Cristianismo y socialismo: del anatema al di¨¢logo
La actitud del cristianismo ante el socialismo no ha sido tan monol¨ªtica como se nos ha querido presentar. Junto a los anatemas de los documentos pontificios se han dado actitudes de apertura, di¨¢logo y convergencia por parte de los cristianos. ?stas son m¨¢s desconocidas que aqu¨¦llos. Hagamos un poco de historia.El socialismo estuvo desde el principio en el punto de mira del magisterio eclesi¨¢stico, quien lanz¨® contra ¨¦l todo tipo de condenas. El socialismo engrosa la lista de los principales errores modernos anatematizados por la Iglesia cat¨®lica al lado del materialismo, el darwinismo, el ate¨ªsmo, el pante¨ªsmo, el de¨ªsmo, el racionalismo, el protestantismo, el comunismo, el sindicalismo, el liberalismo, el modernismo, el laicismo y la masoner¨ªa. El Syllabus (1864), de P¨ªoIX, mezcla el socialismo con las sociedades clandestinas, las sociedades b¨ªblicas y las sociedades cl¨¦rigo-liberales, y define a todos ellos como "pestes de doctrinas". Al socialismo se le condena por impugnar la propiedad privada -considerada de derecho natural-, negar obediencia a los poderes superiores, predicar la perfecta igualdad entre todos los seres humanos en derechos y jerarqu¨ªas, trastornar los fundamentos de la sociedad civil y atentar contra la familia. Se le tiene por descendiente del liberalismo (?!) e impulsor del bolchevismo.
El socialismo respondi¨® en el mismo tono y adopt¨® una actitud igualmente beligerante contra el cristianismo, al que calificaba de integrista en lo pol¨ªtico, contrarrevolucionario en lo social y retr¨®grado en lo cient¨ªfico y cultural. Denunci¨® la alianza entre el trono y el altar, y afirm¨® que todas las creencias religiosas son generadas por la ignorancia y el miedo y contrarias al progreso. Sin embargo, en el debate ideol¨®gico entre te¨®logos y te¨®ricos del socialismo se ha producido una corriente c¨¢lida de comunicaci¨®n, y en la acci¨®n sindical y pol¨ªtica ha habido una estrecha colaboraci¨®n entre cristianos y socialistas. Veamos dos ejemplos que pueden resultar iluminadores de cara al futuro: el socialismo religioso y cristianos por el socialismo.
El socialismo religioso fue un movimiento socio-teol¨®gico que surgi¨® a principios del siglo XX bajo la iniciativa e inspiraci¨®n de los te¨®logos L. Ragaz y Ch. Blumhardt. Cont¨® con el apoyo de personalidades teol¨®gicas como Paul Tillich. Su principal objetivo era mostrar la compatibilidad entre cristianismo y socialismo y lograr la uni¨®n entre ambos en la acci¨®n pol¨ªtica y en la lucha obrera. Ello le lleva a refutar la actitud antisocialista del cristianismo oficial. Constata la existencia de la lucha de clases tanto en la sociedad como en la Iglesia. ?sta debe apoyar la lucha del proletariado por su liberaci¨®n. La unidad de la Iglesia se lograr¨¢ con el advenimiento de la lucha sin clases. De esta manera los socialistas religiosos intentan ofrecer una respuesta adecuada y coherente al contencioso Iglesia-clase obrera, luchando por la redenci¨®n social de los trabajadores, por la superaci¨®n de la pobreza y por la instauraci¨®n de una sociedad igualitaria.
Cristianos por el socialismo es un movimiento que nace en Chile a principios de los a?os setenta de nuestro siglo con motivo del triunfo de Salvador Allende. Pronto se extiende por toda Am¨¦rica Latina y Europa. Era la ¨¦poca en que arreciaba la cr¨ªtica contra el marxismo ortodoxo desde el interior de la tradici¨®n marxista y se impulsaba un socialismo de rostro humano desde la acci¨®n pol¨ªtica. La incorporaci¨®n de los cristianos en los movimientos populares de liberaci¨®n era el hecho mayor en el cristianismo latinoamericano. La amplia afiliaci¨®n de los cristianos y cristianas a los partidos socialistas era uno de los fen¨®menos m¨¢s relevantes del cristianismo moderno. As¨ª se quebraba la conciencia pol¨ªtica monol¨ªtica de la tradici¨®n cristiana, identificada hasta entonces con las opciones pol¨ªticas conservadoras y con planteamientos sindicales interclasistas.
El objetivo del movimiento era doble. Por una parte, el desbloqueo ideol¨®gico de los cristianos y cristianas, que llevaba a superar las tradicionales incompatibilidades entre marxismo y cristianismo, amor cristiano y lucha de clases, esperanza cristiana y compromiso pol¨ªtico. Por otra, la asunci¨®n de la praxis revolucionario-liberadora no como algo coyuntural, sino como exigencia fundamental del cristianismo y expresi¨®n p¨²blica de la fe.
Hoy el horizonte del debate ya no es la compatibilidad o incompatibilidad doctrinal entre cristianismo y socialismo, sino que ha de moverse en los planos moral y pol¨ªtico. La confrontaci¨®n no se da entre ¨¦tica socialista y moral cristiana, sino entre ¨¦tica neoliberal, profundamente individualista, selectiva y excluyente, y ¨¦tica cristiano-liberadora, de orientaci¨®n comunitaria, integradora e inclusiva. Aun cuando los socialistas se oponen en sus programas electorales a la ¨¦tica neoliberal, ¨¦sta ha conseguido filtrarse h¨¢bilmente en las pol¨ªticas econ¨®micas y en ciertos estilos de vida del socialismo actual, hasta reducir a la m¨ªnima expresi¨®n la dimensi¨®n social e igualitaria de la tradici¨®n socialista. Aun cuando expresan su simpat¨ªa por ciertas corrientes cristianas progresistas como la teolog¨ªa de la liberaci¨®n y las comunidades de base, en la pr¨¢ctica minusvaloran la ¨¦tica de la fraternidad-sororidad practicada por ellas, calific¨¢ndola de idealista e irrealizable. A mi juicio, el socialismo actual deber¨ªa aprender de los cl¨¢sicos del marxismo, que valoraron positivamente las propuestas ¨¦tico-liberadoras del cristianismo -sobre todo del primitivo- y las integraron en sus programas y en su estilo de vida.
El debate pol¨ªtico debe girar en torno a la dimensi¨®n cr¨ªtico-p¨²blica de la fe cristiana. Determinados sectores socialistas -tambi¨¦n espa?o-les- arrastran el error de la modernidad: reducir el cristianismo al ¨¢mbito privado y desconocer su car¨¢cter socio-pol¨ªtico. Dichos sectores deber¨ªan reconocer que el cristianismo no es una "religi¨®n de sacrist¨ªa", sino de calle y con vocaci¨®n c¨ªvica; que puede ejercer una innegable funcionalidad cr¨ªtico-p¨²blica de car¨¢cter emancipador y que actualmente inspira y anima importantes proyectos de desarrollo integral en los pa¨ªses subdesarrollados y en los sectores marginados de nuestra sociedad. As¨ª lo vio ya Marx, quien no s¨®lo consideraba la religi¨®n como "opio del pueblo", sino que la defini¨® bellamente como "el suspiro de la criatura oprimida, el coraz¨®n de un mundo sin coraz¨®n, el esp¨ªritu de una situaci¨®n carente de esp¨ªritu".
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