El triunfo de los peque?os
En Alemania, por vez primera la oposici¨®n ha vencido en unas elecciones generales, claro que tambi¨¦n era ins¨®lito que un canciller durase 16 a?os. Otro hubiese sido quiz¨¢s el resultado si Helmut Kohl hubiese cumplido su promesa de dimitir a mitad de la legislatura. El que la alternancia se haya producido por la voluntad expresa del electorado es el car¨¢cter m¨¢s obvio y, desde luego, el m¨¢s comentado de las elecciones del 27 de septiembre, pero puede que no sea el m¨¢s significativo. En otros, de tanto o mayor peso, convendr¨ªa insistir, pero la brevedad me obliga a centrarme en uno que en buena parte ha pasado inadvertido: el sistema de partidos se consolida con los cinco que ya ten¨ªan representaci¨®n parlamentaria.Cuando Los Verdes llegaron al Parlamento Federal, empujados por una socialdemocracia que daba la espalda a los movimientos sociales de la ¨¦poca, se les consider¨® aves de paso que en vano intentaban romper con un bipartidismo que se pensaba inherente a las modernas democracias de masas. Pese a haber finalizado la guerra fr¨ªa, quitando fuelle al fuerte movimiento pacifista, y haber terminado el mensaje ecol¨®gico siendo patrimonio de todos los partidos, Los Verdes no s¨®lo se han consolidado como la tercera fuerza pol¨ªtica, sino que incluso van a participar en el pr¨®ximo Gobierno federal.
Se manejaba tambi¨¦n la hip¨®tesis de que los liberales, desgastados por 30 a?os en el poder, podr¨ªan no alcanzar el list¨®n del 5% de los votos. En la noche electoral los liberales celebraron alborozados su paso a la oposici¨®n parlamentaria, porque obviamente era el menor de los males previstos. Esta vez han puesto de manifiesto que, sin recibir ning¨²n voto prestado, cuentan con un electorado reducido, pero fiel.
Si hubieran quedado fuera del Parlamento les amenazaba el peligro de que se disolvieran en distintas sectas extraparlamentarias, pero una vez asegurado su puesto dentro probablemente se recompongan como una fuerza pol¨ªtica en mayor consonancia con los tiempos. La presencia de un grupo parlamentario liberal supone adem¨¢s para los socialdem¨®cratas la garant¨ªa de que si los verdes resultasen a mediano plazo demasiado inc¨®modos siempre podr¨ªan cambiar de socio. Justamente, esta posibilidad mantendr¨¢ a Los Verdes dentro de l¨ªmites muy precisos.
Pero la mayor sorpresa nos la han proporcionado los poscomunistas del Partido del Socialismo Democr¨¢tico (PDS) que defienden con pulcritud el programa tradicional de la socialdemocracia. Contra todo pron¨®stico, han rebasado por vez primera el 5% de los votos, pudiendo as¨ª formar grupo parlamentario propio. La pol¨ªtica de descalificaci¨®n y de discriminaci¨®n practicada contra ellos no ha servido m¨¢s que para aumentar su apoyo social. Lejos de representar tan s¨®lo a los incorregibles de m¨¢s edad de la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, a los que el tiempo terminar¨ªa por trag¨¢rselos, han ampliado no s¨®lo su base en los "nuevos Estados" sino que en la Alemania del Oeste han superado ya el n¨²mero de votos del antiguo partido comunista.
Su l¨ªder, Gregor Gysi, est¨¢ en camino de convertirse en el portavoz de una oposici¨®n verdaderamente incisiva. Por lo pronto, ha asegurado que volver¨¢ a presentar las proposiciones de ley que hab¨ªa defendido el SPD para darse el gusto de comprobar que lo que se pide en la oposici¨®n luego no se realiza en el Gobierno. La presencia en el Parlamento de tres partidos peque?os con muy distintos contenidos, al despejar los peligros del bipartidismo, es la mejor garant¨ªa del control democr¨¢tico de los dos grandes partidos.
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