La hora de la pol¨ªtica democr¨¢tica
Aunque la globalizaci¨®n ha pasado a ser un lugar com¨²n en los discursos acad¨¦micos y pol¨ªticos, todav¨ªa cuesta trabajo reconocer sus efectos sobre la realidad inmediata. As¨ª, en el actual debate sobre los nacionalismos en Espa?a se acent¨²a el car¨¢cter tradicional de sus reivindicaciones, mientras no se resalta lo suficiente el que las fuerzas nacionalistas mayoritarias hayan introducido inflexiones en sus estrategias pol¨ªticas acordes con las nuevas tendencias de la globalizaci¨®n y sus efectos en los actuales sistemas pol¨ªticos.Como es sabido, las actuales estructuras estatales est¨¢n experimentando profundas transformaciones y desplazamientos de sus competencias hacia instancias m¨¢s generales, como la Uni¨®n Europea, y hacia nuevos centros de poder local m¨¢s cercanos a los ciudadanos. Doble desplazamiento que en estos ¨²ltimos a?os ha reforzado dos movimientos de orientaciones ideol¨®gicas muy diferentes: el liberalismo que concibe el mercado como el instrumento determinante de regulaci¨®n social y los nacionalismos y regionalismos que tratan de defender y reforzar las identidades locales en este torbellino de la globalizaci¨®n-liberalizaci¨®n de los mercados. Movimientos que, representando orientaciones sociales y pol¨ªticas muy distintas (uno conlleva elevadas dosis de desigualdad social; otros pretenden mantener cierta cohesi¨®n social en sus territorios), se aproximan en algunas cuestiones centrales con amplias consecuencias pol¨ªticas: coinciden en debilitar los mecanismos "estatales" de cohesi¨®n y de regulaci¨®n social y territorial y en reforzar los procesos de desigualdad entre los ciudadanos, ya sea sobre una base econ¨®mica o simb¨®lica y cultural.
Coincidencias entre unas y otras perspectivas que alumbra una visi¨®n diferente sobre algunos de los acontecimientos pol¨ªticos de la Espa?a de la segunda mitad de los noventa. Por ejemplo, la "conversi¨®n" al nacionalismo del PP tras su triunfo electoral no se deber¨ªa s¨®lo a la necesidad de una alianza parlamentaria que garantice la "gobernabilidad", sino tambi¨¦n a su orientaci¨®n ideol¨®gica m¨¢s estrat¨¦gica de alinearse con las corrientes liberales que tienen en el debilitamiento de los Estados uno de sus credos pol¨ªticos m¨¢s firmes.
Por su parte, en estos ¨²ltimos a?os, los partidos nacionalistas han ido introduciendo en sus discursos inflexiones estrat¨¦gicas. CDC -y sus principales dirigentes: Jordi Pujol, Pere Esteve- viene insistiendo desde hace unos a?os en la necesidad de actualizar el discurso y estrategia nacionalista a los nuevos tiempos globales en los que los Estados pierden una gran parte de su sentido econ¨®mico. La modernizaci¨®n del discurso y de la estrategia del PNV es m¨¢s reciente -dado el mayor peso del pasado, de ETA, en esta comunidad-, pero puede vislumbrarse en sus m¨¢s recientes apuestas pol¨ªticas. Frente a su tradicional discurso "sabiniano", representado en ocasiones por Arzalluz, hay otro discurso m¨¢s complejo que reconoce la variedad interna de la sociedad vasca y las nuevas realidades de la integraci¨®n europea. Discurso mantenido no s¨®lo por Ardanza o J. J. Ibarretxe, sino tambi¨¦n por dirigentes tan "medi¨¢ticamente" radicales como Joseba Arregi, que en un reciente art¨ªculo (Desarme verbal, EL PA?S, 30 de septiembre de 1998) se?alaba c¨®mo "en las condiciones actuales de transformaci¨®n de los conceptos b¨¢sicos de comprensi¨®n del Estado nacional -territorio, soberan¨ªa, explicaci¨®n completa de la sociedad desde s¨ª y para s¨ª misma- no existen interioridades puras ni exterioridades completas. Y en su lugar debemos aprender a pensar con conceptos como los de complejidad, implicaci¨®n en diversidad de ¨¢mbitos, pluralismo institucional, multirreferencialidad de las identidades y de las identificaciones".
Aggiornamento de las estrategias nacionalistas que tiene una de sus expresiones m¨¢s claras en el propio lenguaje pol¨ªtico, en el que la noci¨®n de "soberan¨ªa" e incluso de "soberan¨ªa compartida" est¨¢ desplazando y sustituyendo progresivamente viejos enunciados como la independencia. Modificaci¨®n "significante" de los discursos nacionalistas de profunda trascendencia pol¨ªtica y simb¨®lica. As¨ª, mientras el t¨¦rmino "independencia" se inscribe en un horizonte ideol¨®gico tradicional que conlleva la separaci¨®n de Espa?a, la construcci¨®n de nuevos Estados y el establecimiento de sendas fronteras, la palabra "soberan¨ªa" se inscribir¨ªa en otro universo simb¨®lico que configura otra perspectiva de articulaci¨®n territorial tanto dentro como fuera del Estado espa?ol. La referencia a la soberan¨ªa contempla la resoluci¨®n de estos viejos conflictos intraestatales en las nuevas coordenadas de la "globalizaci¨®n", en la que lo que existe son c¨ªrculos superpuestos de soberan¨ªa compartida en el nivel europeo, estatal, auton¨®mico y municipal.
