carreteras dict¨® en su d¨ªa la ubicaci¨®n de un pol¨ªgono industrial que pronto se mostrar¨ªa muy activo.
En 1979 -escribe Jim¨¦nez de Gregorio- se hab¨ªan instalado en Coslada 1.300 factor¨ªas, industrias, f¨¢bricas y talleres, y con ellas miriadas de trabajadores que encontrar¨ªan en Coslada una vivienda asequible.
Hoy Coslada es mucho m¨¢s que una ciudad dormitorio; la participaci¨®n ciudadana en las ¨¢reas sociales, culturales y deportivas del municipio debe de ser de las m¨¢s elevadas de la Comunidad, y las calles del centro bullen de animaci¨®n comercial y ciudadana. La espaciosa y emblem¨¢tica Rambla es el orgullo de una ciudad moderna que no parece agobiada, ni encajonada por sus problemas de falta de espacio.
La Rambla es una amplia y despejada avenida nacida en sustituci¨®n de lo que iba a ser una autov¨ªa de conexi¨®n con San Fernando de Henares, que hubiera dividido la ciudad y que hoy, sin embargo, sirve como eje de uni¨®n de los distintos barrios y zonas de ocio y de servicios. La Rambla, que se desarrolla a partir del Plan General de Ordenaci¨®n Urbana de 1985, se inicia en la avenida de la Constituci¨®n, junto a la plaza Mayor, que es la del Ayuntamiento, una plaza porticada y moderna de ladrillo visto, presidida por dos arm¨®nicos y funcionales edificios cil¨ªndricos que acogen instalaciones municipales como el centro cultural La Jaramilla, que con el Margarita Nelken y el Jos¨¦ Luis Sampedro conforman la oferta institucional y albergan actividades y cursos de teatro, danza, v¨ªdeo, m¨²sica, artesan¨ªa, fotograf¨ªa y artes pl¨¢sticas. En Coslada, y auspiciadas por el Ayuntamiento, funcionan tambi¨¦n un aula de musicoterapia para integraci¨®n de discapacitados y una filmoteca.
La avenida de la Constituci¨®n desciende hacia la vaguada por la que pasa el ferrocarril de cercan¨ªas. El puente que la salva, informa al cronista un taxista local, se construy¨® utilizando los restos del odioso scalextric de la madrile?a glorieta de Atocha. Una iniciativa personal del alcalde Hu¨¦lamo que alaba encarecidamente este profesional del volante.
El taxista aminora su marcha para ense?ar a los forasteros los encantos de su ciudad que se condensan al final de la longil¨ªnea Rambla, junto al estanque y los coquetos jardines, cuyos templetes y terrazas dan frescor a bulliciosos grupos adolescentes, las parejas se achuchan en los rincones m¨¢s propicios mientras los jubilados contemplan el pausado paseo de los patos y los juegos de agua. Esforzados ciclistas cruzan la ciudad por el carril-bici de la Rambla.
En mitad de la Rambla a¨²n queda un solar bald¨ªo, tierra de nadie que pronto pasar¨¢ a formar parte del patrimonio de todos y de momento sirve como aparcamiento de camiones. Los conductores dormitan, juegan a las cartas o conversan junto a los lomos de sus poderosas bestias mec¨¢nicas. Es la hora de la siesta, a¨²n tardar¨¢n en encenderse los zafios neones de los clubes y g¨¹isquer¨ªas surgidos alrededor del campamento. En una improvisada cancha de tierra juega a la calva, ancestral deporte aut¨®ctono, una cuadrilla de veteranos nost¨¢lgicos de la "ga?an¨ªa". Muy cerca, el moderno edificio del centro Margarita Nelken anuncia, como un mascar¨®n de proa, el avance imparable de la ciudad sobre el descampado. Margarita Nelken, pol¨ªtica y escritora socialista radical y autora de La condici¨®n social de la mujer en Espa?a (1919), comparte patronazgo cultural con el tambi¨¦n escritor y economista Jos¨¦ Luis Sampedro. La mano del Consistorio progresista se adivina en un callejero en el que caben Antonio Machado, Miguel Hern¨¢ndez o Gabriel Celaya, en la toponimia de una ciudad en progreso.
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