Egipto y el envejecimiento
Clara, adolescente quincea?era, est¨¢ fascinada por la cultura de Egipto. Es visitada con frecuencia por su abuelo Emilio, mel¨®mano impenitente, que ha fracasado una y otra vez en los repetidos intentos de introducir a la nieta en las maravillas de la m¨²sica cl¨¢sica. De su ¨²ltimo viaje al extranjero le ha tra¨ªdo dos discos: uno, titulado Mozart en Egipto, de precioso dise?o, editado por Virgin, con fragmentos de La flauta m¨¢gica; Tamos, rey de Egipto; La oca del Cairo y la Sinfon¨ªa 25; el otro, con fados de Misia (hoy act¨²a en la m¨ªtica sala Olimpia de Par¨ªs) sobre textos de Saramago, Pessoa y otros poetas, ha sido una equivocaci¨®n del abuelo, confundido con el peinado a lo Cleopatra de la cantante portuguesa.Clara se ha quedado hechizada con el doble regalo y hasta se ha dejado invitar a ver Aida, para continuar en su descubrimiento de faraones y pir¨¢mides. El deslumbramiento ha sido total y se ha convertido sin posibilidad de retorno a Mozart, Verdi (y el fado portugu¨¦s). D¨ªas despu¨¦s ha preguntado al abuelo por qu¨¦ hab¨ªa tan pocos j¨®venes en la ¨®pera. El abuelo ha divagado sobre la educaci¨®n, los precios y otros lugares comunes. Clara permanece con el interrogante.
El p¨²blico de la m¨²sica cl¨¢sica envejece. Los j¨®venes no toman el relevo. La revista Scherzo pone el dedo en la llaga en su editorial del n¨²mero de octubre sobre este preocupante tema y lanza un grito de alarma, anunciando, a falta de encuestas y estudios fiables, un debate entre artistas, pedagogos, cr¨ªticos y aficionados para encontrar las razones de este fen¨®meno. La iniciativa es magn¨ªfica para conocer algo m¨¢s de una situaci¨®n que puede convertirse en irreversible.
Eduardo Haro Tecglen se preguntaba hace unos d¨ªas en una tertulia p¨²blica si no se ha producido un desplazamiento del p¨²blico de las salas de concierto a los equipos de reproducci¨®n discogr¨¢fica. Son dos manifestaciones, la m¨²sica en vivo y las grabaciones, aparentemente complementarias, pero quiz¨¢ las interpretaciones de otras ¨¦pocas eran m¨¢s seductoras y hay un creciente n¨²mero de aficionados que se refugia en ellas.
Las ventas de discos, en cualquier caso, han descendido en los ¨²ltimos tiempos. Es un factor que puede depender de la saturaci¨®n de las discotecas privadas, aunque tambi¨¦n de una p¨¦rdida de inter¨¦s por la m¨²sica seria. Los indicadores est¨¢n ah¨ª, pero lo cierto es que se sabe muy poco de las causas sociol¨®gicas.
Algunas cuestiones s¨ª parecen claras. A la oferta de ocio masiva actualmente existente se han a?adido otros factores como la proliferaci¨®n de cadenas de televisi¨®n o Internet. La cultura del espect¨¢culo musical (y la literaria, y la pl¨¢stica) se est¨¢ desplazando de una pr¨¢ctica cotidiana a un tipo de b¨²squeda de lo excepcional. Por ello, el ¨¦xito de los festivales o de las grandes exposiciones. Para bastantes sectores la relaci¨®n anual con la m¨²sica se centra m¨¢s en periodos concentrados alrededor de un festival (Salzburgo, por ejemplo) que en el domingo a domingo de las orquestas locales. Lo cotidiano se desplaza tambi¨¦n hacia lo excepcional en los ciclos de grandes conciertos con orquestas extranjeras (Iberm¨²sica, con lista de espera) o en el glamour de la ¨®pera.
No es ninguna tragedia: es una elecci¨®n. La consecuencia inmediata es una disminuci¨®n de asistencia a las convocatorias tradicionales.
Hay muchos otros factores, sobre los que habr¨¢ que volver una vez finalizado el debate de Scherzo. Al abuelo Emilio, lector incondicional de la revista, le vendr¨¢n bien estos datos para cont¨¢rselos a Clara. De momento, y en pleno idilio musical con su nieta, le ha propuesto ir a Bilbao este fin de semana para escuchar La flauta m¨¢gica (contin¨²a lo egipcio) y, posteriormente, a Barcelona con motivo del tercer festival de m¨²sicas del mundo de La Caixa (a partir del 17), con grupos de Ir¨¢n, Armenia, Uzbekist¨¢n y otros pa¨ªses.
No hay nada expresamente de Egipto, pero despu¨¦s de lo de Misia y los fados, cualquier excusa puede servir y no es peque?a la de las proximidades geogr¨¢ficas.
Y adem¨¢s, en esta doble excursi¨®n, Clara podr¨¢ comprobar un esp¨ªritu de apertura cultural en las autonom¨ªas hist¨®ricas que no se corresponde con el discurso primitivo de algunos l¨ªderes nacionalistas. Lo que da de s¨ª Egipto.
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