Servicio antes que pompa
La est¨¦tica funeraria ha evolucionado en los 20 ¨²ltimos a?os por el camino de la sencillez y la eficacia
"En Madrid, la democracia se sinti¨® primero en los camposantos". Lo dice Javier de Mingo, secretario de la Asociaci¨®n de Empresas de Servicios Funerarios de la Comunidad madrile?a y socio de una de las funerarias m¨¢s a?ejas de la regi¨®n, ubicada en Alcal¨¢ de Henares. Seg¨²n De Mingo, tras la dictadura, el primer gobierno democr¨¢tico del Ayuntamiento de Madrid, presidido por Enrique Tierno, acab¨® con los entierros para ricos y pobres e igual¨® a los madrile?os en el momento de su ¨²ltimo viaje."Desaparecieron los cientos de categor¨ªas de entierros que hab¨ªa. Se homogeneizaron los veh¨ªculos y se populariz¨® un mismo modelo de f¨¦retro para todos. Fue el primer indicio del cambio social y pol¨ªtico hacia una Espa?a distinta", cuenta De Mingo.
Los socialistas intentaron tambi¨¦n suavizar la p¨¢tina t¨¦trica y oscura que ti?e los duelos e hicieron una concesi¨®n a la est¨¦tica: los coches f¨²nebres cambiaron el negro por el burdeos, un color sobrio, pero menos l¨²gubre. "A fin de cuentas, el modus vivendi", dice De Mingo, "acaba teniendo siempre un correlato en el modus mortis. Por ejemplo, en Madrid, cuando en el desarrollismo de los sesenta empez¨® a levantar ciudades dormitorio, en los cementerios comenzaron a aflorar los nichos". No obstante, este empresario reconoce que la idea de la muerte nos hace refractarios a las innovaciones.
A pesar de todo, la moda y el dise?o se resisten a quedarse al margen y los fabricantes insisten en demostrar que la creatividad no les es ajena. Ata¨²des de colores, con mando a distancia, refrigeraci¨®n, o con el escudo de su equipo de f¨²tbol favorito son buena prueba de que no les falta imaginaci¨®n.
El problema es que el resto de los mortales tacha de irreverencia cualquier cosa que dulcifique el rigor del duelo. "Los espa?oles somos muy conservadores ante la muerte", dice De Mingo, mientras explica sus intentos por promocionar un ata¨²d desmontable, de maderas claras, sencillo de l¨ªneas y sin las recargadas tallas que luce el resto. "Ha sido imposible. En otros pa¨ªses, los h¨¢bitos de compra se cambian, pero aqu¨ª es muy dif¨ªcil".
Son modificaciones t¨ªmidas, apenas perceptibles. Por ejemplo, en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas se ha pasado del barroquismo a una est¨¦tica m¨¢s sencilla. "De hecho, hemos dejado de ser empresas de pompas f¨²nebres para serlo de servicios funerarios", dice Javier. La despedida de la vida puede ser menos pomposa que hace dos d¨¦cadas, pero en el reino de los vivos sigue infundiendo el mismo temor reverencial.
"Hay que tener cuidado con las innovaciones, porque r¨¢pidamente pueden ser tomadas como una frivolidad", afirma Luis Sanchis, miembro de la cooperativa Divina Aurora, de J¨¢tiva, donde se concentra la mayor parte de fabricantes de ata¨²des. De esta empresa, fundada hace 50 a?os, ha salido el ¨²ltimo grito en cajas f¨²nebres: ata¨²des con el escudo de los equipos de f¨²tbol.
"Todav¨ªa no hemos recibido pedidos, pero con el tiempo es probable que lleguen. De todas formas, esto es como los desfiles de modelos. Nunca ves en la calle lo que has visto en la pasarela", dice Sanchis. Tampoco han tenido aceptaci¨®n sus f¨¦retros con refrigeraci¨®n o mando a distancia. Este ¨²ltimo lo hicieron pensando en facilitar a la familia la apertura de la caja y la inclinaci¨®n del finado, pero reconoce que tambi¨¦n ser¨ªa un buen consuelo para los que vivan obsesionados con la catalepsia. De hecho, en la historia no han faltado modelos con campanillas o con timbre por si la ciencia forense fallaba.
"Es cierto", reconoce Sanchis, "que en algunas exhumaciones se han visto rasgu?os en la tapa, pero han sido tan anecd¨®ticos... Le aseguro que, si hubiera m¨¢s, los fabricantes estamos capacitados para dotar a las cajas con todo tipo de artilugios".
De su f¨¢brica salieron las arcas de Franco y de Antonio Mart¨ªn, entre otros famosos. Son modelos que entre los funerarios se conocen con el nombre de su morador: La Franco, La Paquirri o La Lola Flores. "Es la denominaci¨®n de origen del modelo", ironiza Juan L¨®pez, encargado de compras de Induma, una f¨¢brica murciana, al tiempo que asegura que, sin embargo, estas arcas no han despertado mayor inter¨¦s entre los clientes. El pavor a la muerte frena cualquier fetichismo. Ante su visi¨®n, lo m¨¢ximo que se puede hacer es decidir entre inhumaci¨®n o incineraci¨®n, pero jam¨¢s imaginar el ceremonial. Esa decisi¨®n se deja a los herederos.
"Los familiares que deciden", dice el funerario madrile?o, "suelen ser gente mayor y, por tanto, muy conservadora".
La m¨¢xima concesi¨®n que hacen es el color del f¨¦retro. Se ha erradicado el caoba oscuro, casi negro, y ahora se imponen los tonos naturales de la madera, sobre todo el cerezo y el nogal, e incluso los metalizados en burdeos y verde oscuro, como los coches.
Pero los colores claros siguen siendo sin¨®nimo de alegr¨ªa y, por tanto, est¨¢n vetados.
De hecho, los f¨¦retros en tonos pastel -habituales en pa¨ªses como B¨¦lgica y Holanda- siguen sin tener aceptaci¨®n salvo en zonas costeras muy determinadas, donde la comunidad homosexual es cada vez m¨¢s numerosa, como Sitges y Marbella. En el resto del pa¨ªs el dolor se sigue pintando de oscuro.
Aunque el paso del tiempo ha cambiado poco las modas, s¨ª lo ha hecho con las actitudes. Las pla?ideras se han convertido en personajes literarios y los velones o los duelos de tres d¨ªas han pasado a la historia.
"Hoy la gente tiene prisa, y si pudieran reducir las 24 horas preceptivas para la inhumaci¨®n, lo har¨ªan. El seguro de decesos que la mayor¨ªa tiene suscrito ayuda porque los familiares delegan todo. El muerto parece m¨¢s de la funeraria que de la familia".
En esa actitud presurosa se esconde tambi¨¦n el intento de obviar la aflicci¨®n por la desaparici¨®n de un ser querido y retomar cuanto antes la normalidad.
Esa mala convivencia con el dolor ha hecho florecer en muchos pa¨ªses una nueva t¨¦cnica, la tanatopraxia, invento franc¨¦s que ahora hace furor en Estados Unidos. Esta manipulaci¨®n del cad¨¢ver con fines est¨¦ticos es para De Mingo "un simulacro, como lo es la vida en general, para edulcorar los estragos del fallecimiento".
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