De Estella a Eibar, pasando por la Margen Izquierda
Cuenta don Ram¨®n Mar¨ªa del Valle Incl¨¢n en Las Guerras Carlistas que a Estella fue el marqu¨¦s de Bradom¨ªn, legitimista gallego, a doblar la rodilla ante Don Carlos. Nicol¨¢s Redondo se r¨ªe cuando se lo recuerdan y dice que ¨¦l lo ley¨® en Los Episodios Nacionales. "Me los le¨ª todos cuando estuve en el Congreso de los Diputados. Y le¨ª lo que se dec¨ªa sobre esas guerras y la corte carlista de Estella. Ahora, ya se ve, son otros los que han ido a Estella a rendirse, otra vez, ante una pol¨ªtica de rancios trabucaires". En esta campa?a no hay marqueses feos, cat¨®licos y sentimentales, ni siquiera rom¨¢nticos j¨®venes canallas como el Cara de Plata que el manco gallego retrat¨® en sus p¨¢ginas. Es ¨¦sta una campa?a poco dada a la literatura, a no ser la que se basa en las lenguas de german¨ªa para el insulto y la descalificaci¨®n. No son tiempos para la l¨ªrica, por m¨¢s que Redondo cite a Unamuno cuando, desde el mirador de La Reineta, se?ala a los periodistas la Zona Minera y la Margen Izquierda: "Esto es el coraz¨®n de Vizcaya".
Pero hay -es verdad- viejos socialistas que abrazan al candidato. Que cuentan que ¨¦sta "es la cuna del socialismo". El mi¨¦rcoles, en Eibar, Nico se acerc¨® a C¨¢ndido Eguren.
-?No me conoces, C¨¢ndido?- y le acarici¨® afectuosamente el pelo de nieve.
-Apenas veo, Nicol¨¢s. Pero, por la voz, te he conocido. C¨¢ndido Eguren, a sus 91 a?os, tiene la cabeza en otros recuerdos. En aquella madrugada de un 14 de abril de 1933. "Proclamamos la Rep¨²blica. Fuimos los primeros de toda Espa?a. Tambi¨¦n lo hicieron, creo, en un pueblo de Salamanca. Pero nosotros fuimos los primeros". Era -cuenta- una "luminosa ma?ana. Hac¨ªa un d¨ªa espl¨¦ndido, emocionante". Por la noche hab¨ªan parado el baile en el front¨®n durante una hora y hab¨ªan cantado "himnos revolucionarios". "Sab¨ªamos que, por fin, hab¨ªamos ganado. Hab¨ªamos salido socialistas y republicanos. Y un nacionalista. En los balcones del Ayuntamientos izamos la bandera tricolor, a las seis de la ma?ana. Elegimos alcalde a Alejandro Teller¨ªa", rememora.
Luego empezar¨ªa la angustia. Las llamadas a otras ciudades. "En ninguna otra parte se hab¨ªa proclamado la Rep¨²blica. Ni en Madrid, ni en Barcelona, ni en ning¨²n sitio...".
El gobernador militar llamaba al Ayuntamiento. "Nos amenazaba, nos dec¨ªa que hab¨ªamos sido los ¨²nicos, que nos prepar¨¢ramos. Pensamos en la huida. Hasta que, por fin, desde Madrid, nos dijeron, por la tarde, que hab¨ªan proclamado la Rep¨²blica". "Fueron horas de angustia", repite. Luego, bautizaron la plaza Mayor como plaza de la Rep¨²blica. Y lo dem¨¢s es historia.
"C¨¢ndido", dice Nicol¨¢s Redondo, "debe ser con Rubial el decano de los socialistas vascos". Ahora el viejo no habla del pasado. Defiende la integraci¨®n en Europa. Y dice que el Pa¨ªs Vasco tiene que pensar en Europa, "abrirse a Europa".
Hoy el candidato se ha montado en el autob¨²s electoral. Y con los alcaldes de la zona ha llevado a los periodistas hacia La Arboleda. "?Se marea alguno?", pregunta entre risas Redondo. Alguno, s¨ª. Alguno advierte por el tel¨¦fono m¨®vil: "Luego te paso la cr¨®nica que ahora no tengo el cuerpo para nada".
Pero merece la pena subir por una carretera tortuosa y estrecha, pararse en el mirador de La Reineta, contemplar desde all¨ª, sobrecogido, el inmenso valle difuminado por la neblina. "Es la zona m¨¢s deprimida, con tasas de paro insoportables. Los reconvertidos de Altos Hornos han tenido suerte, pero ?y sus hijos? ?Qu¨¦ futuro tienen?", reflexiona el candidato. "Por eso, hemos hecho un programa que algunos dicen que es muy atrevido. No puede ser de otra forma". Habla Nicol¨¢s de indultos y de reinserci¨®n. De que "todo ha de hacerse dentro de una pol¨ªtica consensuada". De hacer "una pol¨ªtica penitenciaria que lleve a la paz". "No excluyo el indulto, que es un mecanismo que contempla la Constituci¨®n. Pero lo importante es que todo se haga con di¨¢logo y acuerdo".
Cuando el autob¨²s va a entrar en Portugalete el candidato grita alborozado: "Estamos en mi pueblo". Su pueblo. Su familia. Su hermana Idoia le estaba esperando en una de las paradas. Se abrazan y se r¨ªen. Posan para los fot¨®grafos enlazados. En el autob¨²s hay un l¨ªo de c¨¢maras, de periodistas.
Se detiene el autob¨²s ante un sem¨¢foro, cerca de la iglesia de Portugalete. Cruzan entre gritos unos ni?os que vuelven, cargados con sus mochilas, de la escuela. Nicol¨¢s Redondo se?ala la vieja iglesia: "Mira. Hasta hace poco, en sus muros se ve¨ªan las huellas de las bombas de la guerra carlista. Hace nada que la restauraron".
El candidato piensa que no todo se ha restaurado. Todav¨ªa hay gente que va a Estella.
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