El ocaso del gilismo
En este pa¨ªs comenzamos a confiar en la monarqu¨ªa la madrugada en la que vimos al Rey ordenando a los golpistas del 23-F que volvieran a los cuarteles y nos dimos cuenta de qu¨¦ es un Estado de derecho la ma?ana en la que encontramos en los peri¨®dicos una foto del todopoderoso Javier de la Rosa comi¨¦ndose un bocadillo tras las rejas de la poco mod¨¦lica prisi¨®n Modelo de Barcelona. En este pa¨ªs en el que los poderosos no se van de rositas, Jes¨²s Gil parec¨ªa la excepci¨®n. Este hombre codicioso y chapucero al que Franco salv¨® de una larga estancia en la c¨¢rcel despu¨¦s de que, hace treinta a?os, su indolencia y ambici¨®n provocar¨¢n 58 muertos en Los ?ngeles de San Rafael, parec¨ªa impune. Permit¨ªa construir en zonas verdes sin que, por lo visto, la Junta de Andaluc¨ªa fuera capaz de advertirlo, y la C¨¢mara de Cuentas daba la espalda, primero, y largas, despu¨¦s, a la orden del Parlamento andaluz de investigar las cuentas municipales de Marbella. En solitario, sin ning¨²n apoyo de su partido, la concejala socialista Isabel Garc¨ªa Marcos y el abogado Jos¨¦ Carlos Aguilera vienen dedicando la mayor parte de su tiempo a denunciar un sistema que cre¨ªan corrupto. Siete a?os han tardado sus denuncias en dar frutos. El tes¨®n de Garc¨ªa Marcos y de Aguilera se est¨¢ viendo por fin recompensado. El ocaso del gilismo es el de una ideolog¨ªa basada en esa creencia tan com¨²n de que no hay problema que no tenga soluci¨®n en "dos patadas". Siete a?os despu¨¦s de su triunfo, ya se puede hacer balance de la eficacia del gilismo, esta ideolog¨ªa liberal que no hace ning¨²n asco, ni mucho menos, a las arcas p¨²blicas: Marbella est¨¢ hipotecada de por vida, sin casi patrimonio municipal, con la mayor parte de sus zonas verdes esquilmadas y una deuda que -seg¨²n diversas estimaciones- oscila entre los 30.000 y los 60.000 millones de pesetas. A pesar de los m¨¢s de 400 convenios urban¨ªsticos en los que se basa el modelo Gil, el estado de sus finanzas es calamitoso. En cambio, los gilistas y sus colaboradores son m¨¢s ricos que nunca, seg¨²n reconocen ellos mismos. La experiencia de Marbella puede servir de ejemplo a todos los municipios en los que GIL se presenta en las pr¨®ximas elecciones. Quiz¨¢ tambi¨¦n sirva para que los medios de comunicaci¨®n -y, especialmente, la televisi¨®n- piensen si es justo seguir difundiendo la imagen simp¨¢tica y bonachona que suelen ofrecer de este personaje. Asediado por la Justicia, Gil es ahora un personaje bronco y pat¨¦tico al que se le acumulan los problemas y que dif¨ªcilmente puede optar por su estrategia favorita: huir hacia delante. De este hombre no se podr¨¢ decir que sea supersticioso: desempolvar y exponer un viejo busto de Franco un martes 13 y con luna menguante es algo que s¨®lo puede hacer gente tan confiada como ¨¦l. Con estas cosas m¨¢s vale no jugar y ser prudentes. Ese martes 13, d¨ªa en el que se produjo el asalto de la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n al Ayuntamiento de Marbella, ser¨¢ considerada para siempre la fecha del comienzo de su crep¨²sculo. Ahora, m¨¢s le valdr¨ªa dejarse asesorar, aunque fuera por su amigo Rappel.
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