El Oviedo abre en canal al Atl¨¦tico
El conjunto rojiblanco sigue sin asimilar el sistema de Arrigo Sacchi
El sofisticado engranaje t¨¢ctico de Arrigo Sacchi funcion¨® en Oviedo apenas 20 minutos. Transcurrido ese tiempo, luego de que el Atl¨¦tico cayera en la cuenta de que a su maquinaria le faltaba una pieza tan b¨¢sica como el manual para el manejo del bal¨®n, el Oviedo le abri¨® la defensa en canal en una emboscada, se adelant¨® en el marcador y, hasta el final, ocup¨® el tiempo restante en hacerle ver al rival que no s¨®lo de presi¨®n vive el f¨²tbol.
El segundo tiempo del Atl¨¦tico fue un ejemplo de desajustes, de falta de criterio en la l¨ªnea medular y de propensi¨®n al suicidio en la defensa. Todo ello ante un Oviedo feliz acechando al contraataque y siempre con el garrote oculto en el refajo y listo para golpear. El Atl¨¦tico sali¨® de Oviedo cansado, convencido de los muchos conceptos que debe pulir y apremiado ya por las prisas, pues aprenderse de memoria el libro gordo de Sacchi no parece tarea f¨¢cil, con la Liga en pleno rodaje.
El primer tiempo se jug¨® ayer como se baila un chotis. Ambos equipos bien juntos, abrazados al c¨ªrculo central, y de all¨ª a cada ¨¢rea, el desierto. V¨¢zquez consign¨® a su equipo para mantener al rival lo m¨¢s lejos posible de Esteban y traspasarle as¨ª el problema del bal¨®n, de c¨®mo jugarlo sin rifarlo y sin sucumbir a la presi¨®n rival. Tard¨® el Atl¨¦tico demasiado tiempo en lograrlo, lo suficiente para que el Oviedo pasara alg¨²n apuro s¨®lo por su flanco derecho.
Juninho, que a¨²n es una sombra del que luci¨® antes de su lesi¨®n, tuvo en su pierna derecha la llave del partido. Iba un cuarto de hora de juego cuando bot¨® un golpe franco con tiral¨ªneas y el bal¨®n roz¨® el poste, con Esteban batido. Por entonces, el Oviedo andaba muy ocupado manteniendo al Atl¨¦tico al borde de una imaginaria l¨ªnea de seguridad. El Atl¨¦tico empez¨® a verse entonces hu¨¦rfano de conductor en su cabina de mandos. El bal¨®n iba y ven¨ªa apenas sin salirse de la baldosa, y al Atl¨¦tico el baile no le gustaba nada. Bejbl andaba esquinado en la izquierda; Njegus maniobraba trabajosamente en la derecha; Mena barr¨ªa y barr¨ªa y Juninho corr¨ªa hacia ninguna parte. Arriba, Kiko era como ese electrodom¨¦stico que no te funciona, sin que te des cuenta de que lo tienes desenchufado.
El Oviedo entr¨® a por el partido por la banda derecha, la de Serena, es decir, la de Iv¨¢n Iglesias. El asturiano, que se fue a la caseta exhausto y aclamado por la afici¨®n, reedit¨® ayer sus mejores tiempos en el Bar?a de Cruyff. Interpret¨® el partido con exactitud, con una rara habilidad para hacer siempre lo preciso y para inclinar el partido hacia el flanco m¨¢s d¨¦bil del enemigo. Hizo el primer gol tras cambiarse los papeles con el dan¨¦s Moller, un ariete de aspecto acorazado, que le sirvi¨® en el ¨¢rea peque?a un bal¨®n de gol, resuelto por Iv¨¢n con la solvencia de un goleador.
El partido deb¨ªa abrir entonces una fase reivindicativa para el Atl¨¦tico, pero lo que depar¨® fue una clara evidencia: el equipo de Sacchi tiene mucho que trabajar para hacerse a un estilo basado desde siempre en correr un mont¨®n de riesgos. S¨®lo otro golpe franco de Juninho, a las puertas del descanso, pudo sacar a los madrile?os del atolladero, pero la manopla de Esteban frustr¨® el empate.
Tras el descanso, Sacchi le entreg¨® a Valer¨®n el mando de las operaciones y devolvi¨® a Bejbl a su espacio natural. No hubo resultados satisfactorios, pues el Oviedo vivi¨® a sus anchas, aun a costa de tener que retrasar su parapeto defensivo hasta las cercan¨ªas de su propia ¨¢rea. Adem¨¢s, V¨¢zquez tuvo en el descanso un rasgo de buen estratega y de buen conocedor de los trucos de su rival y maestro italiano. Retir¨® a Moller, sac¨® a Iv¨¢n Ania y puso a su equipo en disposici¨®n de explotar el contraataque.
El paisaje del segundo tiempo fue un puro desasosiego para el Atl¨¦tico. Le costaba un mundo llegar al ¨¢rea enemiga, se atascaba, perd¨ªa el bal¨®n y se quedaba a merced del contraataque ovetense y con las espaldas mal cubiertas. As¨ª lleg¨® el 2-0 y, ya con el partido sentenciado, el tercero del Oviedo y el maquillaje de la derrota con el penalti postrero, transformado por Juninho.
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