Los amigos balc¨¢nicosPERE VILANOVA
En estos tiempos en que todo parece tan complicado en el terreno pol¨ªtico, conviene recordar algunas obviedades. Por ejemplo, pocas cosas resultan hoy tan dif¨ªciles como ser croata y dem¨®crata, o serbio y dem¨®crata, sin tener que pasarse el d¨ªa dando explicaciones. En mi galaxia personal, tres ejemplos me resultan muy pr¨®ximos en el espacio y en el tiempo, pues he visto a todos los personajes de esta reflexi¨®n en unas pocas semanas y d¨ªas. Por un lado, Amra y Djuro, en Sarajevo. Ella, musulmana, y ¨¦l, serbio, se casaron en plena guerra, en su ciudad, y tuve el privilegio de estar all¨ª aquel d¨ªa con una peque?a y tenaz delegaci¨®n de la que formaban parte los alcaldes de Barcelona y Sabadell, Maragall y Farr¨¦s, y J. M. Mendiluce, para celebrar (sic) los mil d¨ªas de la guerra. Los vi de nuevo en su casa en agosto, y hace unos d¨ªas han tenido una ni?a, que se llama Uma y que para m¨ª representa la derrota de Karadjic y Mladic. Conviene precisar que Djuro, serbio, de Sarajevo, combati¨® toda la guerra en la defensa de su ciudad contra los fascistas serbios, fue herido y sobrevivi¨®, pero su hermano es un chetnik, un fascista serbio, que vive en la Rep¨²blica Srpska y con el que no se habla. Luego est¨¢n Marina y Jelko, croatas de Sarajevo. Ella, anestesista heroica del hospital Kosevo, vivi¨® con su familia la guerra en -literalmente- el edificio m¨¢s expuesto de la primera l¨ªnea de frente, junto al Holiday Inn. La sacamos de la guerra en junio del 95, ha trabajado en Can Ruti, en Barcelona, durante dos a?os, y ha vuelto a su ciudad. Se ha casado con Jelko, que combati¨® toda la guerra en el peligroso barrio de Stup y se neg¨® a entrar en las milicias croatas del HVO (responsables de la destrucci¨®n de Mostar); han venido de luna de miel a Barcelona y su mera existencia es una bofetada a los fascistas croatas en su totalidad. Quedan Tamara y Sasha, barceloneses de adopci¨®n, que vinieron aqu¨ª en 1991 porque ¨¦l no quer¨ªa matar a nadie y porque su oposici¨®n a Milosevic no les dejaba otra alternativa moral. Aqu¨ª han tenido a su segundo hijo, Dimi, y el mayor, Stefi, ya es del Bar?a y habla catal¨¢n y castellano tan bien como el serbocroata. Tamara hizo varias veces de int¨¦rprete del entonces alcalde de Sarajevo, el amigo Tarik Kupusovic, cuando ven¨ªa a Barcelona, y siempre nos ha sido de gran ayuda en todas las operaciones del dispositivo humanitario del Ayuntamiento de Barcelona, conocido para siempre ya como Districte XI. La cuesti¨®n es la siguiente: todos ellos eran muy j¨®venes cuando empez¨® la guerra en la ex Yugoslavia, todos tienen ahora entre veintipocos y treinta y poqu¨ªsimos a?os, y son la mejor respuesta que uno pod¨ªa esperar a la agresi¨®n fascista que padecieron. Cada cual a su manera, con tenacidad y determinaci¨®n, plantaron cara, dijeron no, y se jugaron mucho o todo en esa opci¨®n. ?Hemos aprendido algo de ellos? Yo, que les llevo muchos a?os, he aprendido muchas cosas. La primera es la confirmaci¨®n de la estrecha relaci¨®n entre la moral como elecci¨®n individual y la pol¨ªtica como opci¨®n racional a favor de reglas de fraternidad y convivencia dentro de las cuales todo debate es posible y fuera de las cuales todo es destructivo. La segunda lecci¨®n es el rechazo -y sus costes- a reducir el compromiso pol¨ªtico a criterios seudonaturales de pertenencia a etnias, pueblos o nacionalidades que, de entrada, definen al otro como enemigo o amenaza por el hecho de ser distinto. La tercera lecci¨®n es que, si bien la pol¨ªtica es pasi¨®n, la elecci¨®n racional sobre criterios morales debe imponerse, y ello es muy f¨¢cil cuando adem¨¢s constatas que personas tan diferentes, a las que su entorno invitaba enfrentarse entre s¨ª de modo totalmente destructivo, te muestran tan claramente, de modo tan evidente, cu¨¢l es el camino. Me han dado, adem¨¢s, un regalo adicional, el de su sentido de la amistad y la generosidad, y la energ¨ªa con la que insisten en que aqu¨ª, en Barcelona, en Catalu?a, en Espa?a, se han sentido tratados como en ninguna otra parte. El ¨²ltimo art¨ªculo que escrib¨ª en estas p¨¢ginas sobre aquello data del verano de 1995, y lo hice bajo la ira de la matanza de Srebrenica y la respuesta que dimos desde aqu¨ª. Lo le¨ª hace unos d¨ªas despu¨¦s de cenar con unos y con otros, y pens¨¦ que, a pesar de todo, gentes como Amra, Djuro, Marina, Djelko, Sasha, Tamara y los hijos que han tenido y los que est¨¢n por venir son la prueba de que, con todo lo que queda por hacer, con Kosovo y los Kosovos por venir, hay esperanzas. ?Y a qu¨¦ viene todo esto?, dir¨¢ alg¨²n lector. Viene a cuento porque, en estas latitudes, el debate pol¨ªtico abierto o reabierto por la tregua de ETA, las elecciones en Euskadi y el tono que a menudo usan los pol¨ªticos para atacarse entre s¨ª a ra¨ªz de la Declaraci¨®n de Barcelona, la de M¨¦rida o la de m¨¢s all¨¢, todo ello invita al pesimismo. No porque vaya a suceder un desastre balc¨¢nico en nuestras latitudes, ni mucho menos. Pero, precisamente por ello, por el valor de una democracia tan reciente, ?no deber¨ªamos volver a la pedagog¨ªa de que la pol¨ªtica es compromiso entre intereses contrapuestos, renovaci¨®n del contrato social, activismo democr¨¢tico? Muchos ciudadanos, como dijo Farr¨¦s, se sienten cada vez m¨¢s "desubicados". Se est¨¢ perdiendo progresivamente no s¨®lo el consenso de hace 20 a?os sobre un marco pol¨ªtico democr¨¢tico en el que cabe todo el mundo, sino la sensaci¨®n de valores compartidos. Me sorprende ver que en nuestras universidades cada vez m¨¢s gente -y muchos vivieron la transici¨®n- reescribe su memoria y pone el acento en las supuestas renuncias excesivas que entonces se hicieron o en la "trampa" del consenso. Y en cambio, mis recuerdos son otros. Las campa?as electorales (y no s¨®lo electorales...) y con ocasi¨®n del refer¨¦ndum, en los a?os 77 y 78, a favor del no a la Constituci¨®n, siento tener que recordarlo, corrieron a cargo exclusivamente de la extrema derecha m¨¢s dura. Extra?a conclusi¨®n, pero parece mentira que la esperanza tenga que venir de amigos balc¨¢nicos.
Pere Vilanova es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UB.
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