Datos para la paz
TRAS LA tregua de ETA hay una Euskadi tan plural como antes y quiz¨¢s m¨¢s complicada pol¨ªticamente, pero en paz. Ello permitir¨¢ abordar los problemas en un clima in¨¦dito en el Pa¨ªs Vasco: sin la coacci¨®n permanente del terrorismo. Si la impresi¨®n existente entre los pol¨ªticos y la mayor¨ªa de los observadores se confirma, la tregua de ETA es algo m¨¢s que una maniobra electoral. Los resultados de ayer son todav¨ªa, en una proporci¨®n dif¨ªcil de precisar, deudores de ese clima. Pero en la medida en que se aleje definitivamente la amenaza de la violencia -en los ¨²ltimos meses han sido asesinados seis concejales de un partido por el exclusivo motivo de su militancia pol¨ªtica- desaparecer¨¢ tambi¨¦n la distorsi¨®n que la violencia ha introducido en la pol¨ªtica vasca. Por ello, lo m¨¢s destacable de las elecciones celebradas ayer es que los electores vascos han repetido el mismo equilibrio del anterior Parlamento entre nacionalistas y no nacionalistas.Seguir¨¢ habiendo siete fuerzas en el Parlamento vasco (frente a cinco en Catalu?a y cuatro en Andaluc¨ªa y Galicia, por ejemplo); no se perciben trasvases significativos entre los dos bloques electorales fundamentales, nacionalistas y no nacionalistas, que mantienen la misma relaci¨®n entre s¨ª(41/34 esca?os), aunque s¨ª en el interior de cada uno de ellos; la mayor participaci¨®n -la m¨¢s alta de las registradas en unas elecciones auton¨®micas vascas- ha favorecido proporcionalmente m¨¢s al Partido Popular que al PSOE, y a los no nacionalistas que a los nacionalistas. Los populares suben 6 puntos y se convierten en la segunda fuerza vasca, al recuperar gran parte del voto que antes cosechaba Unidad Alavesa. El pluralismo se refleja tambi¨¦n en que cada provincia registra un ganador diferente: PNV en Vizcaya, Euskal Herritarrok en Guip¨²zcoa y PP en ?lava.
El ascenso de EH es el dato m¨¢s llamativo. Hace siete meses, los sondeos llegaron a darle un descenso de cuatro puntos, del 16% al 12%, y la p¨¦rdida de dos esca?os. La tregua le ha permitido recuperar a los votantes que tras la movilizaci¨®n de Ermua hab¨ªan decidido abstenerse y a los que la tregua ha dado un motivo para regresar a las urnas. Hay una cierta l¨®gica psicol¨®gica en la tendencia de sectores de la poblaci¨®n a premiar con su voto a quienes dejan de amenazarles. En Irlanda del Norte, donde el Sinn Fein hab¨ªa obtenido el 10% en las legislativas de 1992 y en las europeas de 1994, pas¨® al 16% tras la tregua. Est¨¢ por ver si esa tendencia se mantendr¨¢ cuando la violencia deje de ser una de las dos preocupaciones esenciales de los ciudadanos. De momento, en todo caso, que EH haya tenido mejores resultados con tregua que sin ella es un factor que debe favorecer el camino hacia una paz definitiva y, ojal¨¢, la evoluci¨®n del mundo radical hacia posturas democr¨¢ticas.
El PNV se mantiene como primera fuerza y a ¨¦l le corresponder¨¢ la responsabilidad de tomar la iniciativa para la formaci¨®n del gobierno. Con 33.000 afiliados y unos 347.000 votos -una relaci¨®n de 1 a 10-, cuenta con un electorado extraordinariamente fiel. Eso explica que el importante giro dado en su pol¨ªtica, del autonomismo templado al radicalismo iconoclasta de los ¨²ltimos meses, haya provocado un da?o limitado, aunque puede dar pie a debates internos sobre el coste de este viaje. Esa fidelidad hace que tambi¨¦n sea el partido que menos se beneficia del aumento de la participaci¨®n: cosecha unos 43.000 votos m¨¢s, frente a los 57.000 que sube EH, los 44.000 que aumenta el PSOE y los 103.000 adicionales del PP.
La polarizaci¨®n se ha traducido en un reajuste a costa de las fuerzas menores de cada bloque. Eusko Alkartasuna (EA) contin¨²a su lento descenso, aunque sus seis esca?os (ten¨ªa 8) pueden ser imprescindibles para completar una mayor¨ªa de gobierno, cualquiera que sea la combinaci¨®n que se elija. Lo m¨¢s probable vuelve a ser un tripartito con el PNV y EA como componente nacionalista (27 esca?os) y un tercer socio que podr¨ªa ser el PSOE o el PP. Izquierda Unida, una fuerza que dice no ser nacionalista pero avala la declaraci¨®n ultranacionalista de Estella y que se adapta a todos los giros del PNV, paga su oportunismo con un retroceso espectacular.
El Parlamento y el Gobierno que salgan de estas elecciones gestionar¨¢ el proceso destinado a hacer irreversible la paz. El reforzamiento de un partido que sigue sin condenar la violencia y que impugna frontalmente el marco institucional constituye sin duda un problema. Pero la democracia se aprende practic¨¢ndola, algo en lo que ese mundo tiene excasa experiencia. Lo fundamental es que la discusi¨®n pueda realizarse sin la espada de Damocles de una vuelta a los atentados.
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