"Hay que empezar a habitar literariamente Europa"
Rafael Argullol, una de las voces m¨¢s singulares de las letras actuales, acaba de publicar Transeuropa (Alfaguara), primera novela desde 1993, a?o en que gan¨® el premio Nadal con La raz¨®n del mal. Argullol considera que Europa est¨¢ de momento s¨®lo en mano de pol¨ªticos y economistas y "empieza a ser importante la experiencia de habitar literariamente Europa".Pregunta. Usted no escribe por el placer de narrar una historia, sino que a trav¨¦s del relato, o de la poes¨ªa, trata de transmitir unas reflexiones; lo suyo es "novela de ideas", ?es as¨ª?
Respuesta. No creo mucho en la literatura de ideas; en definitiva, toda la literatura ha expresado siempre ideas. En la historia de la novela moderna no hay ninguna que pueda merecer este nombre y no exprese una serie de meditaciones, y eso desde el principio mismo del g¨¦nero. Otra cosa es lo que podr¨ªamos llamar artefactos narrativos, muchas veces vinculados a la literatura como simulacro, que ponen en funcionamiento escenograf¨ªas en las cuales la propia construcci¨®n del artefacto justifica, al parecer, todo el funcionamiento de la narraci¨®n. Pero la distinci¨®n entre la literatura de ideas y la de puro artificio no es una distinci¨®n con la que me sienta identificado. En mi opini¨®n, la narrativa del futuro, al menos en la tradici¨®n cultural europea, ser¨¢ una narrativa contagiada, en la que la intervenci¨®n de lo po¨¦tico y de lo reflexivo formar¨¢ parte del engranaje narrativo mismo. No creo en el futuro de la novela artefacto.
P. ?Qu¨¦ opina de la muerte de la novela de la que se discute estos ¨²ltimos tiempos?
R. Creo que, a grandes rasgos, habr¨ªa dos grandes miradores desde los cuales contemplar este asunto: el occidental y el no occidental. Desde el primero, como demuestra el actual panorama narrativo, se ve que todav¨ªa se da una relaci¨®n entre material de la realidad y narraci¨®n suficientemente vivo, activo, como para que haya una especie de construcci¨®n cl¨¢sica de la ficci¨®n a partir de ese material. Me refiero a que gran parte de la mejor narrativa en franc¨¦s sea magreb¨ª, gran parte de la inglesa sea india, japonesa... En estos momentos estamos descubriendo la vitalidad de esas narrativas en tradiciones no europeas. Ah¨ª est¨¢ el aspecto fascinante de la combinaci¨®n de lenguas y tradiciones y de su intercambio.
P. ?Y el otro mirador?
R. El de la tradici¨®n europea conduce inexorablemente a una escritura contagiada, transversal. Creo que no es un fen¨®meno reciente, sino desarrollado a lo largo de toda la modernidad y que sigue vivo. Es decir, cuando somos partidarios del experimento, el v¨ªnculo entre experimento y experiencia indica ese contagio. Creo que en Europa cada vez se agudizar¨¢ m¨¢s y que lo que denominamos novela, que por otra parte implica ¨¢mbitos sem¨¢nticos muy amplios, implica necesariamente eso. Claro que se pueden crear best sellers y otros artefactos de ¨¦xito a partir de la simulaci¨®n: novela negra haciendo ver que el barrio chino de Barcelona es el Bronx, novela psicologista haciendo ver..., pero ni me interesa ni creo que tenga ning¨²n inter¨¦s si hablamos de una literatura vinculada a la cultura. Claro que, si hablamos de una literatura vinculada puramente a la productividad comercial, ya es otra cosa.
P. ?Por qu¨¦ la trama de Transeuropa se desarrolla en Rusia?
R. Hay dos or¨ªgenes distintos. Por un lado, la experiencia personal, que, de hecho, se encuentra en la ra¨ªz de todos mis libros, narrativos y po¨¦ticos y de ensayo, donde siempre hay un viaje. En este caso, el marco f¨ªsico del viaje es uno de los motivos. El otro ser¨ªa aquello que ya vio Rilke: que Europa, aparte de su concentraci¨®n central, de lo que llamar¨ªamos Centroeuropa, tiene ese elemento perif¨¦rico de los extremos, que ¨¦l observaba en la simbolog¨ªa de Espa?a y Rusia, y que produce cierta dial¨¦ctica con el Centro. Yo quer¨ªa introducir en esta novela una reflexi¨®n sobre la Europa actual, casi dir¨ªa del siglo XXI, una reflexi¨®n para intentar habitar esa Europa. Porque, hasta ahora, estamos permitiendo que eso que llamamos Europa lo habiten s¨®lo expertos, pol¨ªticos, economistas, etc¨¦tera, y creo que empieza a ser importante la experiencia de habitar literariamente esa Europa. De all¨ª ese viaje a trav¨¦s de Europa de extremo a extremo, de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica hasta una Rusia que se pierde en Asia.
P. Un viaje tambi¨¦n interior, ?hacia d¨®nde?
R. Al protagonista le sucede lo que a Edipo, pero en t¨¦rminos actuales; es un viaje de los que llamamos de conocimiento, pero no para conocer lo que es, sino lo que no es. Lo que al protagonista le va sucediendo en el viaje es que va conociendo lo que no es, va conociendo la incertidumbre. Es un tema que me resulta muy interesante. Porque la incertidumbre es el principio para cualquier aventura interior. Esto se vincula con otra cuesti¨®n que me parece muy interesante: nuestra memoria y nuestra amnesia, vinculadas a la falsa identidad que inviste a cada uno de nosotros, se cruza en un momento determinado con la memoria y la amnesia de lo otro, de lo dem¨¢s, de la historia, incluso de aquellas cosas que no hemos vivido directamente.
P. El estilo es m¨¢s seco y desnudo que el de La raz¨®n del mal, su anterior novela, de 1993.
R. S¨ª. La evoluci¨®n te puede llevar al barroquismo o a la austeridad. A m¨ª me lleva a esto ¨²ltimo. El mismo esfuerzo f¨ªsico de escribir me conduce a la econom¨ªa expresiva, la austeridad, la concisi¨®n. Es una necesidad f¨ªsica. Lo ornamental me pesa.
Babelia
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