Malasa?a, ?basta ya!

Son las ocho de la ma?ana de un s¨¢bado o un domingo cualquiera. Los parques y las aceras est¨¢n literalmente inundados de desperdicios, botellas, bolsas de pl¨¢stico, vomitonas y orines. Las fachadas, llenas de pintadas; las papeleras y bolardos, arrancados. Son las huellas de la horda que arrasa el barrio de Malasa?a todos los fines de semana. Y junto con esta horda -diariamente-, desde las ocho de la noche hasta la madrugada, el menudeo de venta de droga en el eje plaza Dos de Mayo, esquina de San Andr¨¦s, con La Palma y plaza de Juan Pujol. Pongamos que hablamos de Madrid, de un centro de Madrid rehabilitado y, de nuevo, olvidado. De un mobiliario urbano que no se repone, de una suciedad end¨¦mica, de una vigilancia inexistente y de unos vecinos abandonados. Borrachos, gamberros menores de edad, traficantes, toxic¨®manos, tiendas abiertas toda la noche vendiendo alcohol, baretos de medio pelo, vecinos hartos de todo esto y un Ayuntamiento ciego, sordo y mudo.

?Cu¨¢l es el grado de violencia que deben utilizar los vecinos para protestar y ser o¨ªdos y atendidos? ?Por qu¨¦ las protestas pac¨ªficas y por los cauces "oficiales" nunca surten efecto? ?Por qu¨¦ los barrios humildes son los que m¨¢s sufren y menos atenci¨®n merecen? ?Por qu¨¦ los ayuntamientos del PSOE y ahora del PP siguen pasando? ?Por qu¨¦ tenemos que esperar a las fiestas del barrio para que lo adecenten y repongan? ?Por qu¨¦ se permite que un barrio se degrade?

Los vecinos conocemos las respuestas de estos interrogantes. Somos votantes insignificantes de segunda y carecemos de poderosos personajes o grupos que puedan ejercer presi¨®n. ?No tenemos lobby! Somos un barrio de gente corriente y humilde; esto, en los tiempos que corren, es una aut¨¦ntica desgracia.-