Puntualizaciones a "As¨ª se hizo el pacto ling¨¹¨ªstico"
La versi¨®n que Miquel Alberola nos acaba de dar de las interioridades del pacto ling¨¹¨ªstico, en el suplemento reci¨¦n publicado por EL PA?S, contiene una informaci¨®n sobre mi persona que me gustar¨ªa matizar.Desconozco si Joan Romero, al llegar a la secretar¨ªa general del PSPV, se impuso un plan de trabajo para intentar solucionar el conflicto ling¨¹¨ªstico, convencido de que la llegada del PP a la Generalitat era el momento indicado, ni s¨¦ qui¨¦nes acudieron a las reuniones que convoc¨® para tratar ese asunto. Lo ¨²nico que s¨ª puedo afirmar es que no he asistido a ninguna de esas reuniones y que en mi vida he acudido a despacho alguno del PSPV en la calle Albacete. La primera vez que hablamos Joan Romero y yo del tema fue a finales del 97 en el rectorado de la Universitat de Val¨¨ncia, meses despu¨¦s de que el presidente de la Generalitat Valenciana y ¨¦l mismo apoyaran la idea del dictamen del Consell Valenci¨¤ de Cultura y pocos d¨ªas antes de que se produjera la renovaci¨®n de dicho organismo. As¨ª pues, no he estado nunca en la sede del PSPV en la calle Albacete y jam¨¢s he asistido a reuniones de trabajo en el despacho de Joan Romero. En cuanto a la cena en casa de Manuel Sanchis Guarner en la que estuvo presente el por entonces reci¨¦n nombrado conseller Francisco Camps, ocurri¨® en la primavera del 97, mucho antes por tanto del encargo de Zaplana al CVC, y se limit¨® a un intercambio de opiniones sobre el problema universitario. Naturalmente que hablamos del conflicto ling¨¹¨ªstico, pero en aquel momento nadie ten¨ªa la m¨¢s remota idea de que hubiera un plan del PP o del PSPV para intentar resolverlo. Honestamente, dudo que hubiera plan pol¨ªtico alguno en aquellos meses, m¨¢s all¨¢ de las buenas intenciones de quienes hablaban entonces a t¨ªtulo exclusivamente personal. Por ¨²ltimo, tuve en efecto una reuni¨®n en el Palau de la Generalitat el 1 de junio de 1998 con el presidente Zaplana, Ram¨®n Lapiedra y una tercera persona que la propici¨®, en un momento en que los miembros del CVC no se pon¨ªan de acuerdo acerca del dictamen. En ella me limit¨¦ a reiterar opiniones sobre la naturaleza del conflitco que he expresado p¨²blicamente en diversas ocasiones. Con las aclaraciones que acabo de hacer no quiero dar a entender que he sido ajeno a lo que ha ocurrido este ¨²ltimo a?o en relaci¨®n con el pacto ling¨¹¨ªstico. Creo, sin embargo, que al menos he de dejar bien claro d¨®nde no he estado y en qu¨¦ no he participado, para que nadie pueda formarse una idea equivocada del papel que en este proceso ha jugado la Universidad como instituci¨®n y quienes la representan.Tiempo habr¨¢ de proporcionar nuevos datos y de analizar y valorar el "pacto ling¨¹¨ªstico" con la necesaria perspectiva. Me gustar¨ªa recordar que a¨²n falta el ¨²ltimo acto, un acto por lo dem¨¢s muy importante, en realidad decisivo para poder hablar propiamente de "pacto ling¨¹¨ªstico". De c¨®mo acabe depender¨¢ que se cierre o no definitivamente una p¨¢gina negra de nuestra historia. Mientras tanto, vaya por delante que no ser¨¦ yo quien cuestione la versi¨®n de un "pacto ling¨¹¨ªstico" promovido por pol¨ªticos. El hecho de que se est¨¦ dispuesto a solucionar ahora un problema artificialmente creado hace un par de d¨¦cadas, precisamente por intereses pol¨ªticos, puede que signifique que la pol¨ªtica ha recuperado entre nosotros su noble sentido y que sirve para resolver conflictos y no para crearlos. Quiz¨¢s, sin embargo, la raz¨®n sea mucho m¨¢s simple. A ning¨²n gobernante o persona que tenga pretensiones de llegar a serlo le interesa seguir soportando el lastre de un conflicto que en el resto de Espa?a resulta, por decirlo de una manera que no hiera a nadie, algo bastante ex¨®tico e incomprensible. Es dif¨ªcil que a los valencianos nos tomen en serio con ese tipo de conflictos. Por ello me parece muy acertado pensar, en la l¨ªnea de Miquel Alberola, que la amenaza de reavivar el conflicto, tras la sentencia del Tribunal Costitucional en abril de 1997, est¨¢ en el origen de una aproximacion de posiciones que explica el principio de acuerdo entre Zaplana y Romero para sacar el asunto ling¨¹¨ªstico del peligroso camino de la contienda c¨ªvica y trasladarlo al terreno "neutral" del CVC. En cualquier caso, habr¨¢ que valorar como se merece el deseo manifiesto de no querer sacar partido del conflicto y, a diferencia de lo que por desgracia ha ocurrido en otras ocasiones, la predisposici¨®n a tratarlo con sentido com¨²n. Pero de ah¨ª no se sigue que la iniciativa de los l¨ªderes respectivos del PP y del PSOE tuviera claro algo m¨¢s que eso que acabo de decir. La historia de lo que vino a continuci¨®n muestra un "peque?o milagro", en efecto, pero precisamente porque las improvisaciones, las presiones y las ambig¨¹edades que condujeron frecuentemente a aut¨¦nticos callejones sin salida fueron por fortuna contrarrestadas por los aciertos de ultim¨ªsima hora que cambiaron en pocos d¨ªas un panorama poco dado a la esperanza. Ello fue posible gracias a la proverbial paciencia y capacidad de di¨¢logo de quienes fueron los verdaderos art¨ªfices de haber conseguido un dictamen de consenso que, de momento, parece haber abierto el camino del "pacto lingu¨ªstico". L¨¢stima que el dictamen no viniera acompa?ado de una lista de nombres que respondiera a lo establecido en el escrito del CVC, algo que nos hubiera ahorrado espect¨¢culos poco dados a devolvernos la confianza en nuestros pol¨ªticos, como ese ins¨®lito intercambio de sobres -?uno de ellos vac¨ªo?- que har¨¢ las delicias de los analistas del futuro.
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