700 holandeses han enfermado tras la ca¨ªda de un avi¨®n con gas sar¨ªn
El aparato israel¨ª, siniestrado en 1992, llevaba un compuesto para fabricar armas qu¨ªmicas
Al atardecer del 4 de octubre de 1992, Kelly Sullivan, un emigrante de las colonias caribe?as de Holanda, estaba jugando al baloncesto en el Bijlmer, un barrio a las afueras de Amsterdam. "Primero un ruido tremendo y luego vino el infierno: fuego, humo, gritos y muchos muertos", recuerda este joven de 31 a?os. A unos cientos de metros, un Boeing 747 israel¨ª de carga se hab¨ªa precipitado contra el suelo, atravesando por la mitad un enorme edificio.
Luego vino un espectacular incendio, que termin¨® de fundir lo que con el impacto no se hab¨ªa desintegrado. Se contaron 43 cad¨¢veres, entre ellos los cuatro tripulantes del avi¨®n (israel¨ªes).La vida de Sullivan tiene un antes y un despu¨¦s, y es que antes era un joven activo, deportista, animado y completamente sano. Ahora es un enfermo cr¨®nico que ha visitado decenas de hospitales, sin que nadie pueda diagnosticar la enfermedad que le aqueja. "Poco despu¨¦s del accidente se me empez¨® a caer el pelo y me qued¨¦ completamente calvo", cuenta. Kelly siente adem¨¢s un cansancio continuo, problemas de concentraci¨®n, dolor en los huesos, dificultades de respiraci¨®n y a ratos se encuentra mareado.
Los s¨ªntomas que describe son muy parecidos a los que sufren cientos de personas que viv¨ªan en la zona del siniestro o que fueron en las horas inmediatas a ayudar en el rescate. Bomberos, polic¨ªas, voluntarios y personal sanitario de las ambulancias que all¨ª acudieron, adem¨¢s de numerosos vecinos de esta barriada de inmigrantes est¨¢n hoy enfermos de males que abarcan desde graves dolores de cabeza hasta c¨¢ncer o leucemia. Al principio las autoridades se resistieron a relacionar las enfermedades con el accidente, pero como las reclamaciones aumentaban, el Ministerio de Sanidad decidi¨® en mayo de este a?o encargar al Hospital Universitario AMC, que hiciera recuento de las quejas. Los primeros resultados son preocupantes: cerca de 700 personas sufren problemas de salud. No oficialmente, se cuentan varios muertos.
La inquietud de todos los enfermos ha aumentado en los ¨²ltimos d¨ªas despu¨¦s de que un diario del pa¨ªs revelara que el avi¨®n transportaba 240 kilos de dimentil metilfosfato, un producto qu¨ªmico utilizado en la fabricaci¨®n del mortal gas sar¨ªn.
La carga que transportaba el avi¨®n militar de la compa?¨ªa El Al es uno de los puntos m¨¢s oscuros que a¨²n tiene esta historia. Poco despu¨¦s de la tragedia, las autoridades aseguraron que el avi¨®n transportaba flores, papel, perfumes y objetos de regalo. Luego reconocieron que adem¨¢s hab¨ªa material militar, munici¨®n y piezas para la fabricaci¨®n de armas y misiles. A¨²n faltan los papeles de m¨¢s de 20.000 kilogramos de la carga, que Israel se niega a facilitar, a pesar de las repetidas solicitudes.
"S¨®lo queremos saber la verdad de lo que transportaba", pide desesperadamente Henk Prijt, un vecino del Bijlmer, de 49 a?os. Viv¨ªa y a¨²n vive en el edificio situado justo detr¨¢s del siniestrado, y hasta hace poco m¨¢s de un a?o ni siquiera pod¨ªa hablar de lo que ocurri¨® "aquel d¨ªa". Ahora, poco a poco, ¨¦l, su mujer y sus dos hijos lo han ido asimilando,pero aprender a tragar el dolor ps¨ªquico no les ayuda en sus enfermedades. La familia al completo sufre problemas cuyo origen no ha detectado ning¨²n m¨¦dico: alteraci¨®n del sue?o, dolores por todo el cuerpo, eccemas en la piel y muchos problemas respiratorios.
Despu¨¦s de decenas de idas y venidas los Prijt decidieron participar en las investigaciones realizadas por la asociaci¨®n Visie, uno de los grupos que est¨¢ defendiendo los derechos de los afectados. Las muestras que les tomaron y que fueron analizadas en Suecia revelaron cantidades alarmantes de bario, plata, oro, cobre, plomo, litio o sodio. La misma asociaci¨®n envi¨® a otros dos laboratorios en Canad¨¢ y Amsterdam muestras de polvo encontrado en el hangar 8, el lugar donde se llevaron en un primer momento los restos del avi¨®n. Junto a una alta concentraci¨®n de uranio -utilizado en la fabricaci¨®n del aparato- las investigaciones revelaron otras sustancias qu¨ªmicas cuya identificaci¨®n requiere an¨¢lisis m¨¢s avanzados. "S¨®lo sabiendo el contenido de la carga se puede establecer la relaci¨®n con las enfermedades", dice Johannes Jonge, secretario de la asociaci¨®n, convencido de que tambi¨¦n los casos de c¨¢ncer y leucemia tienen su origen en el siniestro. Igualmente lo cree la mujer de Gerrit, un bombero voluntario que particip¨® durante m¨¢s de cinco d¨ªas en las labores de rescate. Ella habla por ¨¦l, porque a Gerrit el c¨¢ncer de ganglios linf¨¢ticos le ha carcomido poco a poco las fuerzas. Pero ni las duras sesiones de quimioterapia han logrado minarle la esperanza de saber alg¨²n d¨ªa "qu¨¦ cuernos transportaba la nave".
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