Umberto Eco vuelve a la semi¨®tica con un ensayo sobre las estrategias de la mentira
La obra analiza en 100 p¨¢ginas varios ejemplos literarios del "travestismo del lenguaje"
Umberto Eco (Tur¨ªn, 1932) regresa a un territorio m¨¢s grato y ligero que el de su pasada aventura literaria (Kant y el ornitorrinco) en el ¨²ltimo libro que acaba de aparecer en las librer¨ªas italianas. En Tra menzogna e ironia (Entre mentira e iron¨ªa), editado por Bompiani, un librito de poco m¨¢s de 100 p¨¢ginas, el autor de novelas tan famosas como El nombre de la rosa o El p¨¦ndulo de Foucault vuelve al an¨¢lisis del lenguaje, pero no para desmembrar oraciones como f¨®rmulas matem¨¢ticas, sino para jugar un poco con los sentidos ocultos de los signos, con las mentiras que oculta, muchas con m¨¢s vocaci¨®n de supervivencia que las verdades. Eco recoge cuatro ensayos publicados de forma aislada.
, Nacidos como pr¨®logos o conferencias, y por tanto de una forma aparentemente dispar, los cuatro textos de Eco est¨¢n unidos por un mismo hilo conductor: todos estudian el uso de diversas "estrategias de mentira, de travestismo, abusos del lenguaje e inversiones ir¨®nicas de estos abusos".Del lado estrictamente mentiroso est¨¢n el ensayo titulado Las migraciones de Cagliostro, un divertido texto desenmascarador del siciliano conde Cagliostro, un curandero, alquimista y presunto mas¨®n del siglo XVIII. Tambi¨¦n el dedicado a una de las obras m¨¢s famosas de la literatura italiana, I promessi spossi (Los novios), del escritor decimon¨®nico milan¨¦s Alessandro Manzoni, entrar¨ªa en ese sector de la mentira pura. Mentirosos tambi¨¦n, pero utilizando ir¨®nicamente la mentira, d¨¢ndole la vuelta, ser¨ªan los ensayos dedicados al escritor c¨®mico Achille Campanile, uno de los primeros autores que Eco confiesa haber le¨ªdo, all¨¢ por el a?o 1938, y al autor de tebeos Hugo Pratt, creador de la serie inspirada en el so?ador personaje Corto Malt¨¦s.
De aventurero a mito
De acuerdo con la propia explicaci¨®n de Eco, Giuseppe Balsamo, conde de Cagliostro, "miente con la palabra, con su indumentaria, con su comportamiento, y con ¨¦l mienten las leyendas que lo han transformado del peque?o aventurero que era en un mito". Otro tanto hace Manzoni en Los novios, una novela hist¨®rica que retrata el Mil¨¢n que sufre la ocupaci¨®n espa?ola en el siglo XVII. Manzoni, sostiene Eco, miente "al sugerir una oposici¨®n entre el lenguaje verbal, veh¨ªculo de mentiras y atropellos, y los signos naturales, a trav¨¦s de los cuales los humildes comprenden, aunque los poderosos les enga?en con sus latinorum".Por el contrario, Campanile, que utiliza sus frases clich¨¦s perfectamente adaptadas, a la manera de guantes, para provocar una reacci¨®n de extra?eza, y Hugo Pratt, que, conoci¨¦ndola perfectamente, "juega con la geograf¨ªa y utiliza mapas reales para hacerla improbable", utilizan la mentira de una forma ir¨®nica. Desde Nueva York, donde se encuentra estos d¨ªas, Eco, entrevistado a trav¨¦s de Internet por el diario italiano Corriere della Sera, se reafirma en su juicio sobre el conde Cagliostro. Este personaje, v¨ªctima para muchos de una maquinaci¨®n clerical, que ha fascinado de siempre a los buscadores de misterios, "representa el arquetipo del hombre sin cualidades, el que hace de la mentira un medio de supervivencia", seg¨²n dice el semi¨®logo.
Y en cuanto a la posibilidad de que la tesis de Manzoni, la que pondera "la sinceridad visual de los gestos frente a los vericuetos enga?osos del lenguaje", tenga su principal aplicaci¨®n en la televisi¨®n, Eco se rebela: "La de la televisi¨®n ya no se define como una semi¨®tica natural. Las im¨¢genes que la televisi¨®n recoge son el resultado de una puesta en escena precedente".
Ahora bien, no se trata de que la peque?a pantalla sea m¨¢s mentirosa que otros medios - "los charlatanes han enga?ado siempre a los simples. Ocurr¨ªa antes de la televisi¨®n y despu¨¦s", explica el escritor-. Lo que pasa es que, "dada la potencia del medio, simplemente ahora ocurre m¨¢s. El crecimiento de la informaci¨®n y la cultura aumentan la credulidad. Los m¨¦dicos positivistas del siglo XIX eran los que iban despu¨¦s a las sesiones ocultistas. Ten¨ªa raz¨®n Chesterton: cuando la gente deja de creer en Dios, no es que deje de creer en todo, sino que empieza a creer en todo. Los ateos son m¨¢s supersticiosos que los creyentes. La New Age, una religi¨®n para no creyentes, tiene m¨¢s dioses que cualquier religi¨®n revelada".
De ah¨ª que Eco, desmarc¨¢ndose un tanto de las opiniones cr¨ªticas que ha merecido a la intelectualidad italiana la ¨²ltima enc¨ªclica del Papa, Fides et ratio, coincida con Juan Pablo II a la hora de identificar a la cultura Nueva Era como la principal amenaza de la cristiandad. "La New Age es hoy, y no el marxismo, el principal enemigo de la Iglesia cat¨®lica. Monse?or Milingo (un obispo africano con grandes dotes para el show business) es mucho m¨¢s peligroso que [Palmiro] Togliatti. Y el Papa ve con desconfianza tanto la teolog¨ªa de la liberaci¨®n como los deslizamientos al irracionalismo, como el sincretismo t¨ªpico de las sectas, que se est¨¢n comiendo la mitad de Am¨¦rica Latina".
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