Diario de un campo de concentraci¨®n
Un libro relata el uso que tuvo en la posguerra el actual centro penitenciario de Nanclares de Oca
"Aquello no era un campo de exterminio", aclara el autor, maestro en Nanclares
"Otra difamaci¨®n contra Espa?a"
El campo de concentraci¨®n de Nanclares de la Oca recibi¨® una visita inesperada en 1945, reci¨¦n terminada la segunda guerra mundial. El r¨¦gimen franquista, en un intento de aparentar transparencia en el exterior, autoriz¨® a un grupo de periodistas extranjeros una gira por este tipo de centros extendidos por Espa?a. As¨ª fue como varios corresponsales de la agencia Associated Press accedieron a Nanclares. El m¨¦dico recibi¨® la visita en la enfermer¨ªa con "una mezcla de celo, antipat¨ªa y amabilidad fingida", comenta Monago en el libro. A los pocos d¨ªas, se public¨® el art¨ªculo, criticando sin concesiones la existencia del campo. Al parecer, llegaron a calificarlo de "campo de exterminio". El Ministerio de la Gobernaci¨®n respondi¨® a trav¨¦s del diario El Pensamiento Alav¨¦s, bajo el titular Otra informaci¨®n difamatoria contra Espa?a. No se necesita mucho esfuerzo para imaginarse el resto de la noticia. Atendiendo a las cifras que se ofrecen en el documento elaborado por el maestro de Nanclares, murieron al menos 118 internos durante los siete primeros a?os de vida del campo por diversas causas, entre las que sobresalen desnutrici¨®n, tuberculosis y disenter¨ªa. Aparte quedan quienes pudieran fallecer en el transporte entre los propios campos o en los hospitales. En el libro hay una relaci¨®n detallad¨ªsima de los fallecidos entre 1942 y 1944. Al margen de la situaci¨®n en Nanclares de la Oca, aquellos eran tiempos dif¨ªciles, tambi¨¦n en todo el pa¨ªs, marcado por la cartilla de racionamiento y la autarqu¨ªa. La vida de los internos se hizo m¨¢s llevadera gracias a unos vecinos amables, el convento de los hermanos Menesianos. "Estaban al otro lado del r¨ªo. Prestaban ayuda a los detenidos, les daban dos platos de comida, su propio tabaco y alubias. Ofrec¨ªan ayudas pero sin mojarse", comenta Monago, a quien los actuales frailes ayudaron a recopilar gran parte de la informaci¨®n del libro.
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