Dej¨¦mosle en paz
Por naturaleza, el ¨¢rbitro es un se?or que se debate en la soluci¨®n de conflictos. Pero su condici¨®n decisoria no merece el aprecio de la gente. Los ingleses definen el problema de manera muy gr¨¢fica: s¨®lo las madres de los ¨¢rbitros sienten piedad por ellos. Aunque afectos al protagonismo, parece inconveniente a?adir m¨¢s peso sobre su actividad. Es lo que le ha sucedido a Mario S¨¢nchez, encargado de dirigir la Copa Intercontinental entre el Real Madrid y el Vasco de Gama. Mario S¨¢nchez es ¨¢rbitro y es chileno. Ahora se ve envuelto de manera lateral en el contencioso provocado por el caso Pinochet. Tal y como est¨¢n las cosas, han comenzado las suspicacias sobre el papel de un ¨¢rbitro chileno con un equipo espa?ol de por medio. Nada se sabe de Mario S¨¢nchez, pero ya es noticia.En realidad, el problema no existe. Porque si hacemos una reducci¨®n al absurdo, hallaremos una cadena de preguntas, naturalmente absurdas. Este S¨¢nchez, ?perjudicar¨¢ al Madrid por pinochetista o le favorecer¨¢ por detractor del halc¨®n? ?tendr¨¢ alguna cuenta pendiente con el Vasco de Gama por haber eliminado a alg¨²n equipo chileno o pretender¨¢ su victoria por panamericanista feroz? ?ser¨¢ hincha de Zamorano y lo tendr¨¢ en cuenta en beneficio del Madrid? ?o ser¨¢ hincha de Zamorano y detestar¨¢ al Madrid por poner en peligro la clasificaci¨®n del Inter? ?le importar¨¢ un bledo la pol¨ªtica? ?dormir¨¢ bien en la v¨ªspera del partido? ?ser¨¢ feliz en su matrimonio? ?le doler¨¢ la muela del juicio?
Puestos a sospechar, ning¨²n personaje es m¨¢s sospechoso que un ¨¢rbitro. Pero como hemos convenido en que su papel es un mal necesario, ser¨¢ mejor dejarles en paz, olvidar nuestros prejuicios, dejar que arbitren y, desde luego, no convertirles en el centro de una conjura internacional. No vaya a ser que les guste.
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