Los comicios del martes deciden el futuro de Clinton
Los republicanos lanzan una ofensiva de ¨²ltima hora para explotar el "caso Lewinsky"
"El dilema de estas elecciones es recompensar a Clinton por no decir la verdad o votar republicano". As¨ª reza el mensaje de la campa?a de publicidad televisiva desencadenada esta semana por el Partido Republicano, que ha apostado su suerte en los comicios del martes a la denuncia de las mentiras contadas por Clinton en relaci¨®n al caso Lewinsky. Un juego muy arriesgado, cuando la mayor¨ªa de los norteamericanos est¨¢n ya hartos de este asunto.
Todos los intentos anteriores para acogotar al presidente con el caso Lewinsky -difusi¨®n del informe Starr y del v¨ªdeo de su declaraci¨®n ante el gran jurado, votaci¨®n en la C¨¢mara de Representantes a favor del comienzo del proceso de impeachment...- se han vuelto contra los conservadores. Mientras ¨¦stos perd¨ªan popularidad, el presidente la recuperaba. Y es que dos terceras partes de los norteamericanos, como vuelven a confirmar las ¨²ltimas encuestas, est¨¢n hartos del caso Lewinsky y consideran que no es motivo suficiente para sacar a Clinton de la Casa Blanca.Pero tambi¨¦n es cierto que, de un modo extra?o e indirecto, el el caso Lewinsky es el tema m¨¢s importante de estas elecciones. De su resultado dependen los dos ¨²ltimos a?os del segundo y definitivo mandato presidencial de Clinton. Si los republicanos ampl¨ªan su actual mayor¨ªa en las dos c¨¢maras del Congreso, la tentaci¨®n de llevar hasta su t¨¦rmino el proceso de impeachment o destituci¨®n del presidente les resultar¨¢ invencible. Si se mantiene la actual correlaci¨®n de fuerzas, Clinton podr¨¢ negociar con el Congreso una salida al asunto que se limite a la censura moral.
Estados Unidos elige el martes a la totalidad de los 425 miembros de la C¨¢mara de Representantes, un tercio de los 100 integrantes del Senado y 36 de los 50 gobernadores de Estado. Tambi¨¦n celebra m¨²ltiples elecciones municipales -la ciudad de Washington escoge al sustituto del pol¨¦mico alcalde afroamericano Marion Barry- y varios referendos.
El tema de estas consultas dibuja una imagen de las preocupaciones del pa¨ªs que dista mucho de la reflejada en Washington. Por ejemplo, Arizona vota la prohibici¨®n de las peleas de gallos; California, la de la venta de carne de caballo; la ciudad de Washington y los Estados de Alaska, Nevada, Washington y Oreg¨®n, la despenalizaci¨®n de la marihuana para usos m¨¦dicos. Si se abandona el pol¨ªticamente emponzo?ado ambiente de Washington y se viaja por el pa¨ªs, se descubre que los intereses reales de la mayor¨ªa de la gente son la mejora de la educaci¨®n p¨²blica, la salvaci¨®n del sistema p¨²blico de pensiones (Seguridad Social), la lucha contra una delincuencia que sigue siendo muy alta, nuevas reducciones de la presi¨®n fiscal, la protecci¨®n de la vida familiar de las clases medias y la revoluci¨®n provocada por los ordenadores e Internet.
De esos temas se habla en los hogares, los lugares de trabajo, los bares y hasta en los muy poco concurridos m¨ªtines electorales. Tambi¨¦n se habla del caso Lewinsky, pero como de un culebr¨®n que result¨® muy entretenido durante meses y ha terminado por ser demasiado largo, aburrido y peligroso. Y, sin embargo, como insisten los republicanos, los ¨²nicos sondeos que cuentan en democracia son los efectuados en las urnas por los ciudadanos que desean participar pol¨ªticamente. Y los pocos que las visiten el martes -se anuncia una participaci¨®n m¨ªnima- estar¨¢n emitiendo, aunque no sea ¨¦sa su intenci¨®n, un voto sobre el futuro de Clinton. Con su campa?a sobre la necesidad de "no recompensar a Clinton por no decir la verdad", los republicanos quieren movilizar a tope el voto conservador, ese tercio del pa¨ªs que se siente herido e indignado por las aventuras sexuales del presidente con la becaria. Desean que esa movilizaci¨®n, combinada con una apat¨ªa del electorado centrista y progresista, les d¨¦ tan buen resultado como en las legislativas de 1994, cuando Newt Gingrich acaudill¨® una victoriosa "revoluci¨®n conservadora" que se desinfl¨® muy pronto a causa de sus extremismos.
El objetivo de los republicanos es ampliar en 4 o 5 sillones su actual mayor¨ªa en el Senado, que es de 55 sobre 100, y en 10 o 12 la de la C¨¢mara de Representantes, 228 sobre 425. Eso les colocar¨ªa en una gran posici¨®n de fuerza para seguir adelante con el impeachment de Clinton. Los dem¨®cratas, por su parte, cantar¨ªan victoria si lograran mantener sus posiciones. Los ¨²ltimos sondeos han reconfortado a los correligionarios de Clinton: el avance conservador puede ser muy peque?o o nulo. En cuanto a los gobernadores, los republicanos desean ampliar en 2 o 3 su actual mayor¨ªa de 32 sobre 50. Jeb Bush, el hijo del ex presidente y hermano del gobernador de Tejas, puede arrebatarles Florida a los dem¨®cratas, pero el dem¨®crata Gray Davis, gracias al voto hispano, parece que va a darles a los republicanos el disgusto de conquistar California, el feudo de Reagan. Sea como sea, estos comicios ser¨¢n el tel¨®n de cierre de la presidencia de un Clinton que, aunque escape al impeachment, tendr¨¢ poco margen de maniobra en los pr¨®ximos dos a?os. Y supondr¨¢n la apertura de la campa?a presidencial del a?o 2000. Si George Bush es reelegido por amplia mayor¨ªa como gobernador de Tejas, se colocar¨¢ en la mejor posici¨®n posible para convertirse en candidato republicano para la Casa Blanca. Frente a su don de gentes y su muy centrista conservadurismo, Al Gore, el principal aspirante a la candidatura dem¨®crata, lo tendr¨¢ muy dif¨ªcil. Las elecciones del 2000, de confirmarse el duelo entre Bush y Gore, ser¨¢n apasionantes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.