La lengua materna ocupa en el cerebro un lugar m¨¢s reducido que los segundos idiomas
La lengua materna, aquella que aprendemos en la ni?ez y que utilizamos habitualmente, tiende a localizarse en una zona concreta y por lo general reducida de la corteza cerebral, mientras que los segundos idiomas, tanto en el caso de biling¨¹es como en el de pol¨ªglotas, se esparce en diversas ¨¢reas, claramente diferenciadas y alejadas de la primera. As¨ª lo afirmaron en rueda de prensa los neurocirujanos Gerard Conesa y Fabi¨¢n Isamat, ambos del hospital de Bellvitge, quienes han llegado a esta conclusi¨®n tras aplicar t¨¦cnicas de elaboraci¨®n de mapas para identificar ¨¢reas funcionales de la corteza cerebral en un total de 90 pacientes. Los resultados revelados por los neurocirujanos parten de un estudio mucho m¨¢s amplio cuyo objetivo inicial era identificar ¨¢reas cr¨ªticas de la corteza cerebral para evitar da?arlas antes de extirpar un tumor, especialmente las relativas al lenguaje y a la comprensi¨®n, la motricidad y la sensibilidad: "Es poco ¨¦tico en 1998 que para extirpar una lesi¨®n provoquemos un d¨¦ficit en el paciente", se?al¨® Isamat.
Con esa idea, el equipo de neurocirujanos empez¨® en 1990 un programa para identificar las ¨¢reas que controlan el habla, el movimiento y la fuerza en pacientes con un tumor alojado en el cerebro. Una vez identificadas, el equipo quir¨²rgico puede extirpar el tumor sin afectar a zonas del cerebro que pueden resultar b¨¢sicas para la calidad de vida del enfermo. "No es lo mismo", convino Conesa, "dejar sin movilidad una mano que afectar al habla o la capacidad de comprensi¨®n" de un enfermo.
La raz¨®n que ha impulsado la elaboraci¨®n del estudio, indicaron los expertos, es que los tumores cerebrales, "tanto si son benignos como malignos", tienden a confundirse con la masa cerebral y en ocasiones se infiltran en ¨¢reas que controlan funciones consideradas cr¨ªticas. En esta situaci¨®n, extirpar el tumor implica eliminar la funci¨®n. Conocer con precisi¨®n qu¨¦ ¨¢rea controla cada una de las funciones y hasta qu¨¦ punto est¨¢ afectada por el tumor no s¨®lo es una informaci¨®n valiosa para el cirujano, sino para el propio paciente. "En ocasiones", terci¨® Conesa, "es preferible preservar la calidad de vida", aunque ello suponga dejar parte del tumor alojado en el cerebro.
La aplicaci¨®n de este tipo de t¨¦cnicas en pacientes con un tumor relativamente alejado del ¨¢rea del lenguaje ha reducido hasta el 40% el n¨²mero de enfermos que muestran dificultad en el habla tras la intervenci¨®n quir¨²rgica, aunque la mayor¨ªa, indicaron, recuperan la funci¨®n a los pocos meses. Si el tumor est¨¢ localizado extraordinariamente cerca de esta ¨¢rea, la opci¨®n que se adopta es mucho m¨¢s conservadora: se extirpa s¨®lo una parte del tumor o bien se recomiendan otras terapias, como la quimioterapia o la radioterapia. En caso de que afecte a ¨¢reas motrices o sensitivas, la opci¨®n quir¨²rgica se toma si afecta a la cara -los pacientes tienden a recuperarse con el tiempo-, pero se limita si afecta a la movilidad de las manos o de otros miembros.
La identificaci¨®n de las ¨¢reas cr¨ªticas ha sido posible gracias a su estimulaci¨®n el¨¦ctrica mediante electrodos situados directamente, y con el paciente consciente, sobre la corteza cerebral. La estimulaci¨®n el¨¦ctrica, explicaron Conesa e Isamat, activa las ¨¢reas motoras e inactiva las del lenguaje. Al aplicar la corriente en estas zonas, precisaron los m¨¦dicos, el enfermo es incapaz de nombrar un objeto conocido. La sorpresa salt¨® cuando pudo constatarse que personas que hablan habitualmente dos o m¨¢s lenguas eran incapaces de nombrar ese objeto en cualquiera de ellas.
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