La v¨ªa colombiana
EN LAS monta?as de Antioquia se celebr¨® el lunes pasado el primer encuentro p¨²blico entre el Gobierno del presidente Pastrana y representantes del segundo movimiento guerrillero de Colombia, el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN). A primera vista podr¨ªa pensarse que la monta?a hab¨ªa parido un rat¨®n, puesto que, m¨¢s que hablar de un acuerdo de paz, se estableci¨® un calendario de conversaciones, importantes pero preliminares, sobre humanizaci¨®n de la guerra, democracia y justicia social que llevar¨¢n, como poco, a octubre de 1999. Peor a¨²n, a cambio de reconocer a la guerrilla como interlocutor pol¨ªtico, el Gobierno ni siquiera consegu¨ªa una declaraci¨®n de alto el fuego.Sin embargo, lo ocurrido puede tener otras lecturas. El ELN, con una capacidad de incordio pol¨ªtico considerable pero relativamente d¨¦bil en lo militar, no puede precipitarse a firmar una paz sin el consenso del principal grupo guerrillero, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que dirige el incombustible Manuel Marulanda, Tirofijo. Y al propio Gobierno tampoco le interesan ya paces parciales, como la firmada en 1990 con el M-19.
Eso explica que se hable de pasos hacia la paz, antes que de cuestiones m¨¢s definitivas, y que Pastrana dialogue con un grupo que no s¨®lo no cesa en el fuego, sino que afirma no tener la intenci¨®n de deponer nunca las armas como garant¨ªa de que se cumplan los eventuales acuerdos y no haya matanzas de guerrilleros desarmados, como ya ocurri¨® con el citado M-19. Los acuerdos del 12 de octubre, que deber¨ªan llegar a determinadas hip¨®tesis de trabajo pero no necesariamente a una paz formal dentro de un a?o, son, por tanto, provisionales. El ELN, fuertemente impregnado de teolog¨ªa (de la liberaci¨®n y de la que se imparte en los seminarios), se declara hoy de pensamiento democristiano avanzado, hecho ¨¦ste probablemente ¨²nico en el mundo insurgente. Pero tal vez estas paradojas sean parte de la v¨ªa colombiana hacia la paz, que prosigue su tortuoso camino.
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