Un lobo con piel de cordero
"La agarr¨® fuertemente y, con unos papeles y cinta aislante, le tap¨® los ojos, la despoj¨® por la fuerza de las prendas superiores, le at¨® las manos por detr¨¢s de la nuca y, para evitar que gritara, le tapon¨® la boca con un trapo y, a continuaci¨®n, despu¨¦s de reclinar el asiento que ocupaba, le quit¨® violentamente los pantalones, sac¨® de una bolsa un objeto duro que emit¨ªa un suave zumbido y se lo introdujo por la vagina. Seguidamente, intent¨® introducir el pene, pero, al no conseguirlo por encontrarse completamente agarrotada, se enfureci¨®". ?ste es un fragmento de la ¨²nica condena judicial, de momento, que describe una violaci¨®n cometida por Joaqu¨ªn Ferr¨¢ndiz, de 35 a?os, quien la semana pasada se confes¨® autor de cinco cr¨ªmenes cometidos en Castell¨®n, lo que le convierte en uno de los pocos asesinos en serie de la criminolog¨ªa espa?ola. La sentencia, de mayo de 1990, le conden¨® a 14 a?os de prisi¨®n por un delito de violaci¨®n, el primero en su historial delictivo. En esas fechas, Chimo, como le conoc¨ªan sus amigos, ten¨ªa 25 a?os. Pese a que naci¨® en Valencia, vivi¨® su juventud en Castell¨®n, junto a sus padres y sus dos hermanos menores. Ferr¨¢ndiz perdi¨® a su padre cuando era muy joven. De su etapa en el instituto se le recuerda como un estudiante normal, amigo de sus amigos. Nada excepcional. Su historia criminal empez¨® a las 7.35 horas del 26 de junio de 1989, cuando cometi¨® su primera agresi¨®n sexual. Provoc¨® un accidente al chocar con el ciclomotor que conduc¨ªa su v¨ªctima y tras socorrerla, la viol¨®. Una forma de actuar que repiti¨® a?os despu¨¦s, pero asesinando a sus v¨ªctimas, seg¨²n confiesa. La polic¨ªa consigui¨® detenerle el 6 de agosto del mismo a?o. En el choque con la v¨ªctima, el veh¨ªculo de Ferr¨¢ndiz perdi¨® un tornillo de la matr¨ªcula. Conocido el modelo que conduc¨ªa, la polic¨ªa acab¨® encajando el tornillo perdido en el coche de Ferr¨¢ndiz. ?ste "se mantuvo sereno en todo momento", dicen los agentes que le detuvieron. La madre, hermanos, compa?eros y amigos de Ferr¨¢ndiz, convencidos de su inocencia, se movilizaron, recogieron firmas, presentaron recursos e incluso dieron conferencias de prensa para alabar al convicto y proclamar que se trataba de un error policial y judicial. Ya condenado, Ferr¨¢ndiz mantuvo en la c¨¢rcel la imagen que hab¨ªa proyectado sobre s¨ª mismo en el exterior: buen comportamiento, conducta ejemplar y participaci¨®n en las actividades de la prisi¨®n. En el n¨²mero de la revista interna La Saeta de febrero de 1990, Ferr¨¢ndiz se encarg¨® del dise?o gr¨¢fico. Adem¨¢s, colabor¨® con art¨ªculos como La belleza. "?Qu¨¦ azar nos hace otorgar la belleza? Yo puedo odiar a algo o a alguien y reconocer que es bello... Los sentimientos pues, no son el determinante que reparte dicha gracia", escribi¨®. El buen comportamiento le vali¨® la libertad condicional y en la compa?¨ªa de seguros en la que ha trabajado hasta su detenci¨®n en julio, se guarda de ¨¦l la imagen que siempre ha cultivado. "Aqu¨ª se comportaba de forma servicial, era puntual, atento", dicen sus compa?eros. Un lobo con piel de cordero; perito de veh¨ªculos y supuesto asesino de cinco mujeres. Los que le han visto estos d¨ªas dicen que es distante, fr¨ªo, calculador, con un alto coeficiente intelectual. "Tiene una personalidad compleja", afirma su abogada, Rosa Edo. Tan compleja que los informes psicol¨®gicos que se le han hecho hasta ahora dicen que su comportamiento es normal.
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