El colapso de la sanidad agrava la hambruna en Corea del Norte
Los enfermos norcoreanos "mueren como chinches" en unos hospitales que carecen de medicamentos, calefacci¨®n y comida
ENVIADO ESPECIAL La habitaci¨®n despide un fuerte hedor. Siete enfermos de varias edades est¨¢n hacinados en otras tantas peque?as camas pegadas las unas a las otras en torno a una gran estufa, a¨²n apagada. Las s¨¢banas parecen limpias pero las paredes chorrean suciedad. Buena parte de los otros dormitorios del Hospital Popular de Bongchon, en la comarca norcoreana que lleva el mismo nombre, est¨¢n, en cambio, vac¨ªos.
Hay escasos pacientes en los hospitales de Corea del Norte y los pocos enfermos ingresados son amontonados en un pu?ado de dormitorios para poder calentarles con estufas de hulla cuando llegue el invierno, con temperaturas de hasta 20 grados bajo cero. Hace tiempo que la calefacci¨®n central dej¨® de funcionar por falta de combustible.
A pesar de la hambruna cr¨®nica, que debilita la salud, y a pesar de la mala calidad del agua corriente, repleta de g¨¦rmenes de excrementos humanos que provocan c¨®lera y fiebres tifoideas, los norcoreanos huyen de unos centros hospitalarios sin apenas calefacci¨®n y medicinas y sin alimentos para los enfermos porque ni siquiera el personal sanitario apacigua su hambre.
"Tratamiento m¨¦dico gratuito y prolongaci¨®n de la vida de las personas", anunciaba un inmenso cartel en el que aparec¨ªan dibujados sobre fondo rojo una joven enfermera y un anciano sonriente. Colocado sobre un cami¨®n engalanado, hab¨ªa levantado aplausos a su paso ante la tribuna de autoridades desde la que el l¨ªder norcoreano, Kim Jong Il, asist¨ªa el 9 de septiembre al desfile del 50? aniversario de la independencia de este pa¨ªs, convertido hoy en d¨ªa en el ¨²ltimo reducto del estalinismo en el mundo.
Como todo Estado socialista que se precie, Corea del Norte hizo en sus or¨ªgenes una apuesta cuantitativa por la sanidad. Sobre el papel, las cifras de hospitales comarcales, municipales, provinciales, la red de ambulatorios y el n¨²mero de m¨¦dicos por mil habitantes son a¨²n impresionantes. En realidad, los hospitales son cascarones vac¨ªos. El sistema sanitario se ha desmoronado y la tasa de mortalidad entre los enfermos que acaban siendo ingresados es, probablemente, de las m¨¢s altas del mundo. "Infecciones y septicemias matan a los m¨¢s robustos", asegura un m¨¦dico extranjero.
Rim Yong Jun, el director del hospital municipal de Haeju, un puerto de un cuarto de mill¨®n de habitantes a 150 kil¨®metros al sur de la capital, no se anda con muchos rodeos cuando recibe a delegaciones extranjeras. Mira a los ojos y asevera: "No podemos hospitalizar a m¨¢s pacientes por falta de medicamentos. Estoy adem¨¢s impaciente por recibir m¨¢s alimentos" para los enfermos. El director Rim y su equipo agradecen hasta la saciedad al Cesvi y a Kapanamur, dos ONG italiana y alemana, la entrega de medicamentos que, en realidad, costea ECHO, la oficina de ayuda humanitaria de la Comisi¨®n Europea, la ¨²nica instituci¨®n que proporciona ayuda m¨¦dica. Pero a continuaci¨®n explican apesadumbrados que s¨®lo un 15% de las medicinas que utilizan proceden de la ayuda. El resto son, sobre todo, brebajes y p¨®cimas de la medicina tradicional coreana, mucho menos eficaces. "Cuando se corre de boca en boca que hemos recibido un cargamento de medicinas europeas, los enfermos acuden masivamente al hospital", comentar¨¢ Yun Yo Gun, reci¨¦n nombrado director del hospital de Bongchon.
El doctor Rim convierte su rictus preocupado en sonrisa cuando ense?a en el patio un polvoriento Jeep sovi¨¦tico de 1973 que utilizaron como ambulancia. Hace tiempo que ha dejado de circular por falta de piezas de recambio, y lo mismo ha sucedido con buena parte del material m¨¦dico. Y empieza la larga lista de lamentos.En todos los hospitales del pa¨ªs, excepto acaso en los del Ej¨¦rcito, que nunca han visitado los cooperantes extranjeros, las quejas son similares. A la falta de medicinas se a?ade la carencia de aparatos para esterilizar, de instrumental quir¨²rgico, de unidades de cuidados intensivos, de incubadoras y, sobre todo, la irregularidad del suministro el¨¦ctrico. "Siempre se opera sin guantes", explica un cirujano extranjero, "y con anestesia local porque la total obliga a utilizar una ayuda respiratoria de la que no disponen". "Si la tuvieran tampoco podr¨ªan emplearla porque la luz se va con frecuencia". "De ah¨ª que operen pegados a la ventana para seguir con luz del d¨ªa si se quedan sin corriente". "Hemos pensado hacerlo de noche con velas", confiesa el doctor Rim, "pero nos parece demasiado arriesgado para el paciente".
Operar con anestesia local tambi¨¦n conlleva grandes riesgos. "Para determinadas intervenciones hay que inyectar cantidades masivas de anestesia y por poco que suba en el cuerpo hacia arriba se puede provocar una par¨¢lisis respiratoria o un paro cardiaco". "Los norcoreanos se mueren como chinches en los hospitales. Primero en los quir¨®fanos, o de septicemia durante el posoperatorio, ". "Deber¨ªan operar mucho menos, pero la medicina socialista siempre ha sido muy aficionada a hincar el bistur¨ª por muy desgastado que est¨¦".
Los cooperantes extranjeros est¨¢n convencidos de que la mortandad infantil y adulta se han disparado en Corea del Norte, pero hace tiempo que el r¨¦gimen no proporciona estad¨ªsticas. Incluso los datos sobre la talla y el peso de los ni?os son ahora secreto de Estado para que no se puedan hacer comparaciones desventajosas con el vecino meridional, Corea del Sur.
A pesar de la desolaci¨®n que reina en hospitales y ambulatorios, Lee Dae Chol, responsable de la sanidad para Haeju y sus alrededores, insiste: "La situaci¨®n es ahora algo mejor que en a?os anteriores gracias a la ayuda m¨¦dica internacional". ?sta, sin embargo, se est¨¢ acabando porque el r¨¦gimen comunista quiere sustituirla por materias primas. Lo peor est¨¢ a¨²n por venir.
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