Mark Rothko concilia el drama con el ¨¦xtasis
La desnudez del artista norteamericano y el arte holand¨¦s del Renacimiento brillan en la temporada neoyorquina
La b¨²squeda y la interpretaci¨®n de lo absoluto es el elemento com¨²n a las dos exposiciones m¨¢s recomendables de la reci¨¦n inaugurada temporada art¨ªstica del oto?o de Nueva York. En el Metropolitan Museum, m¨¢s de cien obras de los fondos de la pinacoteca forman un deslumbrante panorama de la pintura de los Pa¨ªses Bajos en los siglos XV y XVI. Y en el Whitney Museum, la retrospectiva de Mark Rothko concilia el drama con el ¨¦xtasis en un recorrido fascinante por la obra de uno de los artistas fundamentales del arte americano del siglo XX. La apertura en el MOMA de una antol¨®gica de Jackson Pollock, el 1 de noviembre, convertir¨¢ en gran protagonista a la Escuela de Nueva York, en la que ambos artistas se inscriben.
Pocas veces la evoluci¨®n de un pintor se puede seguir de forma tan di¨¢fana como en la exposici¨®n sobre Rothko abierta en el Whitney Museum hasta el 29 de noviembre, que luego viajar¨¢ a Par¨ªs (Mus¨¦e d"Art Moderne de la Ville de Paris, del 8 de enero al 18 de abril de 1999). La estructura del museo -salas como vasos comunicantes en un recorrido circular- contribuye a la energ¨ªa e intensidad que desprenden las obras expuestas.Con una mod¨¦lica selecci¨®n y distribuci¨®n de los cuadros, la antol¨®gica de Rothko se emparenta con la organizada por el MOMA hace tres a?os dedicada a Mondrian, dos artistas que fueron comparados por el cr¨ªtico Michel Butor: los peque?os formatos de Mondrian opuestos a los grandes de Rothko; asimetr¨ªa contra simetr¨ªa; una gama limitada de colores contrastados aplicados con la m¨¢xima densidad en oposici¨®n a una larga gama de colores transparentemente aplicados, a menudo en contrastes apenas perceptibles entre un color y otro; y la habilidad de las obras de Mondrian para ser asimiladas de un vistazo frente a la experiencia perceptiva de despliegue en las pinturas de Rothko.
Tanto Mondrian como Rothko, Friedrich o Munch, han sido asociados a la "tradici¨®n rom¨¢ntica del Norte", simbolista y m¨ªstica. Markus Rothkowitz, nombre aut¨¦ntico de este jud¨ªo ruso nacido en 1903, emigr¨® con su familia a Estados Unidos y en 1923 se instal¨® en Nueva York, donde contribuy¨® de manera notable a crear un foco art¨ªstico equiparable a Par¨ªs a partir de la II Guerra Mundial. El artista se suicid¨® en su estudio, rodeado de sus cuadros, en 1970.
En dos plantas, el recorrido de la exposici¨®n en el Whitney comienza en la etapa figurativa del artista. Sucesivamente, los paisajes y personas de la vida cotidiana de Nueva York se convierten en figuras informes; en manchas t¨ªmidas de colores; en franjas luminosas y en grandes rect¨¢ngulos crom¨¢ticos hasta llegar a tres grandes cuadros en los que domina el negro y el negro marr¨®n. En ese itinerario asc¨¦tico los conceptos de absoluto, color, estructura e intensidad van desentra?¨¢ndose con la conquista del espacio, que se volatiliza en una suerte de "abandonamiento raps¨®dico", seg¨²n defini¨® un cr¨ªtico la sucesi¨®n de rosa, naranja, azafr¨¢n, blanco, lavanda o melocot¨®n, "colores dispuestos como velos con la textura de la respiraci¨®n sobre un panel de cristal".
En el Metropolitan Museum, la v¨ªa asc¨¦tica es paralela pero su destino es el mundo: busca el para¨ªso en la tierra. La exposici¨®n De van Eyck a Bruegel muestra restaurado el cuadro de la siega de Bruegel el Viejo, as¨ª como otras joyas que, hasta el 3 de enero de 1999, dejan claro "el genio sin rival de los artistas de los Pa¨ªses Bajos" y la "vitalidad inventiva de una cultura que vio el mundo natural y el sobrenatural como im¨¢genes en el espejo", seg¨²n el cr¨ªtico Holland Cotter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.