Un modelo universidad-empresa
En la ¨²ltima d¨¦cada, el sistema espa?ol de I+D ha experimentado un cambio espectacular. Casi todos los indicadores referidos a la investigaci¨®n se han duplicado, desde el n¨²mero de investigadores hasta la producci¨®n cient¨ªfica recogida en bases de datos internacionales. Sin embargo, una de las cuentas pendientes de la ciencia p¨²blica espa?ola sigue siendo su contribuci¨®n a la competitividad de la econom¨ªa productiva. Aunque existen valiosos instrumentos para el fomento de la relaci¨®n con el sector industrial, entre los que cabe destacar los proyectos concertados, el interfaz de transferencia OTRI-OTT y la contrataci¨®n de investigaci¨®n realizada por las propias universidades y centros p¨²blicos, a¨²n persisten dificultades que distan de conectar adecuadamente a la investigaci¨®n p¨²blica con su entorno.La palabra transferencia, concepto que refleja gran parte de la filosof¨ªa de actuaci¨®n de los poderes p¨²blicos en este campo, implica la existencia de una frontera entre la investigaci¨®n que se hace dentro de las organizaciones de la ciencia p¨²blica y su utilizaci¨®n posterior. En sinton¨ªa con esta situaci¨®n, el III Plan Nacional de I+D propone unos criterios de financiaci¨®n que otorgan m¨¢s peso a la investigaci¨®n aplicada y a aquellas iniciativas que se encuentran m¨¢s cerca de las demandas sociales. No obstante, un planteamiento dirigido a la superaci¨®n del problema requiere responder a una pregunta: ?existe un modelo de actuaci¨®n en pol¨ªtica cient¨ªfica que favorezca la contribuci¨®n de la ciencia p¨²blica al incremento de la competitividad ? Sin menoscabo de la importancia de la investigaci¨®n de base y de la utilidad de los actuales instrumentos de articulaci¨®n del sistema de I+D, un modo de actuaci¨®n que aumente la competitividad econ¨®mica de la ciencia espa?ola supone pasar de la transferencia de tecnolog¨ªa a la investigaci¨®n en colaboraci¨®n, cuesti¨®n que lleva impl¨ªcito un intento por romper las fronteras que tradicionalmente han separado a la investigaci¨®n acad¨¦mica e industrial.
A modo de ejemplo, una medida puede ser la puesta en pr¨¢ctica de un plan de centros de investigaci¨®n en colaboraci¨®n, dirigido a la creaci¨®n de laboratorios e institutos establecidos a prop¨®sito por actores interesados de la comunidad acad¨¦mica y del sector privado, encaminados a la creaci¨®n de productos del conocimiento vinculados al mercado. Esto se resumir¨ªa en un marco administrativo y presupuestario para la constituci¨®n de consorcios, formados por iniciativa de al menos una empresa y una universidad o centro p¨²blico, que en principio podr¨ªan tener una duraci¨®n limitada y una continuidad sujeta a la viabilidad de sus productos. Los organismos participantes en cada caso aportar¨ªan personal e infraestructura, con una ayuda del Gobierno concretada en asumir parte del coste y ofrecer incentivos fiscales a las inversiones de las empresas.
Las ventajas de esta iniciativa ser¨ªan numerosas. La primera es la posibilidad de crear entornos favorables a la investigaci¨®n aplicada, con modos de evaluaci¨®n y recompensas diferentes a las utilizadas en la ciencia acad¨¦mica. En segundo lugar, los casos exitosos pueden aportar retornos econ¨®micos tanto a las empresas como a los centros p¨²blicos, seg¨²n las condiciones para la explotaci¨®n de los resultados de la investigaci¨®n decididas en cada centro. Otra ventaja ser¨ªa la utilizaci¨®n de una parte importante de la cantera de j¨®venes cient¨ªficos formados en Espa?a, favoreciendo su contacto con el sector productivo. Las experiencias de este tipo no son nuevas. Existen numerosos ejemplos de iniciativas gubernamentales en pa¨ªses desarrollados, as¨ª como casos interesantes de centros mixtos en nuestro pa¨ªs. Lo que s¨ª ser¨ªa novedoso es una pol¨ªtica de Estado que impulsara definitivamente mecanismos como el mencionado para fomentar la investigaci¨®n en colaboraci¨®n.
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