La selva del Sur
Desde hace a?os, los pa¨ªses mediterr¨¢neos integrados en la Uni¨®n Europea, con Espa?a a la cabeza, reclaman un cambio en la pol¨ªtica forestal que aplican las autoridades de Bruselas. Las actuales directrices, denuncian, est¨¢n inspiradas en las necesidades de los bosques del centro y norte del continente, quedando relegadas a un segundo plano las masas arboladas del Sur. Los bosques del centro y norte de Europa cuentan con una biodiversidad relativamente baja. En ellos habitan muy pocas especies vegetales, y las funciones que desempe?an rara vez se superponen. Es decir, hay territorios forestales espec¨ªficamente dedicados a la producci¨®n de madera, otros a servir de tapiz protector del suelo; los hay que se aprovechan para el esparcimiento de la poblaci¨®n o para actuar como soporte de especies animales y vegetales. En cambio, en los bosques mediterr¨¢neos todas estas funciones se superponen, son espacios humanizados, en los que crecen un elevad¨ªsimo n¨²mero de especies, muchas de ellas end¨¦micas, y presentan una biodiversidad muy elevada. Su gesti¨®n, por tanto, es sumamente compleja, ya que hay que conjugar los m¨²ltiples aprovechamientos con la conservaci¨®n de los recursos que los hacen posibles. Condiciones clim¨¢ticas Adem¨¢s, los terrenos forestales de pa¨ªses como Espa?a, Portugal, Grecia, Italia o Francia est¨¢n sometidos a peculiares condiciones clim¨¢ticas. Las sequ¨ªas, que peri¨®dicamente azotan a estos territorios, unidas a los incendios estivales, complican la conservaci¨®n de este patrimonio. La lista de amenazas se completa con la sobreexplotaci¨®n a la que est¨¢n sometidos algunos de estos bosques, habitualmente situados en zonas deprimidas social y econ¨®micamente. El fantasma de la erosi¨®n, uno de los peligros ambientales m¨¢s graves del Sur continental, est¨¢ presente en muchos de estos territorios. Andaluc¨ªa alberga algunas de las mejores muestras de bosque mediterr¨¢neo que se conservan. Los encinares y alcornocales, que suman m¨¢s de un mill¨®n de hect¨¢reas, son el exponente m¨¢s valioso de este tipo de ecosistemas. No menos importantes, en una regi¨®n amenazada por la desertizaci¨®n, son las 200.000 hect¨¢reas que ocupa el matorral mediterr¨¢neo. Tratando de buscar una acci¨®n coordinada entre todos los pa¨ªses que albergan estos bosques, la Consejer¨ªa de Medio Ambiente ha convocado una Conferencia Internacional sobre Conservaci¨®n y Uso Racional del Bosque Mediterr¨¢neo, que comienza este mi¨¦rcoles en Benalm¨¢dena (M¨¢laga). A ella asistir¨¢n especialistas de todo el mundo. Adem¨¢s de representantes de distintos organismos europeos, han sido invitados los ministerios con competencias forestales de m¨¢s de 20 pa¨ªses. Asimismo, acudir¨¢n a M¨¢laga representantes de los parlamentos nacional y auton¨®mico, comunidades aut¨®nomas, centros de investigaci¨®n, universidades, asociaciones ecologistas, organizaciones agrarias, sindicatos e instituciones integradas en la ONU. Los trabajos de la conferencia se distribuir¨¢n en tres grandes ¨¢reas tem¨¢ticas. La primera estar¨¢ dedicada a la ecolog¨ªa y conservaci¨®n del bosque mediterr¨¢neo. Un segundo grupo analizar¨¢ los factores econ¨®micos, ya que aunque estos montes no aportan un elevado rendimiento financiero, son muy rentables desde el punto de vista social y ambiental. La tercera mesa de trabajo se ocupar¨¢ de las vinculaciones que el monte mediterr¨¢neo tiene con el mundo rural. Desde hace algunas semanas se est¨¢ consensuando una declaraci¨®n, que suscribir¨ªan todos los participantes, y que ser¨ªa presentada como documento final del encuentro. En ella, los asistentes a la conferencia reclaman la elaboraci¨®n de una estrategia com¨²n para la conservaci¨®n y uso sostenible del monte mediterr¨¢neo. Al mismo tiempo, se solicita a la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n su participaci¨®n activa en todas estas iniciativas, y a la Comisi¨®n de la Uni¨®n Europea que considere el bosque mediterr¨¢neo como un elemento esencial en las pol¨ªticas de desarrollo rural y de medio ambiente.
Un buen ejemplo
El Parque Natural de Los Alcornocales (C¨¢diz), es uno de los mejores ejemplos que se pueden encontrar de lo que es un bosque mediterr¨¢neo bien conservado, en el que la mayor¨ªa de las actividades humanas, agr¨ªcolas y ganaderas est¨¢n perfectamente integradas en el medio. Ya en 1844, cuando las tierras del sur peninsular se convirtieron en destino predilecto de naturalistas for¨¢neos, el cient¨ªfico alem¨¢n Moritz Willkomm llam¨® a estas espl¨¦ndidas masas forestales "la selva virgen europea". Pero el aprecio que suscitaban fuera de nuestras fronteras no era compartido por las autoridades espa?olas, hasta el punto de que, en 1855, las leyes desamortizadoras de Madoz autorizaron la venta, y posterior corta, de muchos de los alcornocales que entonces se extend¨ªan por numerosas comarcas espa?olas. La nefasta disposici¨®n ten¨ªa sin embargo algunas excepciones que, a larga, ser¨ªan providenciales. As¨ª, no se inclu¨ªan aquellos montes poblados con quejigo y con roble enano, precisamente dos de las especies m¨¢s abundantes en los alcornocales gaditanos. En palabras de M¨¢ximo Laguna, bot¨¢nico de la ¨¦poca, "el pigmeo salv¨® del hacha destructora al gigante". El Parque Natural de Los Alcornocales resulta, en sus m¨¢s de 170.000 hect¨¢reas de extensi¨®n, un espacio parad¨®jico. A primera vista presenta una cierta uniformidad, muestra un paisaje que pudiera parecer mon¨®tono y hasta pobre al visitante. Sin embargo, la mezcla de unas peculiares condiciones geol¨®gicas y clim¨¢ticas, combinadas con su estrat¨¦gica posici¨®n geogr¨¢fica, hacen de estos territorios un para¨ªso para la biodiversidad, en donde se alternan numerosos ecosistemas, algunos de ellos ciertamente peculiares y hasta exclusivos.
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