Miedo re-partido
Acostumbrados al miedo tantos a?os, nuestros pol¨ªticos no consiguen deshacerse de lo que Andr¨¦ Maurois dec¨ªa que era "el m¨¢s peligroso de los sentimientos colectivos". Ese miedo que muestran, aparentan y se reparten los partidos quieren contagiarlo a la sociedad, que, seg¨²n mi impresi¨®n, parece mucho m¨¢s tranquila. Efectivamente, el miedo ha estado atado a nosotros durante demasiadas d¨¦cadas y ahora, cuando parece pr¨®ximo a no existir (al menos el de la violencia), los pol¨ªticos repiten la bicha, y no precisamente por temor a ETA, grupo desmarcado de la campa?a y que quiere cartearse con el Gobierno de Aznar para que ¨¦ste d¨¦ una salida a los presos, lo que a los partidos y a la sociedad, cuando menos, les parece humano. Por tanto, el miedo que tanto abunda estos d¨ªas entre los pol¨ªticos y los aparatos de sus partidos es el miedo ?a la ausencia? A?os duros, tr¨¢gicos, tristes, que dejan el coraz¨®n d¨¦bil. Dicen los expertos que despu¨¦s de eso viene una crisis interna e intensa y con ella surge el miedo a la ausencia, a que caiga el muro de hormig¨®n al que est¨¢bamos sujetos. Tanto es as¨ª que los propios pol¨ªticos, casi sin excepci¨®n, ven la paja en el ojo ajeno y acusan a sus rivales de dedicarse a "azuzar el miedo". El PNV asegura que "el PP y el PSE se han puesto a la altura de los otros con el voto del miedo". El PP cree que "el miedo del PNV al voto demuestra el fracaso del nacionalismo", y un sector del PSE interviene para advertir, con miedo, que "no existe el voto del miedo". Ser¨¢ una cuesti¨®n de formas, que proceden de la excesiva aceleraci¨®n, de temor de la vida pasada, pero tambi¨¦n las formas, como dec¨ªa Garaikoetxea, "en pol¨ªtica son trascendentes". Olvidan que a muchos de los electores les traen sin cuidado las formas; prefieren el fondo. Y el ¨²nico fondo que produce miedo es el temor a despertar de un sue?o. Sin embargo, ese car¨¢cter de tregua irreversible que parecen alentar los pol¨ªticos nos permite dormir a pesar de escuchar lo que ellos llaman "torpedos a la l¨ªnea de flotaci¨®n", "ruido de sables", "ley de la selva", etc. Ya lo dec¨ªan los cl¨¢sicos: "a lo ¨²nico que hay que tener miedo es al propio miedo". Y ¨¦se es el miedo de los pol¨ªticos. Miedo al miedo de las urnas del 25-O. A lo que ocurra antes del parto, en el parto y despu¨¦s del parto (recordar declaraciones de Mayor Oreja). Y por eso hablan alrededor del fuego de la urna, a la que cada vez echan m¨¢s le?a, como si estuvieran pose¨ªdos por la duda, o como si temieran a la guada?a del paro. Eso es, temor a los resultados. A los votos y a las encuestas. Y eso trae insultos, y "con los insultos -se ha dicho- se embrutece el pa¨ªs". Afortunadamente, repito, la sociedad est¨¢ tranquila, porque sabe que esos insultos los hubo en igual o mayor proporci¨®n en otras campa?as anteriores y despu¨¦s, con los resultados, vinieron pactos y acuerdos: PNV-PSE, PNV-EA, PNV-EA-PSE, incluso, en alg¨²n caso, PNV-EA-PSE-PP. Y la sociedad sabe que los trenes, sean de Estella o de Ermua, de Vitoria o de Madrid, llegan a estaciones en las que se unen los vagones, y de dos o de tres surge uno. Adem¨¢s, todos los r¨ªos van al mar (Parlamento), lleven m¨¢s o menos lluvia de votos.
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