Rayas imaginarias
Los que fuimos ni?os a finales de los cincuenta conocimos unos rudimentarios instrumentos pedag¨®gicos entre los que estaban unas piezas enrollables de hule entelado que igual te mostraban a Cristo echando a los mercaderes del templo, que los sufrimientos que ocasionaban las llamas de infierno, que trataban de familiarizarnos con la geograf¨ªa del mundo. Aquellos mapas de hule eran de dos tipos: en unos se ve¨ªan montes, r¨ªos y lagos. Era lo que se llamaba geograf¨ªa f¨ªsica. Hab¨ªa otros que s¨®lo ten¨ªan l¨ªneas irregulares que divid¨ªan el mundo en trozos multicolores. Era la geograf¨ªa pol¨ªtica. All¨ª aprendimos que, m¨¢s que vivir junto al mar o junto a un r¨ªo, lo que determina el futuro de nuestras vidas es el trozo multicolor en el que nacimos. Afortunadamente, seg¨²n nos hemos ido haciendo mayores, las fronteras han ido perdiendo dramatismo, hemos podido ver la tierra desde el espacio y comprobar que las rayas fronterizas s¨®lo exist¨ªan en los mapas de hule. Ahora, en nuestro pa¨ªs, nacionalistas vascos y catalanes nos vuelven a recordar la existencia de esas rayas imaginarias que trocean el mundo y toma otra vez importancia el vivir en -"ser de", dir¨ªan ellos- uno u otro de esos trozos de colores que no tienen ya mucha m¨¢s utilidad que la de justificar la propia existencia de los nacionalistas. Lo malo de este tipo de discursos es que resulta imposible escapar de ellos. Lo peor del nacionalismo es su incapacidad para ver el mundo de otro modo: para los nacionalistas s¨®lo hay geograf¨ªa pol¨ªtica y el mundo es una porci¨®n de trozos multicolores. Todo es nacionalismo. Para un nacionalista vasco o catal¨¢n no existen los no nacionalistas: los que no son nacionalistas vascos o catalanes podr¨¢n ser nacionalistas gallegos, canarios o andaluces. Si no, ser¨¢n, simplemente, nacionalistas espa?oles. Los que nos confesamos no nacionalistas ser¨ªamos, simplemente, unos hip¨®critas que tratar¨ªamos de disimular nuestra condici¨®n. Es dif¨ªcil convencer a quienes s¨®lo ven del mundo las rayas imaginarias trazadas en el suelo de que la realidad es bien distinta. Que, m¨¢s que a los atlas de hule de nuestra infancia, la realidad se parece a lo que el mapa del Meteosat nos ense?a cada noche despu¨¦s del Telediario, que el mundo es mestizo y lo ser¨¢ a¨²n m¨¢s, que no hay rayas en el suelo que sean impermeables a las razas, a las lenguas y a las culturas, y que en las mismas mesas conviven ya el sushi, el salmorejo y el marmitako. El intento de los presidentes de las comunidades gobernadas por el PSOE -Andaluc¨ªa, Extremadura y Castilla-La Mancha- de coordinar sus puntos de vista respecto al frente nacionalista tiene sus peligros. Cualquier oposici¨®n organizada a ese frente puede ser tildada de frente nacionalista espa?ol y no es bueno caer en ese juego. M¨¢s vale ignorar las rayas del suelo que tanto parecen obsesionar a los nacionalistas. Lo ¨²nico pol¨ªticamente cuerdo es defender los principios que est¨¢n por encima de las fronteras y por encima, tambi¨¦n, de esa obsesi¨®n por ver el mundo en trocitos de colores: hay que hablar de solidaridad, oponer el discurso igualitario al de que trata de imponer la diferencia bas¨¢ndose en unas imaginarias se?as de identidad que son las que provocan ese delirio que hace ver falsas rayas en el suelo.
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