"Falta una interpretaci¨®n global y rigurosa de la guerra civil en Euskadi"
"Ya ha llegado el momento de ajustar cuentas con nuestro pasado". Para que nadie se alarme, Javier Ugarte Teller¨ªa (O?ati, 1957) suelta esta rotunda afirmaci¨®n sin ninguna beligerancia y se refiere a nuestra historia m¨¢s reciente, la que arranca en los convulsos a?os treinta. A juicio de este profesor de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV), todav¨ªa est¨¢ por hacer "una interpretaci¨®n hist¨®rica, global y rigurosa, de lo que realmente signific¨® la guerra civil en Euskadi". La aportaci¨®n de Ugarte a esta tarea se encuentra en su libro La nueva Covadonga insurgente, publicado recientemente, en el que bucea en el caldo de cultivo social y cultural de la sublevaci¨®n de 1936 en Navarra y ?lava. En su libro, Ugarte estudia los or¨ªgenes del alzamiento desde una perspectiva y con una metodolog¨ªa novedosas. Se centra, sobre todo, en los aspectos simb¨®licos y culturales que alimentaron aquel esp¨ªritu de "reconquista" que prendi¨® en Navarra y ?lava aquel verano de 1936. Y sin abandonar las fuentes documentales La nueva Covadonga (Editorial Biblioteca Nueva e Instituto de Historia Social Valent¨ªn de Foronda, Madrid 1998), asienta su rigor con materiales mestizos cogidos de la investigaci¨®n sociol¨®gica, de la antropolog¨ªa y hasta de la literatura. Resulta as¨ª una obra coral, narrada con agilidad y ritmo, en la que los actores an¨®nimos de aquella tragedia hist¨®rica, muchos de ellos entrevistados por el autor, reclaman su sitio entre los protagonistas principales de la sublevaci¨®n. Explica Ugarte que ci?¨® el estudio del fen¨®meno a Navarra y ?lava no s¨®lo porque en los dos territorios prosper¨® la sublevaci¨®n, sino porque ambos constituyen en los a?os treinta una geograf¨ªa homog¨¦nea, la "provincia en t¨¦rminos sociol¨®gicos", lo que no es ya aplicable a Bilbao, Eibar o San Sebasti¨¢n. Sin embargo, hay zonas rurales de Guip¨²zcoa y Vizcaya donde predominan igualmente el carlismo y el integrismo tradicionalistas que alentaron la sublevaci¨®n contra la Rep¨²blica. "No hay un corte claro entre territorios , aunque luego los acontamientos y los frentes de la guerra los crearon con cierta rapidez", indica el profesor. Por eso mismo, frente a la idea de que la sublevaci¨®n del 36 constituy¨® una agresi¨®n externa contra el Pa¨ªs Vasco, afirma que "aqu¨ª, m¨¢s que en otras partes, fue un conflicto civil". Precisamente, el trabajo de Ugarte trata de desmenuzar las claves complejas por las que se produjo la adhesi¨®n de unas masas populares importantes al alzamiento, que fue a la postre lo que convirti¨® un golpe militar en "cruzada"; en el empe?o de "reconquistar Espa?a desde el norte para la catolicidad y la tradici¨®n". Sostiene Ugarte que para realizar ese "ajuste de cuentas" que propone con nuestro pasado, primero hay que "enfriar" la memoria. "El pasado tiene su propia din¨¢mica. Yo en el libro buceo en un mundo que se ha acabado, que se mov¨ªa seg¨²n unas claves que quebraron en los a?os sesenta. Cada periodo hist¨®rico hay que tratarlo de acuerdo a las claves de ese mundo, no con las del nuestro", dice. Desde esa perspectiva achaca la falta de estudios rigurosos sobre la guerra civil y la posguerra en el Pa¨ªs Vasco a dos circunstancias. En primer lugar, al hecho de que todav¨ªa quedan cicatrices de esa etapa -"en algunos aspectos sigue viva"-; y luego, que se sigue viendo con las gafas de la ideolog¨ªa. "La pol¨ªtica est¨¢ impregnada de historicismo y hay sectores que se resisten a admitir una interpretaci¨®n cient¨ªfica del pasado. Aqu¨ª todo el mundo echa mano de la historia para justificar sus argumentos pol¨ªticos", se lamenta Ugarte. Su reproche acad¨¦mico, desapasionado, vale igual para esa historia de izquierdas, reticente a reconocer que la sublevaci¨®n de 1936 tuvo unos apoyos populares m¨¢s all¨¢ del ej¨¦rcito y la oligarqu¨ªa, que para esas recreaciones de un pasado construido sobre mitos literarios y que todav¨ªa cuestionan, por ejemplo, la romanizaci¨®n. Ugarte cree que la historia no proyecta responsabilidades el presente, sino ense?anzas. Por eso espera que la desaparici¨®n de la generaci¨®n que guarda memoria viva y agraviada la guerra civil ayude a revisar este periodo; y, dentro de ¨¦l, "la historia del nacionalismo vasco en esa etapa, que todav¨ªa es conflictiva y que en alg¨²n momento habr¨¢ que afrontarla con normalidad". Esto requerir¨¢, dice conciliador Ugarte, "una cierta capacidad de olvido en t¨¦rminos pol¨ªticos y, por otra parte, una labor de recuperaci¨®n hist¨®rica m¨¢s cient¨ªfica, sin mistificaciones, m¨¢s acad¨¦mica y menos interesada". A su juicio, en Euskadi, y sin que los profesionales lo pretendan, se produce "un claro desencuentro" entre el mundo acad¨¦mico y el institucional y pol¨ªtico, controlado en gran medida por el nacionalismo. "El historiador busca la veracidad de los acontecimientos, en la medida en que es posible llegar a ella, lo que a veces resulta inc¨®modo para aquel que basa sus aspiraciones o creencias pol¨ªticas en un pasado mitificado", explica. Ugarte considera que los vascos "debemos enfriar las relaciones que tenemos con el ayer y asumir, por ejemplo, que el franquismo tuvo aqu¨ª una fuerte base social y que el dictador era recibido con cierto entusiamo en San Sebasti¨¢n". Y concluye el historiador: "Asumir el pasado tal como fue es la mejor forma de construir el futuro sobre bases m¨¢s s¨®lidas. Tenemos que conocer lo que fuimos para saber lo que queremos ser".
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