Desde Internet con amor
M¨¢s de 1.000 rusas se casan cada a?o con norteamericanos a trav¨¦s de agencias que se anuncian por la red
Natasha (nombre en clave: 7V-5) es una estudiante de 22 a?os, 1,65 metros y 56 kilos. Vive en Kem¨¦rovo (Siberia), se defiende bastante bien en ingl¨¦s, le gustan la nataci¨®n y el alpinismo y su objetivo en la vida es ser una amante esposa y una madre cari?osa. Busca un hombre de hasta 46 a?os, tierno, familiar y en el que se pueda confiar. Su ficha es una de las centenares que pueden encontrarse, v¨ªa Internet, en la agencia matrimonial Anastasia, especializada en casamenter¨ªa entre rusas y estadounidenses. Su direcci¨®n y n¨²mero de tel¨¦fono pueden conseguirse por 15 d¨®lares (unas 2.000 pesetas). Hay donde elegir, y no s¨®lo en Rusia, sino en toda la antigua URSS. La mayor¨ªa son muy j¨®venes, como la ucrania Olga (18 a?os) o la petersburguesa Marina (20), pero tambi¨¦n las hay que han pasado de la treintena, como la moscovita Irina (33), que se define como amable, inteligente, responsable, rom¨¢ntica, honesta, sincera, saludable, sentimental y con sentido del humor. Con tales prendas personales, esta dise?adora pretende encontrar un marido de cualquier edad, alto, con educaci¨®n superior, amable, sensual y al que le gusten los ni?os.La oferta supera ampliamente la demanda. Seg¨²n fuentes consulares, cada mes se conceden en Rusia unos cien visados especiales a rusas comprometidas con norteamericanos, casi siempre como resultado de los contactos establecidos a trav¨¦s de agencias con nombres tan sugestivos como Cupidon, Noches Blancas, Princesas Rusas o Estrellas Siberianas. ?Qu¨¦ buscan las rusas? Seg¨²n los dos gerentes de Anastasia (por cierto, una pareja mixta), un compa?ero responsable y para toda la vida, un ideal supuestamente muy dif¨ªcil de encontrar actualmente en su pa¨ªs. Ellas saben, prosiguen alabando el ego de los eventuales pretendientes, que los norteamericanos ser¨¢n maridos mucho mejores que los rusos.
La realidad no es tan id¨ªlica. Millones de rusos siguen considerando a EE UU, si no un para¨ªso con las calles pavimentadas con lingotes de oro, s¨ª al menos una tierra repleta de oportunidades para prosperar. Muchas de estas chicas que recurren a las agencias pretenden que el matrimonio con un norteamericano sea, ante todo, un pasaporte para escapar de la miseria.
El consulado estadounidense establece algunos filtros para evitar fraudes. Recientemente, una rusa que acababa de ganar su residencia en EE UU gracias a la loter¨ªa (hay 3.000 casos al a?o) se present¨® de repente con un novio ruso. Pero no hab¨ªa romance, sino negocio. Los ganadores de la loter¨ªa son un claro objeto de codicia entre quienes aspiran a emigrar y su colaboraci¨®n se mide en muchos miles de d¨®lares.
Los visados para las novias rusas se conceden bajo la condici¨®n de que el matrimonio debe celebrarse antes de 90 d¨ªas. Si no es as¨ª, queda anulado. Pasados dos a?os, los agentes de inmigraci¨®n someten a la pareja a una minuciosa investigaci¨®n que incluye entrevistas separadas en las que se pregunta desde el lado de la cama en que duerme cada uno hasta el color de los pijamas o las m¨¢s insospechadas peculiaridades de la vida cotidiana y sexual. Eso s¨ª, un d¨ªa despu¨¦s de cumplirse los dos a?os, y si se ha pasado con ¨¦xito el examen de la migra, se puede solicitar el divorcio, porque el permiso de residencia es ya irrevocable.
?Y qu¨¦ es lo que buscan en Rusia un programador de Dallas o un taxista de Boston que no puedan encontrar en su propio pa¨ªs? Al parecer, les gustan las rusas porque son guapas, rubias, inteligentes, con alto nivel de educaci¨®n, sumisas, dependientes del marido y j¨®venes.
Hay mucho homo americanus suelto por ah¨ª, incluso de nivel de ingresos y de educaci¨®n medio-alto, que considera a sus compatriotas demasiado competitivas, capaces hasta de disputar qui¨¦n ha de llevar los pantalones en casa. Adem¨¢s, las rusas est¨¢n dispuestas a casarse con hombres mayores. Casi ninguna, aunque roce la adolescencia, hace ascos a un novio de 40 a?os, y hay casos en que la diferencia supera los 35 a?os.
Eso s¨ª, hay que correr ciertos riesgos. Como el de un pretendiente que se encontr¨® con que lo ¨²nico que buscaba la rubia platino con la que quer¨ªa compartir sus d¨ªas y sus noches era disfrutar de unas espl¨¦ndidas vacaciones en Estados Unidos. Despu¨¦s de llevarla a reunirse con sus amigas por medio pa¨ªs, y tras dejar temblando su tarjeta de cr¨¦dito por costosos regalos, la chica le dijo un d¨ªa que ten¨ªa que volver urgentemente a Rusia porque su madre agonizaba. Fin del romance. Nunca volvi¨® a verla.
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