Un presidenciable llamado Bush
George Bush, gobernador de Tejas, de 52 a?os, es un hombre s¨®lido y de mediana altura, de pelo plateado, nariz de senador romano y ojos azules en un rostro bronceado. Es simp¨¢tico y accesible, pero ya tiene aire presidencial, quiz¨¢ porque recuerda a su padre. "No tomar¨¦ ninguna decisi¨®n sobre si me presento o no a las elecciones presidenciales hasta mediados del a?o pr¨®ximo", dice al enviado de EL PA?S en un momento de su campa?a para la reelecci¨®n en las elecciones legislativas y a gobernadores de ma?ana. Una encuesta difundida por CNN, Gallup y Usa Today le concede el 57% de las preferencias de voto para la Casa Blanca, frente al 39% del dem¨®crata Al Gore, si las presidenciales se celebraran ahora.A la entrada de Waco, un lugar donde la cerveza local se llama Colt 45, el gobernador Bush ha sido recibido con un gran cartel que anuncia Gun Show (exhibici¨®n de armas) en el centro de convenciones. No le ha molestado, porque ¨¦l est¨¢ a favor de la posesi¨®n de armas siempre que se tenga permiso, como lo est¨¢ a favor de la pena de muerte. El pasado a?o, bajo su gobierno, Tejas, un Estado cuya extensi¨®n es 1,34 veces la de Espa?a, con 19 millones de habitantes y 19.204 d¨®lares de renta per c¨¢pita -la 32 en EE UU-, ejecut¨® a 37 presos. Tras recorrer calles trazadas a cordel y flanqueadas por gasolineras, iglesias que anuncian que "Jes¨²s es el ¨²nico camino hacia el cielo" y baratas viviendas unifamiliares decoradas con las calabazas y los temas de terror de Halloween, Bush llega a su destino, Mission Waco.
All¨ª le esperan pancartas que rezan, en spanglish, "Governor Bush. Our future (Nuestro futuro depende de nosotros)". Y hombres y mujeres con botas de cuero, pantalones vaqueros con cinturones con hebilla de plata y gorras de b¨¦isbol o sombreros tejanos. Una se?ora pasea un cartel con esta cita de Isa¨ªas: "Y el Gobierno deber¨¢ reposar sobre sus hombros". Waco desmiente la visi¨®n del Tejas de oro de la serie Dallas. "Un tercio de sus 110.000 habitantes viven bajo el nivel de la pobreza", informa Jimmy Dorrell, el director de Mission Waco, una organizaci¨®n caritativa de ra¨ªz cristiana dedicada a organizar juegos, deportes y cursos de inform¨¢tica para chavales pobres, en su mayor¨ªa hispanos y negros, y rehabilitar alcoh¨®licos y drogadictos. "El gobernador Bush", a?ade Dorrell, un hombre de gafas y barba entrecana, "nos est¨¢ ayudando mucho. Le presentamos proyectos concretos y ¨¦l nos env¨ªa fondos. Es un republicano que se preocupa por los pobres, algo que no es corriente en su partido en estos tiempos". Bush entra en el sal¨®n de actos de Mission Waco, un edificio de ladrillos de una planta, a cuya entrada se advierte que no est¨¢ permitido introducir armas de fuego. All¨ª Dorrell le explica que ese mismo lugar fue un cine porno, y la dependencia adjunta, un bar frecuentado por prostitutas y alcoh¨®licos. El gobernador se entusiasma. "He aqu¨ª el s¨ªmbolo del cambio que quiero para Tejas", dice al enviado de este peri¨®dico. "Lo importante", prosigue, "es la compasi¨®n. Pero no hay mejor compasi¨®n que la que sale del amor. El Gobierno no puede hacer una ley para que las personas se amen las unas a las otras. Eso surge de la gente y su libre asociaci¨®n, y no hay otra mejor que la de las iglesias y las sinagogas. Pero el Gobierno debe ayudar sus trabajos. ?sa es mi pol¨ªtica. Sustituir el sistema p¨²blico de protecci¨®n social, que s¨®lo crea dependencia, por uno surgido de la gente y apoyado por el Gobierno que fomente la libertad, la responsabilidad y la voluntad de levantarse de nuevo".
Entre la ense?anza y la reducci¨®n de impuestos, ?qu¨¦ escoge el gobernador Bush? "Mire usted", responde, colocando su brazo sobre los hombros del reportero, "yo no bajar¨¦ una serie de impuestos en Tejas hasta que tengamos el mejor sistema de educaci¨®n p¨²blica de EEUU".
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