Siete medidas contra el dopaje
El tema del dopaje sigue de actualidad debido a los muchos acontecimientos de las ¨²ltimas semanas. Frecuentemente, las noticias aparecidas no tienen base cient¨ªfica alguna, ni conocimiento realista de lo que significan las ayudas ergog¨¦nicas en el deporte de alta competici¨®n, entre ellas las prohibidas. Tampoco se han clarificado totalmente las posturas ni de los dirigentes deportivos ni de los observadores medi¨¢ticos, sobre si la actual situaci¨®n de reglas y controles es la adecuada. Se nos aplazan posibles cambios en todo ello hasta el Congreso de febrero en la sede del COI, aunque hay voces que ya propugnan "barra libre" en el consumo de toda clase de estimulantes.Es hora de tomar decisiones, antes de que todo el entramado econ¨®mico y comercial que se mueve en el deporte de ¨¦lite acabe engullendo al mismo, y todo se quede en puro negocio y quiz¨¢s espect¨¢culo, aunque ¨¦ste pueda resultar dantesco. Tenemos una gran tendencia al morbo y prueba de ello, aparte del gran eco que despiertan los esc¨¢ndalos del dopaje, lo demuestran las frecuentes escenas que se ven en televisi¨®n de peleas, choques violentos, ca¨ªdas espectaculares y visiones similares. El deporte va perdiendo su imagen l¨²dica y limpia, en beneficio de ser a menudo un muestrario de muchos de los demonios internos que subyacen en la naturaleza humana. Los grandes eventos deportivos no deben ser la v¨ªa de escape de las grandes dosis de agresividad que nos provoca la agitada vida actual, al menos no como meros espectadores. Otra cosa es fomentar la pr¨¢ctica del ejercicio f¨ªsico para gastar ese exceso de energ¨ªas y como relajante de tensiones.
Para encauzar toda esta problem¨¢tica del control del posible abuso de estimulantes por parte de deportistas que voluntariamente participan en competiciones oficiales, propongo las siguientes medidas:
1. Unificar de forma inmediata y obligatoria en todas las pruebas bajo la disciplina del COI y de las Federaciones Internacionales los reglamentos. Eso supone aceptar las mismas listas de productos prohibidos y de sanciones, y la obligatoriedad de su cumplimiento. No puede ser que algunos infractores elijan cu¨¢ndo purgar sus castigos.
2. No admitir la participaci¨®n en los Juegos Ol¨ªmpicos de los deportes que no acaten esta normativa com¨²n, comenzando por los de Sydney. No es de recibo la posible presencia de deportistas como el ¨²ltimo h¨¦roe americano, el bateador de b¨¦isbol Mack McGwire, que admite ingerir anabolizantes.
3. Dedicar m¨¢s dinero del que disponen el COI y las Federaciones Internacionales a la investigaci¨®n de nuevos m¨¦todos para la detecci¨®n del dopaje. Se evitar¨ªan as¨ª los falsos positivos que a¨²n ocurren con la testosterona y se avanzar¨ªa en las t¨¦cnicas para la m¨¢s f¨¢cil detecci¨®n del abuso de productos tan peligrosos como la hormona del crecimiento (somatotropina) o la eritropoyetina (EPO). Cualquier deportista que ya de adulto tenga que usar aparatos correctores por el anormal crecimiento de su dentadura es sospechoso de inyectarse somatotropina.
4. Para disuadir del actual abuso de productos anabolizantes, no hay mejor sistema que aumentar los controles por sorpresa, fuera de competici¨®n. Es la forma m¨¢s eficaz de sorprender a los tramposos, pues es en las ¨¦pocas de alto volumen de entrenamiento cuando m¨¢s ventajas dan esos productos prohibidos. Instaurar los controles de sangre entonces ser¨ªa m¨¢s ¨²til y menos molesto que en pleno per¨ªodo de competici¨®n.
5. Implementar una normativa que obligue a todo deportista de ¨¦lite (por ejemplo, los 25 primeros de la lista mundial en cada temporada, o los internacionales de los equipos) a pasar al menos tres controles por sorpresa en el a?o previo a los grandes acontecimientos ol¨ªmpicos o mundiales. La IAAF actualmente no paga premios al que no cumpla con este requisito. Pero habr¨ªa que ir m¨¢s lejos e impedirle participar.
6. El argumento que se utiliza con frecuencia sobre el contrasentido de que un profesional no pueda tomar un medicamento que s¨ª puede utilizar un ni?o, perder¨ªa su base si en referencia a los f¨¢rmacos prohibidos dentro de los considerados ligeros (con una penalizaci¨®n m¨¢s liviana) se aumentaran los niveles que deben encontrarse en la orina para considerar que ha habido infracci¨®n. Tal es el caso de la efedrina, la cafe¨ªna, la morfina y productos an¨¢logos. Las cantidades consideradas como un positivo deber¨ªan estar claramente por encima de los niveles terap¨¦uticos. Adem¨¢s, tal como est¨¢ ahora en las reglas de la IAAF para la primera infracci¨®n, recomiendo castigar su uso s¨®lo con "advertencia p¨²blica" y p¨¦rdida del resultado en la prueba en la que se detect¨®.
Prohibir sustancias como la marihuana son cortinas de humo, dado que un deportista que compita fumando lo hace en inferioridad de condiciones f¨ªsicas. El argumento de mal ejemplo que se da es banal, comparado con otros aspectos todav¨ªa menos edificantes que rodean al deporte de ¨¦lite hoy d¨ªa.
7. Por ¨²ltimo, hay que informar correctamente a la opini¨®n p¨²blica de todo lo referente al dopaje en el deporte. Pero sobre todo a los deportistas, para educarlos en el doble aspecto de lo que tiene de falta de ¨¦tica el hacer trampas y de los peligros que para su salud actual o futura ocasiona el abuso de sustancias dopantes. Recordemos los casos de los deportistas famosos muertos prematuramente, quiz¨¢s por haber abusado durante a?os de tales sustancias. Adem¨¢s, intentar disuadirles de caer en la tentaci¨®n de acortar el camino para llegar a la fama y el dinero con reglas claras y estrictas, que si infringen pueden apartarles de su profesi¨®n.
Si todo esto no se hace con urgencia, el deporte de ¨¦lite, el que produce diversi¨®n y anima a los ciudadanos a imitar a sus ¨ªdolos haciendo ejercicio, tan necesario en una sociedad tendente al sedentarismo a pesar de disponer de m¨¢s tiempo para el ocio, se ver¨¢ finalmente devorado por el fraude y el peligro que supone el dopaje.
Los dirigentes tenemos la obligaci¨®n de seguir trabajando de una forma sensata, eficaz y realista para que esto no ocurra. No con declaraciones como las que hizo De Merode, dando palos de ciego al deporte espa?ol, al que muchos no perdonan que haya pasado de convidado de piedra internacionalmente a protagonista destacado. Que imperen el sentido com¨²n y los conocimientos del tema para propugnar medidas que contribuyan a mejorar el estado de la cuesti¨®n: la salud del deporte mundial.
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