"Soberan¨ªa" es un significante m¨¢s pl¨¢stico y polis¨¦mico, admite m¨¢s acepciones que el un¨ªvoco "independencia". Permite a las fuerzas nacionalistas m¨¢s radicales y de mentalidad tradicional asignarle el sentido de la "independencia", de la misma forma que las fuerzas nacionalistas mayoritarias moderadas y m¨¢s innovadoras le adscriben el significado de "encaje" de sus territorios en el actual marco estatal y europeo. Pluralidad de acepciones que permite a las corrientes mayoritarias de los distintos nacionalismos reivindicar m¨¢s poder pol¨ªtico y econ¨®mico para sus respectivos territorios en el actual marco estatal, abriendo, al mismo tiempo, la perspectiva pol¨ªtica del engarce directo de sus nacionalidades en las nuevas instancias europeas. Tambi¨¦n, y por lo mismo, el t¨¦rmino soberan¨ªa admite diversas f¨®rmulas constitucionales: el propio Arzalluz, en el pasado Alderdi Eguna, afirmaba que se trata de que "el pueblo vasco pueda elegir estar o no estar, o c¨®mo estar en esta Constituci¨®n".
La presencia de ETA ha oscurecido estas inflexiones, en buena parte por ser un vestigio del pasado, de la vieja l¨®gica independentista. Pero, por ser as¨ª, el anuncio de su tregua, que ofrece la posibilidad de acabar con el problema del terrorismo, ha abierto tambi¨¦n el debate "nacionalista" en su nueva formulaci¨®n. El pasado deja de resistirse a pasar y se abre la negociaci¨®n de un futuro m¨¢s inserto en las nuevas condiciones de la integraci¨®n pol¨ªtica europea.
Si el an¨¢lisis anterior es, al menos, parcialmente ajustado, las reacciones mayoritarias a las Declaraciones de Barcelona y de Estella han sido insuficientes al estar m¨¢s marcadas por la inercia del pasado que por las innovaciones de futuro que se apuntan en las citadas declaraciones. Han enfatizado el innegable objetivo coyuntural o electoral de la Declaraci¨®n de Estella y han interpretado la de Barcelona como un cuestionamiento directo de la "unidad del Estado" y/o de la Constituci¨®n. Sin negar una parte de raz¨®n en estas reacciones, no se deber¨ªa, sin embargo, minusvalorar la "novedad" de los recursos ret¨®ricos, simb¨®licos y pol¨ªticos que se concretan en la Declaraci¨®n de Barcelona como expresi¨®n de nuevas estrategias nacionalistas en la direcci¨®n indicada anteriormente. Estas declaraciones apuntan no s¨®lo el problema "coyuntural" de resolver el terrorismo, ni la resoluci¨®n de viejas querellas nacionalistas-victimistas, sino nuevas estrategias para los tiempos globales. Combinaci¨®n de lo viejo y lo nuevo que, en los actuales tiempos de incertidumbre y de crisis de las identidades, confiere a los "nacionalismos" un considerable poder de movilizaci¨®n y de cuestionamiento del marco constitucional y estatal actual.
Es obvio que este proceso abierto todav¨ªa puede cristalizar de muchas maneras y que los nuevos elementos de las estrategias nacionalistas mayoritarias pueden ser obviados en el debate, superados por pronunciamientos m¨¢s duros. Tambi¨¦n lo es que en la din¨¢mica actual lo que parece no cuestionarse ahora puede acabar cuestion¨¢ndose en el futuro. Por ello, las respuestas a estas iniciativas no deber¨ªan ser s¨®lo la inercia de la defensa del actual estado de cosas o el debilitamiento de los actuales instrumentos de cohesi¨®n social y territorial, sino la g¨¦nesis m¨¢s flexible de unas nuevas propuestas pol¨ªticas democr¨¢ticas que, defendiendo y reforzando los citados mecanismos -la caja ¨²nica de la Seguridad Social, por ejemplo-, los engarce en la nueva perspectiva de construcci¨®n europea. Nuevas propuestas pol¨ªticas que deber¨ªan tambi¨¦n profundizar en la democracia y acercarla m¨¢s a los ciudadanos, pero no sobre las bases identitarias m¨¢s cerradas del actual debate pol¨ªtico, sino sobre otras ra¨ªces m¨¢s abiertas, plurales y mestizas. Nuevas propuestas pol¨ªticas, pues, que deber¨ªan ayudar a transformar en esperanza y proyectos de futuro la situaci¨®n que hoy aparece cargada de incertidumbres y riesgos heredados del pasado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.