Par¨ªs presenta una gran retrospectiva de Moreau, padre del simbolismo
La muestra re¨²ne 150 obras en el centenario de la muerte del pintor
Gustave Moreau (1826-1898) pasa por ser el l¨ªder del movimiento simbolista franc¨¦s y eso hizo que se le considerase un "pintor literario", opini¨®n que a ¨¦l le parec¨ªa "injusta e imb¨¦cil". En cualquier caso, su personaje y su obra desaparecieron a finales del XIX, sepultados primero por el esc¨¢ndalo, luego por el ¨¦xito de los impresionistas. La antol¨®gica de Moreau, que propone el Grand Palais hasta el 4 de enero, re¨²ne 150 obras del pintor en el centenario de su muerte. La mayor parte de las obras proceden de museos franceses.
Par¨ªs y sus grandes exposiciones sufren del mismo mal, y la mayor¨ªa de las retrospectivas tienen como protagonistas ¨²nicos a Van Gogh, Degas, Cezanne, Toulouse-Lautrec, Renoir, Manet, Gauguin y toda esa retah¨ªla de nombres que se sucede en la invenci¨®n de unos pocos ismos, un protagonismo que se mantiene gracias a la supuesta transparencia de una iconograf¨ªa que asociamos a la realidad inmediata filtrada por la subjetividad del artista. La antol¨®gica de Moreau que propone el Grand Palais hasta el 4 de enero rompe con este predominio.Gustave Moreau es un cl¨¢sico en materia de composici¨®n, pero, de la misma manera que se deja llevar por el arabesco en el terreno del dibujo, flirtea con lo abstracto cuando de color se habla. Dec¨ªa que "ser moderno no consiste en buscar algo al margen de lo que ya ha sido realizado, sino justo lo contrario, en ver c¨®mo nuestro siglo acepta esa herencia y se sirve de ella". Resumiendo, "todo lo que no es tradici¨®n es plagio", afirma el artista.
La exposici¨®n parisiense hace posible seguir la evoluci¨®n de la pintura de Moreau, extraordinario y aplicado copista de Miguel ?ngel, Leonardo o Rembrandt en sus primeros pasos y durante el inevitable viaje a Italia, m¨¢s tarde renovador de la iconograf¨ªa mitol¨®gica, como en su excelente Edipo y la esfinge (1864), variaci¨®n de un tema cl¨¢sico que poco antes hab¨ªa abordado Ingres; orientalizante hasta el delirio cuando trata el personaje de Salom¨¦ (1876), se metamorfosea en una suerte de Mantegna, nacido en Delhi cuando evoca la historia de J¨²piter y S¨¦m¨¦l¨¦ (1895).
Esbozos
Ese camino de reelaboraci¨®n de la imagen de la mitolog¨ªa, que luego s¨®lo parece haber sido explotado por los dibujantes de c¨®mics, se complementa con un gusto cada vez mayor por los trabajos preparatorios, por esbozos o intuiciones que Moreau considera tan v¨¢lidos y definitivos como la obra acabada. Es el periodo en que el pintor se convierte en h¨¦roe de Huysmans en A rebours.Tanto la personalidad de sus defensores como la naturaleza misma del camino seguido por Moreau hacen que, cuando el artista muera, ya sea s¨®lo una figura estimada por unos pocos y que el olvido le llegue muy pronto.
El centenario de la desaparici¨®n de Gustave Moreau llega en el buen momento, justo cuando la curiosidad por los caminos abandonados por la pintura a mediados del siglo XIX empieza a cobrar fuerza.
150 obras
Las casi 150 obras expuestas proceden de museos franceses, sobre todo del que lleva el nombre del pintor, claro est¨¢, pero tambi¨¦n de Jap¨®n, Rusia, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos. Y es precisamente con dos museos de este ¨²ltimo pa¨ªs con los que se ha organizado la antol¨®gica: con el Metropolitan de Nueva York y con el Art Institute de Chicago.
Babelia
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