Una guitarra con buena memoria El guitarrista cordob¨¦s Jos¨¦ Antonio Rodr¨ªguez repas¨® su trayectoria en un concierto lleno de sentimiento
Un guitarrista puede contar su vida de muchas maneras. Paco de Luc¨ªa se encontr¨® con un bi¨®grafo llamado Juan Jos¨¦ T¨¦llez, autor del libro Retrato de familia con guitarra. Jos¨¦ Antonio Rodr¨ªguez, primer alumno de la escuela de Guitarra de C¨®rdoba, eligi¨® otro camino expresivo, el de su propia m¨²sica, para revisar su trayectoria en el trabajo Manhattan de la Frontera. Ese Manhattan que en Woody Allen tiene forma de saxo y en Rodr¨ªguez es una guitarra aterciopelada y volc¨¢nica a la vez. El llanto del cantaor es transitivo; el del guitarrista, intransitivo; delega las l¨¢grimas en el instrumento en un ejercicio de distanciamiento propio del Actor"s Studio. Tres guitarras y un bajo el¨¦ctrico en la frontera de los sonidos. Manuel Nieto, el bajista, se qued¨® mudo por una componenda el¨¦ctrica. Una venganza del t¨¦cnico, el ¨²nico del grupo al que Rodr¨ªguez no hab¨ªa mencionado en la presentaci¨®n. Parece un relato de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s. En todo buen guitarrista, hay una mano de pianista que va por libre. La guitarra es un mapa para cart¨®grafos del alma, un eje de coordenadas en el que la mano de las abcisas ofrece la fuerza y la de las ordenadas responde con los sentimientos. Alfarero de Triana El resultado es como un discurso escrito en el aire. El toque es el primero de los g¨¦neros. El ¨²nico autosuficiente. Si se calla el cantaor, parafraseando la copla de Horacio Guaran¨ª, no pasa nada. Si el bailaor hace la estatua, no pasa nada. Si enmudece la guitarra -o el bajo el¨¦ctrico- hay que volver a empezar. Si el doctor Fergusson hubiera elegido a un cantaor, un bailaor y un guitarrista para organizar una juerga flamenca en las Cinco semanas en globo de Julio Verne y tuviera que soltar lastre sin parar la juerga, tendr¨ªa que prescindir del cantaor y el bailaor. Nunca del guitarrista. Las tres guitarras, las de Rodr¨ªguez, Ismael Guijarro y Jos¨¦ Manuel Moreno, parec¨ªan retah¨ªlas de ochos, musas culonas de Botero. El bajo elevaba el tono y el cotarro lo animaba. Manuel Soler golpeaba un c¨¢ntaro como si fuera un alfarero de Triana. Este antiguo bailaor que acompa?¨® a Caracol y a Paco de Luc¨ªa es despu¨¦s del cantaor Ni?o Segundo el que m¨¢s veces ha actuado en la Bienal. Acompa?¨® antes que a Rodr¨ªguez al Ni?o de Pura, a Mar¨ªa Pag¨¦s, a Israel Galv¨¢n. Los guitarristas cruzan la pierna derecha sobre la izquierda. Es la misma postura que las madres cuando les dan el pecho a sus hijos. Igual que los lactantes, la guitarra s¨®lo emite vocales. No hubo cante en las memorias musicales de Rodr¨ªguez. Es paisano de Paco Pe?a, due?o de la guitarra laborista en la que hizo el parvulario musical Tony Blair. Con el magisterio de Rodr¨ªguez, Blair no ser¨ªa primer ministro; llegar¨ªa a emperador de la China. Fue la noche de los j¨®venes ganadores, que entre bastidores so?aban con contratos. Entraban en un mundo "muy dif¨ªcil y muy bonito", como dijo con sencillez el guitarrista Paco Javier Jimeno, de Estepona, compa?ero de Melchora Ortega y Rafael de Carmen en el triple premio: medio mill¨®n, un disco y una gira por Andaluc¨ªa. En una versi¨®n de la respuesta que Marx le dio a Proudhome cuando ¨¦ste public¨® La miseria de la filosof¨ªa, estos j¨®venes no vienen a contemplarse -el ombligo- sino a transformarse. Por orden de independencia, con el toque, el cante y el baile, un viaje m¨¢s espiritual que anat¨®mico de las manos a los pies.
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