SOS por Olavide
Don Pablo Antonio de Olavide, traductor de obras teatrales francesas, rico por la v¨ªa del braguetazo y prohombre detentador de cargos, prebendas y gabelas bajo la protecci¨®n del conde de Aranda, tuvo problemas con la Santa Inquisici¨®n al cesar aqu¨¦lla. Durante su ¨¦poca de poder y mando quiso colonizar Sierra Morena. No me consta que poseyera un esp¨ªritu ecologista ni lo que pensar¨ªa sobre el proyecto de reforma de la madrile?a plaza que ostenta su nombre.Yo s¨ª s¨¦ lo que pienso. Sufr¨ª como suele sufrir un chino cuando volaron el mercado de Olavide, cuya originaria armaz¨®n de hierro y zinc proced¨ªa del desguace de la plaza de la Cebada. No alcanzaba la alcurnia del parisiense Les Halles o del londinense Covent Garden, pero ten¨ªa sus encantos, porque las plazas de abastos siempre los poseen. De hecho son una de las ¨¢goras m¨¢s apetitosas para la contemplaci¨®n del ser humano (y de los puerros, pescadillas, etc¨¦tera). Pero qu¨¦ le vamos a hacer. Tambi¨¦n me ha dado este entra?able barrio chamberilero muchas alegr¨ªas, como la victoria de los vecinos de General ?lvarez de Castro y luego de Eloy Gonzalo sobre las hordas taladoras.
El otro d¨ªa me paseaba yo encantadito por la primera de esas calles mirando a las acacias con amor, con cara de "cordero degollado", que se dec¨ªa antiguamente, cuando el amor era ya la moda. Sobre sus copas divisaba un cielo gris claro, m¨¢s bien londinense, pero no llov¨ªa. De la bodega La Mina sal¨ªa un suntuoso aroma a cocido madrile?o y daba yo las gracias al Se?or por tanta felicidad y belleza en un pueblo como ¨¦ste nuestro, que tan poco de eso nos proporciona, cuando de pronto casi me llevo por delante una barrera-trampa-zanja de Iberdrola.
Mi mayor shock, de todas maneras, fue contemplar la plaza de Olavide, con la que yo me hab¨ªa ya reconciliado hace tiempo, convertida hoy en enclave arb¨®reo de sosiego, charla, solaz y reposo, rodeada y semiasfixiada por esas vallas rojas y gualdas como nuestra ense?a nacional, que siempre anuncian ominosas reformas municipales, que siempre acaban en deterioro arb¨®reo y est¨¦tico, en p¨¦rdida de calidad de vida para el vecindario. En deshumanizaci¨®n, alienaci¨®n. Los s¨ªntomas eran mortales. El c¨ªrculo de vallas estaba escindido por una especie de pasillo de Dantiz para los usuarios del estacionamiento, pero el acceso a las dos secciones resultantes del parquecillo nos estaba vedado a los peatones (luego me he enterado de que el cintur¨®n de hierro fue erigido el 1 de julio). La contemplaci¨®n de las rendijas de verde de ¨¢rboles y arbustos resultaban penosas. Ya estaban los segundos sec¨¢ndose; algunos de los primeros, con muy mala cara; ya hab¨ªa vallas municipales tiradas por all¨ª a lo bestia, infamantes huellas de maquinonas sobre el barrio, y as¨ª sucesivamente. Pens¨¦: "Luego dir¨¢n que estaban enfermos y que no hab¨ªa m¨¢s remedio que apearlos". Pero resulta que no, que ni siquiera lo han conseguido. El arquitecto don Ram¨®n Cort¨¦s acaba de facilitarme amablemente un SOS por la plaza de Olavide, emitido por el grupo de Izquierda Unida y refrendado por la secci¨®n sindical de Comisiones Obreras del Ayuntamiento de Madrid, y en el que se demuestra muy documentadamente que la Robinea pseudoacacia y el Platanus hispanica de Olavide est¨¢n muy bien dotados para la supervivencia, y que, de los 76 ¨¢rboles existentes, s¨®lo tres robineas han sido reemplazadas. Este informe, elaborado por t¨¦cnicos y trabajadores de Parques y Jardines del Ayuntamiento, contradice abiertamente el de la Junta Municipal del distrito de Chamber¨ª, donde se afirma de modo tajante: "Seg¨²n el informe de los t¨¦cnicos, tenemos que quitarlos todos , ya que estos ejemplares est¨¢n en muy mal estado".
Y tambi¨¦n, ense?ando un poco m¨¢s el plumerillo: "De todas formas, el proyecto de remodelaci¨®n obliga a reemplazar toda la tapa de la cubierta del aparcamiento existente bajo la plaza, por lo que hubiera resultado muy complicado mantener el arbolado actual".
Para m¨ª est¨¢ clar¨ªsimo que se trata de otra innecesaria alcaldada. Me sumo al SOS por la plaza de Olavide, y ojal¨¢ no se convierta en r¨¦quiem.
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